Читать книгу Sin miedo al fracaso - Tompaul Wheeler - Страница 18
Оглавление11 de enero - Espiritualidad
La imitación religiosa
“Lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol!” (Ecl. 1:9, NVI).
La primera vez que vi este fenómeno fue en una actividad juvenil, cuando tenía trece años. Las camisetas mostraban a Sansón derribando un templo pagano, con las palabras “Gimnasio de Dios” en un logotipo sospechosamente parecido al de un gimnasio. De repente, una horda de imitaciones baratas se apoderó del mercado cristiano, en el que aparecieron versiones casi idénticas de carteles de películas famosas, anuncios de refrescos e incluso personajes de dibujos animados. La mayoría de los artículos cristianos de hoy tienen un poco más de identidad propia y originalidad, como gorras que dicen “Yo [corazón] a Cristo” y sandalias de playa que dejan impresa la frase “Jesús te ama” en la arena con cada paso que das. Sí, este tipo de testificación también tiene su público.
Cuando paso frente a ciertas iglesias siempre estoy listo para ver algún juego de palabras publicado en su cartelera externa:
No seas como el último que entró al arca de Noé: el delfín.
Tenemos wifi gratis, ¡tómalo como una señal divina!
La preocupación es un cuarto oscuro donde se revelan los negativos.
Bueno, ese último me gusta. No es un mal chiste; de hecho parece una frase que Salomón habría escrito si hubiera estado de humor y hubiera conocido las cámaras de rollo fotográfico. Lo que viene a decir esa frase es: “La vida es dura, pero no te concentres en los problemas; deja que esta iglesia te ayude”.
Jesús dijo a sus discípulos que hace falta más que palabras para entrar en su reino. Dijo: “No todos los que me dicen: ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Aquel día muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros comunicamos mensajes en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros’. Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí; ¡aléjense de mí, malhechores!’ ” (Mat. 7:21-23).
Al describir a aquellas personas que presumían de religiosidad pero cuya religión era meramente superficial, Jesús citó a Isaías: “Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí” (Mat. 15:8). Dios quiere más que nuestra adoración de labios para afuera, o que llevemos su nombre en una camiseta o en una calcomanía del parachoques del auto. Él quiere nuestro corazón.
Y hagas lo que hagas, no seas una imitación religiosa. Sé original, tal como Dios te hizo.