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PARTE III El yoga en la Bhagavad Gītā
ОглавлениеFirme en el yoga, actúa abandonando el apego, oh Arjuna, permaneciendo siempre ecuánime ante el éxito y el fracaso. A esta ecuanimidad se la denomina yoga (samatvaṃ yoga ucyate).44
La Bhagavad Gītā (El canto del Señor) es una de las joyas espirituales de la literatura sánscrita. Forma parte del sexto canto del Mahābhārata (Bhīṣma parva) y consta de dieciocho capítulos compuestos por setecientos versos en los que se recoge el diálogo entre Sri Krishna y Arjuna en el campo de batalla de Kurukshetra.
La Gītā contiene la esencia del hinduismo y es uno de sus textos más relevantes, lo que ha hecho que tenga numerosos comentarios, algunos de ellos de grandes maestros (ācāryas) como Sri Shankara, Ramanuja, Madhva, Abhinavagupta, Madhusudhana Saraswati, Jñanadeva o Sridhara Swami, entre muchos otros.
La Bhagavad Gītā es el texto de yoga por excelencia. Cada uno de sus capítulos termina con la afirmación de que esta es una escritura sagrada del yoga (yoga-śāstre) y de que contiene el conocimiento de brahman (brahmavidyāyaṃ). A lo largo del texto, Sri Krishna instruye a Arjuna sobre los distintos aspectos del camino, como el karma-yoga (el camino del desapego hacia los frutos de la acción), el bhakti-yoga (el camino de la devoción), el rāja-yoga (el camino de la meditación) y el jñāna-yoga (el camino del conocimiento), pero no debemos considerar que estos caminos son independientes el uno del otro.
Si la enseñanza de las Upaniṣads, en muchas ocasiones, está dirigida a aquellos que siguen una vida de retiro y contemplación, la Bhagavad Gītā ofrece la misma enseñanza para aquellos que forman parte activa de la sociedad y que tienen deberes concretos en ella. En el caso de Arjuna, se trata de un príncipe cuyo reino ha sido usurpado injustamente por ciertos elementos malvados de su propia familia, sus primos. Su deber es luchar no solo para recuperar el reino, sino sobre todo para seguir su deber (dharma), ya que no sería correcto que un gobernante (kṣatriya) dejara que unas personas injustas y poco nobles se hicieran con el poder, pues ello conduciría a un decaimiento del dharma y de la armonía social.
La Bhagavad Gītā contiene en sí la misma profunda metafísica de las Upaniṣads, pero expuesta de forma más accesible por Sri Krishna para que un mayor número de personas puedan acceder a este conocimiento.
Uno de los versos de la Śrī Gītā Dhyānam (Meditación sobre la Gītā), una composición de nueve versos que tradicionalmente se recita antes del estudio de la Bhagavad Gītā, describe con una bella imagen como la esencia de las Upaniṣads se encuentra en cada verso de este texto:
Todas las Upaniṣads son como las vacas, el que las ordeña es Krishna, el vaquero. Arjuna es el ternero, los hombres de intelecto purificado son los que beben y la leche es el néctar supremo de la Gītā.45
Es importante comprender que la Bhagavad Gītā no contiene una nueva enseñanza, sino que Sri Krishna expone, con excelsa maestría, el dharma eterno (sanātana dharma). El mismo Krishna afirma a lo largo del diálogo que él, siendo la divinidad suprema (Ishvara), en tiempos inmemoriales, le enseñó este yoga imperecedero a Vivashvan (la deidad solar), quien a su vez transmitió este conocimiento a Manu, el padre de la humanidad, quien lo enseñó al sabio rey Ikshvaku, siendo desde entonces así transmitido en una larga sucesión.
Ese mismo yoga ancestral es el que te he enseñado ahora, porque eres mi amigo y devoto. Este es ciertamente un secreto supremo.46
Acerquémonos, pues, a esta extraordinaria enseñanza y dejemos que sean las mismas palabras de Sri Krishna, por medio de una breve selección de versos de la Gītā, las que nos vayan guiando en este viaje por los distintos aspectos del camino del yoga. El contexto en el que esta enseñanza tiene lugar, aunque pueda sorprendernos, es, como ya hemos dicho, el campo de batalla de Kurukshetra. Allí, dos inmensos ejércitos están encarados y preparados para la lucha. Arjuna le pide a su primo Sri Krishna, quien también es su auriga, que sitúe el carro de combate en una posición adecuada donde poder observar al ejército enemigo. En ese momento, Arjuna ve ante sí, preparados para la terrible batalla, a sus familiares y seres queridos: a su maestro Drona, al sabio y respetado Bhishma, a sus primos, abuelos, amigos y conocidos. De repente, Arjuna sucumbe ante un estado emocional de gran decaimiento:
Oh Krishna, viendo a todos mis parientes aquí reunidos, formados para la batalla y deseosos de luchar, mis miembros desfallecen. Se me seca la boca, me tiembla el cuerpo y se me eriza el pelo; el arco Gandiva cae de mis manos y me arde la piel. Ni siquiera puedo tenerme en pie y parece que mi mente diese vueltas.47
Después de decir estas palabras, Arjuna dejó caer su arco y se sentó en el carro con la mente turbada y abrumada por el dolor. Sri Krishna le increpó preguntándole de dónde surgía tal confusión y semejante debilidad tan poco digna de un gobernante (kṣatriya) noble y justo. A lo que Arjuna respondió:
Estoy confundido acerca de cuál es mi deber, te ruego que me indiques qué es lo mejor para mí. Soy tu discípulo, instrúyeme, porque he tomado refugio en ti.48
Este es un momento crucial en el que la relación de parentesco que tenían Sri Krishna y Arjuna se transforma en una relación entre guru y discípulo. Desde el mismo instante en el que Arjuna dice que toma refugio en Sri Krishna, es el deber de este instruirle y ayudarle. Sri Krishna, con gran fuerza, da comienzo a su enseñanza:
Krishna y Arjuna
Te lamentas por quienes no debes lamentarte (…) Los sabios no se afligen ni por los vivos ni por los muertos.
