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4. INEXISTENCIA DE LA DESCENTRALIZACIÓN DE LA MERCANCÍA

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Marx planteó (véase capítulo I de El capital) que solo en la economía descentralizada (distinta de la de Robinson Crusoe, de la economía patriarcal o de la economía planificada de una economía socialista) se tendría un sistema en el cual la relación social entre los hombres se convierte en relación entre cosas, entre oro monetario y bienes. De acuerdo con Marx, precisamente la cosificación de las relaciones (en realidad, su monetización) reemplaza otras mediaciones directas, tales como las relaciones personales, la servidumbre o el plan central del socialismo. Las relaciones sociales propias entre cosas es la relación de los bienes con el dinero en una determinada proporción, los precios efectivos de una economía de intercambios. Ahora bien, si en la explicación de la mercancía suponemos que su valor absoluto está dado por los trabajos incorporados, la contabilización centralizada del trabajo contenido en cada bien sería la verdadera mediación de la economía comercial que haría superflua la intervención mediadora del dinero. De esta manera, M-D-M resulta ser la representación de una economía planificada en la que el dinero hace circular lo que fuera de él se ha determinado como ya algo social. Es este resultado que ya Marx había encontrado en sus borradores:

El carácter colectivo de la producción convertiría el producto desde un principio en un producto colectivo, universal […]. Sobre la base de los valores de cambio, el trabajo es puesto como trabajo general solo mediante el cambio. Sobre esta base [colectiva] el trabajo sería puesto como tal anteriormente al cambio; o sea, el cambio de productos no sería en general el médium que mediaría la participación la participación del individuo en la producción general. Es claro que tiene que haber una mediación. En el primer caso, que deriva de la producción autónoma de los individuos —aunque estas producciones autónomas se determinen y se modifiquen post festum a través de sus relaciones recíprocas—, la mediación tiene lugar a través del cambio de las mercancías, del dinero, que son todas expresiones de una única y misma relación. En el segundo caso es mediado el supuesto mismo; o sea, está presupuesta una producción colectiva […] [Aquí] el trabajo del individuo es puesto desde el inicio como trabajo social. (Marx, 1971, vol. I, p. 100).

El resultado es patente: el enfoque del valor como trabajo abstracto generado en la producción, donde la circulación de este valor se propone bajo el célebre esquema M-D-M, no logra representar las características básicas de la economía comercial, la descentralización, objeto inicial del análisis del autor de El capital. A lo sumo sería la representación de una circulación de valores en una economía centralista o planificada.

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