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Reflexionar

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Nuestro cuerpo es lo más importante que tenemos, y por ende debemos cuidarlo, tanto o más, de lo que él nos cuida a nosotros.

El cuerpo habla, cada dolor, cada señal debemos escucharla, e interpretarla.

Y cumplir su deseo. Si tenemos apetito, debemos alimentarnos. Si tenemos sed beber. Si tenemos sueño, dormir. Algo tan obvio, pero que el ajetreo de la vida diaria, de la búsqueda del tesoro, el trabajo extenso, el devenir, hace que no cumplamos los deseos básicos de nuestro cuerpo y extendamos la necesidad o la engañemos, apetito, un caramelo, y seguimos, tomar algo rápido, y algún energizante que quite el sueño, y como estamos tan presurosos buscando el éxito o simplemente cumpliendo funciones para tener un sustento, debemos ingerir algún somnífero porque nos cuesta dormirnos, ya que cuando nuestro cuerpo nos solicitó dormir no lo hicimos, nos pasamos y luego queremos descansar y no podemos.

Ni hablar cuando el cuerpo avisó, y como no le hicimos caso, se enferma, ¿y cómo hacemos? Las obligaciones no nos permiten ESE LUJO, de enfermarnos, entonces rápidamente tomamos algún medicamento que el farmacéutico amigo nos recomienda y continuamos en la vorágine diaria.

Hasta que surgen complicaciones severas, que borran con todo, una enfermedad terminal, un ataque cardíaco, un ACV, etc.

Y sin darnos cuenta descuidamos nuestro tesoro más preciado, que nos alberga, nuestro cuerpo humano.

Cada pensamiento que tenemos tiene una carga emotiva, lo importante de esa carga no es su significado real o aparente, sino la serie de circuitos que se activan en todo nuestro cuerpo por orden del cerebro, es por esto por lo que debemos comenzar a cuidarnos nosotros mismos justamente de nosotros mismos.

He aquí la importancia de la meditación, y con ella la reflexión.

Antes de meditar, debemos poner en claro quiénes somos. Ponernos al desnudo ante nosotros mismos, y aceptarnos con amor, valorando nuestro ser más que nada en el universo.

Todas las mochilas del pasado, aquello por lo que transitamos e instauró dolor, desdicha,

Una infancia, atormentada, falta de cariño y cuidados, quizá hemos pasado hambre, desidia, guerras, tormentos, violaciones, malos tratos, y las peores cosas que puedas imaginar, y probablemente en nuestra adolescencia, pudimos ser afectados por burlas, o desprecios, también, tal vez se ha padecido de la pérdida de seres muy queridos, o ser abandonados por las personas que más amamos, ESO ES LA VIDA, de lo peor, a lo menos desdichado, pero eso es PASADO y pesado, y de nada sirve lamentarnos, lo que sí es útil es agradecer.

SÍ, aunque parezca odioso, aunque suene imprudente, de cada situación que hemos vivido en el pasado, ese hecho nos ha dejado una herida, pues la misma herida nos hizo más fuertes, y debes coserla con un hilo de oro, hoy es otra vida, es lo único que tenemos y podemos ver a ese niño o niña, a ese adolescente, y a este adulto, como un jarrón roto en mil pedazos pero enmendado en oro, y ese jarrón es el más bello jarrón, el más brillante, el más codiciado, el más valioso de todos los jarrones.

Tu vida es hoy, y así como analizamos nuestros pensamientos, debemos recurrir a una introspección real para sanar esos rencores, culpas, remordimientos, pesadillas que acechan nuestro presente, y perdonarnos y perdonar, para poder reflexionar de la gran abundancia que nos brinda todos los días el universo, y comenzar a vivir plenamente, de a poco, de un paso a la vez, pero está todo en nuestra resolución de sanarnos y comenzar de nuevo livianos, sin carga, con amor.

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