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APUNTES DEL CASO

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He recibido noticias del inspector de la policía retirado Peter Devlin. «Estaré encantado de ayudarle en lo que pueda —dijo—, teniendo en cuenta la Ley de Secretos Oficiales y posibles órdenes del juzgado». Nos vimos en el restaurante Pain Quotidien que hay junto a la estatua de Nelson Mandela en el South Bank de Londres. Había mucho ruido, pero no me importó, ya que Devlin tenía información muy interesante que compartir respecto a la investigación. Dijo que nunca creyó la versión de Wang Yam y que no fueron capaces de encontrar a sus supuestos cómplices. «Ahí no hay nada que rascar», dijo. Añadió que los abogados de Wang Yam habían jugado sucio con ellos, al no proporcionar la declaración de su cliente hasta la víspera de Navidad, justo antes del comienzo del juicio. En su opinión, el objetivo a largo plazo de Wang Yam era apoderarse del número 9 de Downshire Hill. Me asombra lo especulativa que es esa teoría. ¿Cómo podría transferirse la propiedad sin que haya un vendedor que esté de acuerdo o firme la documentación necesaria? Y, en caso de que Wang Yam lo hubiera conseguido, ¿no sería lógico que alguien se percatara de ello?

Me reuní con el abogado de Wang Yam, James Mullion, en su despacho, cerca del palacio de Buckingham. Me dijo que su cliente había dado el permiso para que viera los documentos de la defensa, pero solo se me permitió acceder a los documentos de las sesiones del juicio abiertas al público. Mullion fue sincero respecto a los posibles errores que pudieron cometerse en la estrategia de la defensa. Según dijo, Wang Yam era «testarudo», y se negó a declararse culpable de ninguna de las acusaciones, a pesar de que las pruebas de que había tratado con artículos robados eran «bastante convincentes». Mullion añadió que, «en mi opinión personal, lo habrían absuelto [del asesinato] si se hubiera declarado culpable de cometer fraude» en el primer juicio. Pasé el resto de la tarde examinando los expedientes de la defensa. Entre ellos había declaraciones de testigos, informes de patólogos, imágenes del escenario del crimen (incluyendo dibujos del número 9 de Downshire Hill donde encontraron el cuerpo) y un currículum de Wang Yam. Uno de los testimonios de la policía pertenecía a Jane Ainger, la vecina que vivía al lado de Allan Chappelow, quien dijo que lo había visto a principios de junio de 2006, menos de dos semanas antes de que la policía encontrara su cadáver. Pero la declaración de Ainger contradice la teoría de la policía, según la cual el cuerpo de Chappelow yació en la casa durante semanas antes de ser descubierto. Necesito encontrar el informe de los entomólogos y hablar con Ainger. Uno de ellos tiene que estar equivocado.

Hablé con Tony Hillier, que vivió en el 36 de Downshire Hill hasta 2013 y es el antiguo presidente de Heath & Hampstead Society. Me proporcionó un resumen de puntos de vista de los residentes locales. Hillier dijo que la gente de la calle veía a Allan Chappelow como a un «excéntrico simpático» y que la reacción a su muerte fue de «conmoción y horror». Añadió que se habían producido «considerables contactos» entre Chappelow y Steven Ainger en el número 8. «Yo creo que existía un poco de tensión ahí». Era algo relacionado con los planes urbanísticos. Por contraste, la vecina del otro lado, lady Listowel, del número 10, tenía «buena disposición» hacia Allan y «se encargaba de cuidarlo». La otra persona que «se interesaba por él de manera altruista» era Peter Tausig, del número 11. Tausig «dejó claras sus intenciones de conocerlo y protegerlo, sin duda adoptó ese papel, de modo que creo que el resto de la calle sabía que había un pequeño ejército de personas» que cuidarían de él.

Tomé té y galletas con Peter Tausig. Me dijo que había aconsejado a Allan instalar un medidor de agua para reducir costes y que se había mostrado «extremadamente agradecido». Después de esto, Allan «empezó a confiar en mí para algunas cosas», entre ellas ayudarle con los Ainger de la casa de al lado, de quienes Allan afirmaba que «lo perseguían» y «hacían que su vida fuera un calvario». Allan decía que su casa era «la» casa de la calle, que quería conservarla para la historia. En cierto momento, Peter Tausig le pidió que le mostrara lo más interesante de la casa, pero el viejo «se negó», diciendo que estaba «en muy mal estado». Solo pudo visitar el número 9 de Downshire Hill tras la muerte de Allan. Se quedó anonadado al ver el ruinoso estado en que estaba la casa. Empiezo a entender el dilema de los vecinos: por una parte, querían ayudar a su vulnerable vecino, y por otra querían respetar su deseo de privacidad e independencia. ¿Fueron demasiado cautos?

He contactado con la Sociedad Anglo-albanesa esperando descubrir algo más del viaje de Allan a Albania. Pat Swire, secretaria de la sociedad, respondió diciendo que en la década de 1950 había dos sociedades britano-albanesas: la Asociación Anglo-albanesa, anticomunista, en la que había una mezcla de miembros británicos interesados en Albania y miembros de la diáspora albanesa en Inglaterra; y la Sociedad Albanesa de Gran Bretaña, que era más procomunista y cuyos miembros eran en su gran mayoría británicos. Allan era miembro de esta última. Tras su regreso de Albania, Allan asistió a reuniones de la Sociedad Albanesa, pero «apenas hablaba con nadie». Tras la caída de la Unión Soviética, ambos grupos británicos albaneses se fundieron en uno, pero Allan siguió pagando las cuotas. «Nuestros registros no dejan lugar a dudas de que pagó una suscripción anual en 2005 —escribió Pat—, de modo que en el momento de su fallecimiento era miembro de pleno derecho». Se ofreció a poner un aviso en su carta de notificación a los miembros para ver si alguno de ellos recordaba a Allan.

He recibido una carta del director de la cárcel en la que dice que han denegado mi petición de visita a Wang Yam. Según la política del gobierno (la orden PSI 37/2010), los presos solo pueden recibir visitas de periodistas en «circunstancias excepcionales». La única excepción (según la PSI 37/2010) es que el periodista sea capaz de convencer al Ministerio de Justicia de que la entrevista cara a cara será de interés para el público general, como en el caso de un error judicial. No lo entiendo, y apenas puedo creerlo. No estoy seguro de si esto significa que nunca podré visitar a Wang Yam o si simplemente tendré que esforzarme más en ello.

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