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Malestares en familia
ОглавлениеSe advierte que los profundos cambios a los que estamos asistiendo giran en torno a esta cuestión, tanto en el seno de los hogares que aún pretenden seguir el modelo tradicional, como en las nuevas formas de parentalidad –y que responden a formatos jurídicos variables–, las dificultades giran en torno a ¿dónde o cómo se sitúa el padre o la madre respecto a su hijo, a su hija? ¿dónde se sitúa el niño o la niña en relación a su padre, a su madre? ¿cómo interpretan los padres y las madres al hijo, y cómo él les interpreta a ellos? (43)
Estos interrogantes sintetizan el orden de dificultades que se han pretendido solventar desde lo social con la invención de dispositivos de acompañamiento, mediación y apoyo; también al proponer escuelas de padres o “coaching parental” a fin de favorecer una corresponsabilidad con las instituciones de enseñanza en la formación de los jóvenes. “Ser padre, ser madre, se convierte en un oficio en el que es preciso formarse”. (44)
El CPCT parents que funciona en la ciudad de Rennes ha elaborado una respuesta al malestar en la institución familiar; según la directora de la publicación (que recoge años de práctica de este auténtico laboratorio de la civilización) Myriam Perrin Chèrrel, la experiencia clínica de este dispositivo demuestra hasta qué punto “la cuestión de la parentalidad es un cuestionamiento contemporáneo”. Y ello en la medida, añade, en que, en nuestro siglo, signado por el discurso capitalista y la sociedad de consumo, se ha generado un malestar de tal índole que corresponde a cada uno encontrar su fórmula de ser padre o madre, implícita en la forma de hacer su familia. “Actualmente la declinación de la familia es múltiple: monoparental, homoparental, heteroparental, con o sin recurso a la PMA, a madres portadoras, a la adopción. ¿Qué incidencias se observan en las mutaciones de la familia sobre el hecho mismo de ser padre o madre? ¿Y sobre los sufrimientos de los niños?” (45)
M. Chérel refiere las aportaciones debidas a Miller en lo relativo al cambio de paradigma al que estamos asistiendo, patente en las remodelaciones contemporáneas del orden simbólico, en la medida en que éstas han desvelado un agujero en cuanto a saber cómo hacer familia, que antes estaba cubierto por la función del padre y de la prohibición: “Cuando el equilibrio vacila, cuando la interdicción deja el lugar a lo permitido, cuando el amor deja el lugar al odio, cuando la culpabilidad corroe a los padres, cuando la angustia se presenta como rabia, cuando la familia no es más lo que era, cuando el llamado a la medicina es la condición para hacer familia, cuando la pareja parental es sustituida por la monoparental, cuando los padres son del mismo sexo…”. (46) En estas situaciones que afligen a los padres desorientados, sin brújula, que admiten no saber cómo actuar, se puede advertir la importancia de encontrar un dispositivo psicoanalítico en el que “no se trata de educarles, ni de juzgarles, ni de hacer coaching sino de permitirles decir y alojar el sufrimiento que experimentan en la relación con sus hijos a fin de inventar un nuevo lazo con ellos”, afirma.