No ha habido ningún momento en el que yo no haya existido, ni tú, ni tampoco estos reyes de los hombres. Y, ciertamente, jamás dejaremos de existir en el futuro.
Lo irreal no tiene existencia; lo real nunca deja de existir. Los que conocen la realidad saben la verdad sobre ambos.49
Sri Krishna le otorga de este modo a Arjuna la enseñanza más elevada, mostrándole que el ātman existe más allá del cambio constante del mundo de nombres y formas. Que el ātman existe en todos y en todo, es uno, lo único que existe, y está libre de toda transformación. Este ātman es existencia y dicha, es su propia esencia y la esencia de todos los que están en el campo de batalla dispuestos a luchar. Con la lucha o sin ella, con la muerte o sin ella, para el ātman, que es lo único real, no hay cambio alguno; el ātman es existencia absoluta. Sri Krishna expone a la vez que aquello que es irreal (asat) no existe y que aquello que es real (sat) existe siempre:
Sabe que Eso que penetra todo este universo es indestructible. Nadie puede causar la destrucción de esto, lo Imperecedero.50
Sri Krishna prosigue su enseñanza acerca del ātman exponiendo la esencia del vedānta:
Este (ātman) no ha nacido ni muere nunca. No puede empezar a ser ni dejar de ser. Es no nacido, inmortal, inmutable y antiguo. No muere cuando muere el cuerpo.
Este (ātman) no puede ser cortado, no puede ser quemado, no puede ser mojado y no puede ser secado. Es eterno, omnipenetrante, firme, inamovible e inmemorial.
Se dice que este (ātman) es inmanifiesto, impensable e inmutable. Por eso, sabiendo esto, no debes lamentarte.51
Sri Krishna, a lo largo de este diálogo, instruye a Arjuna desde diferentes niveles de comprensión, haciendo concesiones según el estado de la mente en el que se encuentra su discípulo y su grado de preparación, mostrándole que la muerte también forma parte del extraordinario orden del cosmos:
Pero, aunque considerases que (el ātman) nace y muere constantemente, ni siquiera entonces deberías lamentarte, oh Arjuna.
Pues cierta es la muerte para el que nace y cierto es el nacimiento para el que muere. Por lo tanto, no debes lamentarte ante lo inevitable.
Oh Arjuna, los seres no están manifestados al principio, se manifiestan en el estado intermedio y, de nuevo, no están manifiestos al final. ¿Por qué habría que lamentarse?52
La muerte es inevitable ya que forma parte del fluir armónico de este cosmos; al mismo tiempo, Sri Krishna dirige la mente de su discípulo una y otra vez hacia la comprensión de que el ātman que existe en todo no está afectado por nada.
Este (ātman) está presente en todos los cuerpos y es siempre indestructible, oh Arjuna. Por lo tanto, no debes lamentarte por ninguna criatura.53
Desde otra perspectiva no menos importante, la del dharma (la acción correcta según el estadio y condición en la vida), Sri Krishna le indica a Arjuna que siga su propio deber (svadharma). Es muy importante comprender el concepto del dharma, pues conocer y seguir su propio dharma es el eje que permite al yogī avanzar en su camino, sea cual fuere su estadio en la vida o en la sociedad.
La Bhagavad Gītā comienza con las conocidas palabras «dharma-kṣetre» (en el campo del dharma); encontramos también la palabra «dharma» cuando Arjuna describe su confusión y le confiesa a Krishna: «No sé cuál es mi dharma». Más tarde, Krishna le da la instrucción: «Tienes que respetar tu propio deber (svadharma)». Krishna expone también que la enseñanza que le está dando es sagrada, supremamente purificadora y que está en concordancia con el dharma. En otra ocasión, cuando Arjuna tiene la extraordinaria visión de la forma cósmica de Sri Krishna, expresa: «Eres el protector imperecedero del dharma eterno», y posteriormente el mismo Krishna se define a sí mismo como la «morada del dharma imperecedero».
Además, considerando tu propio deber (svadharma) no debes vacilar, porque para un guerrero (kṣatriya) no hay nada más elevado que una guerra justa.
Dichosos son los guerreros, oh Arjuna, a los que se ofrece una batalla semejante, pues es una puerta abierta al cielo.54
Una guerra justa, una guerra defendiendo el dharma y ser capaz de dar la vida por ello. Estos son conceptos que pueden herir la sensibilidad de la mentalidad moderna. Dharma yuddha (una guerra por el dharma) es un antiguo concepto hindú e indoeuropeo de gran relevancia. El kṣatriya ofrece su vida no para obtener poder ni riquezas, sino como deber ineludible de su condición.55 Para un kṣatriya, el dharma es superior a su misma vida y el poder ofrecer la propia vida luchando para sostener el orden y la justicia de una sociedad es para él el honor más elevado.