Читать книгу Los mejores reyes fueron reinas - Vicenta Marquez de la Plata - Страница 15
UN NUEVO HEREDERO, GUANGXU
ОглавлениеMuerto el hijo de Cixí, el trono necesitaba un nuevo heredero antes de que los clanes manchúes empezasen a inquietarse. El sucesor lógico era el hijo del quinto tío paterno, pero Cixí se las ingenió para que favorecer al menor del séptimo tío paterno, quien además era su sobrino (hijo de su hermana). El niño tenía cuatro años, por lo que Cixí fue de nuevo elegida como regente, junto a la emperatriz Zhen. A este pequeño, Guangxu, lo sacó de su casa y se lo llevó a palacio para empezar a educarlo como a un futuro emperador. Muy pronto corrió la voz de que el pequeño no gozaba de buena salud, tartamudeaba y sufría de ataques de epilepsia.
Las dos emperatrices quisieron al pequeño, aunque Zhen lo mimase y su tía carnal fuese más dura con él para hacerle fuerte. Pero nunca lo fue y creció débil tanto de cuerpo como de mente. Una vez más los eunucos fueron, en parte, los culpables de su mala educación, porque lo consentían y lo maltrataban a escondidas por igual. A pesar de las órdenes de su tía de que comiera de manera sana, lo alimentaban con dulces y grasas, y cuando sentía dolor en el vientre, se le permitía fumar opio. El resultado fue que Guangxu llegó a ser un emperador débil, como lo habían sido su primo y su tío.
El Trono del Dragón no dejó de sufrir conspiraciones. Uno de los conspiradores más conspicuos era el príncipe Zaiyi, hijo del príncipe Kung, que se creía con derecho a que su hijo mayor fuera el sucesor si algo le pasaba al emperador y moría sin descendencia.
La dama Tzu-An, hermana de Cixí
El príncipe Guangxu
En palacio sucedían desgracias inesperadas, a los cuarenta y cuatro años, la dama Tzu-An, hermana de Cixí, enfermó de la noche a la mañana, aunque su salud siempre había sido buena, y a los dos días murió. Esto bastó para que en la corte y en las embajadas extranjeras, empezasen a correr los rumores de que Cixí la había envenenado. Nunca se ha podido probar nada, pero, como dice el refrán, habla que algo queda. Mientras tanto el emperador había llegado a la edad de dieciocho años, y se hizo evidente que debía casarse.
El eunuco Li Lien Ying
Fotografía real de las candidatas a concubinas
Naturalmente, la responsabilidad de esta elección recaía de nuevo sobre la emperatriz, pero esta vez decidió hacerse aconsejar por su eunuco favorito: Li Lien Ying. Este le recomendó a una sobrina de la soberana, prima hermana del emperador, ya que era hija del duque Guixiang, hermano de Cixí.
No era una joven guapa ni siquiera elegante, pero lo que importaba es que era totalmente fiel a las ideas de su tía y la emperatriz no deseaba otra joven como la dama Alute, que fuera capaz de tomar decisiones o peor aún, discutir sus órdenes. No quería una joven que pensase por sí misma e influyera en el emperador; una muchacha educada, amable y circunspecta sería perfecta. Como principales concubinas se eligieron a las dos hijas del virrey de Cantón, Perla y Jade, que eran hermosas pero bobas, o al menos eso creían la emperatriz y su eunuco. Sin embargo, las cosas no resultaron bien: el emperador despreciaba la compañía de la legítima esposa y buscaba la compañía de Perla, que al fin resultó menos tonta de lo que parecía. La vieja emperatriz se ocupaba de la reconstrucción de uno de los palacios que los diablos extranjeros habían destruido en una de las guerras y, cuando parecía querer retirarse, le llegaron noticias de que el emperador, bajo la influencia de su antiguo tutor, confiaba en algunos intelectuales chinos los cuales le habían persuadido para que aceptase cambios en la manera de gobernar.
Entre esos cambios figuraba el de permitir a los chinos que se cortaran la coleta, que era la manera de representar la sumisión a la dinastía manchú. Para empezar con las innovaciones, se promulgaron algunos edictos en lo que se conoce como «los cien días de las reformas». La concubina Perla le secundaba en todo, mientras la consorte espiaba para su tía, la emperatriz. Cixí, desde su nuevo palacio, no perdía detalle de lo que estaba sucediendo y esperaba pacientemente.