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Prefacio

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Hace muchos años que suelo alojarme en casa de Sonia cuando hago seminarios en Cataluña, y estuve muchas veces mientras ella criaba a su hijo Joan. Recuerdo una ocasión en que Joan tenía alrededor de dos años y estaba muy interesado en abrir la puerta de la nevera. Al ver a su madre abrirla de vez en cuando, él también quería hacerlo, pero todo el rato. Como yo no entendía el idioma, Sonia me explicó que le había dicho: «Veo que te gusta mucho abrir la nevera; ahora no es un buen momento, pero siempre que la tenga que abrir te lo pediré a ti, y entonces tú la podrás abrir». Ella actuó en consecuencia con lo que había dicho y Joan se sintió satisfecho de estar incluido en las necesidades del día a día del hogar. Este pequeño episodio me mostró la profunda comprensión que tiene Sonia de la naturaleza y las necesidades de un niño pequeño y cómo responder a su comportamiento de una forma adecuada y respetuosa.

Yo viví los primeros años de mi maternidad en países extranjeros, sin el apoyo de familiares ni amigos íntimos. Recuerdo que, como madre joven, me sentí insegura y sin recursos algunas veces, cuando tenía la necesidad de establecer unos límites firmes, y también recuerdo lo difícil que era hacerlo de una forma amable. Por eso estoy muy contenta de que Sonia Kliass ofrezca ahora un libro con ejemplos prácticos que puede ayudar a hacer frente a esas situaciones difíciles que influyen tanto en la atmósfera de la familia.

A lo largo de muchos años he estado ofreciendo seminarios a profesionales de muchos países del mundo, y veo en todas partes la necesidad de desarrollar este tema. Así que estoy segura de que también será un libro muy útil para educadores y maestros.

Lo que me impresionó más profundamente cuando en Budapest visité por primera vez el orfanato de Emmi Pikler, en el año 1979, fue el hecho de que hubiera un lugar en el mundo donde no se gritaba ni se regañaba a los niños; al contrario: cuanto más seria era la situación, más tranquila era la voz de la cuidadora. En los cuatro días que estuve allí ni siquiera oí un tono de reproche. Esta fue una de las cosas que me impulsaron a difundir la visión pikleriana por todo el mundo.

En el año 1995, Sonia y yo nos conocimos en uno de mis primeros seminarios en Barcelona. Sensibilizada por los mensajes que yo compartía, me siguió a otros seminarios de Alemania, Suiza y España. Nos hicimos amigas y ha sido mi traductora todos estos años en Gerona. Con este libro, gozo del fruto de nuestro trabajo conjunto.

Ute Strub

El arte de poner límites

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