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La biografía literaria en Roma

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Los latinos pusieron los ojos en su propia literatura —según cuenta Suetonio, v. pág. 41— a imitación de uno de estos filólogos griegos, Crates de Malos. A pesar de la simplificación del biógrafo, es un reflejo a posteriori de cómo se asimilaron los métodos de enseñanza helenísticos y, en consecuencia, del puesto privilegiado que tendría la literatura dentro de la cultura romana. Para la biografía supone entrar en Roma de la mano del «gramático», por el conducto de lo libresco y no de la estética ni de la ética. En el s. II a. C. había ya escritores y textos suficientemente antiguos para promover estudios históricos: el himno de los Salios, las XII Tablas, la cuestión cronológica de los orígenes con Livio Andronico, los apócrifos de Plauto, entre otros 14 .

Pero sólo en época de Cicerón, y en gran parte por obra suya, los latinos se vuelven hacia su pasado político y cultural con orgullo nacionalista que halla la mejor forma de expresarse, también dentro de la biografía, en la equiparación con los griegos. El afán por reconstruir el pasado de su patria usando los moldes tomados a Alejandría, sirve de presentación al polígrafo Varrón (116-27). Este, dentro de la literatura, trabaja en cronología teatral (De rebus scaenicis) y en las vidas de escritores: datos sobre Plauto, Ennio, Nevio aparecen en Gelio (XVII 21; 1 24.3) recogidos de su obra De poetis . En sus últimos años (v. GELIO III 10.17) concluyó una recopilación en 15 libros de 700 Semblanzas (Imagines) —incluidos retratos— de personajes ilustres de las dos naciones. Parece que además de la bibliografía griega, escudriñó archivos, didascalias, y sacó conclusiones de los mismos textos, por ejemplo en la exclusión de los pseudoplautinos 15 ; pero no está tan claro —como quiere Leo— que de este modo forjara «con buena intención» capítulos enteros de sus biografías 16 . Para los antiguos fue un investigador modelo; hoy, en las noticias sobre autores arcaicos, es norma remitir a él como la fuente más probable de los eruditos posteriores, en concreto de Suetonio.

En Nepote (ca. 99-24) tenemos el primer testimonio del título De uiris illustribus ; en él se repite la agrupación de los dos pueblos 17 y la intención de sýnkrisis 18 , y, como en las Imagines de Varrón, se alinean generales y reyes junto a historiadores, poetas y, tal vez, oradores. No sólo por ello se aleja de la línea de investigación alejandrina representada por el De poetis varroniano; es que además Nepote trabaja, si puede, con material ya elaborado: compendios de la literatura Perì endóxōn andrōn , panegíricos, o biografías amplias que abrevia para el artículo correspondiente de la obra general. El resultado, en función de la fuente, es una gran desigualdad en el tamaño, estructura y tono de las vidas 19 . Nepote se dirige a un público profano, no a un grupo de eruditos, al que intenta recrear con historietas e instruir con moralejas, para el que romaniza, con flagrantes anacronismos, las instituciones extranjeras. En parte evoca lo que serán las Vidas paralelas de Plutarco, pero con una gran diferencia de nivel artístico en la forma y de fiabilidad en el fondo 20 .

En el prefacio a su De uiris Jerónimo (v. pág. 219) menciona también como predecesores del género a Santra (gramático del tiempo de Cicerón) y a Higino (liberto de Augusto). Ahora bien, los fragmentos biográficos del primero —que muestran un enfoque erudito y crítico, y se refieren todos a literatos— se reducen prácticamente 21 a las citas que de él hace Suetonio; y los del segundo, aunque bajo el rótulo tradicional, o similares (v. GELIO , I 14 y Asc. PED . pág. 12), contienen sólo materiales novelescos y anticuarios, pero nada que se refiera a biografías literarias 22 .

Durante el reinado de Tiberio decae el interés por la literatura del pasado, y cuando Probo —ya en edad neroniana— se pone a desempolvar «libros viejos» (v. pág. 61), resulta a sus contemporáneos de la Urbe un extravagante. Sus estudios se centraron en la restauración filológica y gramatical, pero, siguiendo el hábito editorial de los alejandrinos, es posible que antepusiera a los textos el bosquejo biográfico 23 . Hay que esperar, no obstante, al s. II d. C. para que Suetonio revitalice la historia literaria (o sea, la biografía literaria) como tal, y aguardar otras dos centurias para la cristianización del género de los De uiris illustribus en manos de S. Jerónimo.

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