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3. M-D-M NO ES EL CICLO ADECUADO PARA LA REPRESENTACIÓN DEL PROCESO ECONÓMICO DE LOS PRODUCTORES COMERCIANTES

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Tres razones nos pueden convencer de lo anterior. Primero: considerar que las mercancías solo se producen con trabajo es una idea muy inadecuada para representar la producción de mercancías, puesto que hace creer que para producir un bien en el cual se ha especializado el productor, también allí se producen sus medios de producción de tal manera que esta se puede hacer sin intercambios previos. Segundo, si cada mercancía se toma como algo que posee un valor previo y dado antes del intercambio, la circulación del valor incorporado no permite integrar en el análisis al trabajo privado y descentralizado, pues lo supone de inmediato como social y así se impide hablar de la sanción mercantil o el “salto mortal” de la mercancía, sobre la incertidumbre en la actividad del productor de mercancías. Tercero: con este esquema no podría entenderse cómo entra en el sistema comercial el dinero que debe comprar las mercancías. En efecto, si la división del trabajo es entre productores de mercancías, todos ellos entonces producen bienes particulares desplegando su trabajo, y como para todos ellos las ventas preceden a las compras, ninguno tiene dinero para comprarles los bienes a los otros productores. Marx se da cuenta de este problema e intenta resolverlo diciendo que el productor de oro, cuando se supone que esta mercancía es la dineraria, “tiene que ingresar por algún punto cualquier del mercado [y que este punto] está en su fuente de producción, donde, como producto directo del trabajo, se intercambia por otro producto laboral de valor idéntico” (Marx, 1975, vol. I, p. 133), es decir, que el productor de oro compra sin vender, mientras los otros productores compran tras vender. La condición lógica de esta solución es que el productor de oro posea el privilegio de conocer los contenidos de los valores de las mercancías normales como si poseyera una contabilidad centralizada de los contenidos trabajo de cada una de las mercancías de tal manera que pudiera hacer los intercambios iniciales entrando el dinero a la circulación para la posterior realización de las compras de los otros agentes. Otra vez, tal idea implica la hipótesis de una estructura centralizadora y omnisciente previa al mercado que conozca, como un dios omnipotente, la situación social de la división del trabajo, algo que podría remitir a una institución central y no al productor de oro descentralizado. En resumen, M-D-M debe rechazarse como dispositivo adecuado para explicar las transacciones comerciales porque no puede representar el proceso de un mundo descentralizado de mercancías, sino un mundo previamente ya centralizado donde el dinero es pasivo y solo sirve para mover lo que ya previamente está socialmente determinado.

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