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Early Morning in Tepepan Viviana Berger Colaboran Isis Nicacio y José Juan Ruiz Reyes
Оглавление“El inconsciente es Baltimore al amanecer” (1) –afirma Lacan a su público, pretendiendo con este dicho medio desconcertante, hacer oír en su audiencia la extrañeza del inconsciente e iluminar la nueva aproximación que él propone: no es el sueño, se trata del despertar.
Al respecto Éric Laurent en su texto “Ciudades psicoanalíticas” (2) comenta: “Lacan se instala en este espacio para trabajar, para preparar su conferencia. Aquel que trabaja parte a la búsqueda de sus pensamientos. Los encuentra en el exterior, delante de él, como pruebas en acto. El punto de vista de esta subjetividad exteriorizada ex-sistente no es sin embargo fenomenológico. Los pensamientos en acto que se leen frente a la visión de la ciudad no reenvían a un sentido definido. No le responden, no son su objeto. Simplemente, están en el exterior como en el interior, ya ahí como pensamientos sin que haya una subjetividad individualizada para tomarlos a su cargo. Que sea el sueño o el trabajo, el espacio del inconsciente es el de los pensamientos ya allí, en potencia o en acto”.
Encontrarse en el exterior con los propios pensamientos y ponerse al trabajo para elucidar un saber, es un efecto de la posición del analista analizante cuyo deseo es movilizado por un interrogante. Pero, responder allí, es del orden del acto del analista que causa ese deseo y lo pone en ejercicio frente al real de la clínica. Y luego, llevar adelante una acción, lacaniana, corresponde a otra perspectiva, más bien al compromiso social del analista. Habrá, entonces, que dilucidar sus coordenadas acordes con los principios del psicoanálisis.
Es con la fórmula “exiliado en el interior” como Jacques-Alain Miller (3) nombra la posición del psicoanalista lacaniano en la sociedad, orientando bajo esta insignia la presencia de los analistas ante el malestar en la cultura, más allá de sus consultorios. Ese será, entonces, el marco para una política de acción que desde el discurso analítico atienda el real de nuestra civilización, ese algo que el analista puede ofrecer a la humanidad.
Las voces detrás de las paredes del Centro Femenil de
Reinserción Social de Tepepan llegan a la Subsecretaría de Sistema Penitenciario de la Ciudad de México abriendo las puertas para el psicoanálisis. Si la indicación de Lacan fue no retroceder frente a la psicosis, ¿cómo habríamos de hacerlo nosotros? No solo se tratará, pues, de investigar sobre los fenómenos contemporáneos de las violencias y la segregación, sino también, animarse a esta clínica, muy particular, en intersección con la criminología y en el seno de instituciones carcelarias. Sin embargo, tampoco el asunto acaba allí; la acción conlleva también una incidencia sobre los dispositivos de atención de la estructura misma y su personal técnico y profesional. Y de nosotras, ¿quién se ocupa?, fue enunciado durante nuestra primera visita de relevamiento de campo.
Si la política del psicoanálisis es la política del síntoma, contamos con una herramienta muy preciosa, capaz de presentar alguna oposición a la fuerza destructiva de la pulsión de muerte e intervenir, quizás en algo, sobre su insistencia repetitiva. “El elemento estructural fundamental de la violencia es su expresión pulsional inmediata sin la mediación del síntoma. Se trata, en la balanza de la medida introducida por el desplazamiento del goce ocasionado por el síntoma, de la desmedida y los excesos de la exigencia pulsional propia del poder ilimitado del superyó más allá del principio de placer. La violencia, en suma, es goce de la pulsión sin la mediación del síntoma y, en estos términos, la revelación, la más prodigiosa, de la cara mortal de la pulsión de muerte”. (4) El desafío será entonces, ¿qué síntoma inventamos allí, entre los psicoanalistas concernidos por este real, los servidores públicos y las personas privadas de su libertad?
Partimos enfrentando nuestro horror al propio goce malo más interior, núcleo pulsional extraño donde repercute el impacto de estas historias tan extremas que nos confrontan con la miseria más humana y trágica de la civilización que nos habita. Das Ding presente dará la apertura a través de esa brecha hacia el imposible de soportar, donde se aloja el sujeto y su goce, y por donde se puede retomar la palabra.
¿Por qué estar ahí? Quizás, para descubrir más acerca del deseo que anima el acto del analista. Quizás, como un modo de circunscribir el horror de su causa y conquistar una
extimidad respecto del propio real. Quizás, ejercitar saber ser un desecho. Quizás, poner a prueba el real del síntoma en un lazo singular con los otros y el Otro social. Quizás, la satisfacción de la experiencia de la política lacaniana. La causa es opaca.
Isis Nicacio, participante del Programa de Investigación en Psicoanálisis y Criminología, propuso la Poliana como imagen para el libro.
La imagen elegida para la portada remite al objeto “pollyanna”, “poliana”, “poleana”, un objeto enigmático y versátil en su estructura, apariencia, significado y función. No hay una sola manera de enunciarla ni de escribirla, incluso no hay muchos datos al respecto, solo nos encontramos con las múltiples trasmisiones que se hacen acerca de eso de boca en boca, con la singularidad del sujeto que la cuenta. La historicidad del objeto es intrigante y como tal, la envuelve cierto halo de ficción.
Es un juego de escapatoria, y una partida puede ser muy larga, puede durar hasta cuatro horas. Al inicio del juego se comienza en las celdas (punto de inicio) y hay que dar la vuelta completa al tablero para que todos los reos (así llamadas a las fichas) lleguen a casa; en el camino (pasillos) el jugador se puede encontrar con otros reos o custodios que lo podrían “golpear” o “hacer de obstáculo”; hay que cuidarse de los artificios de los oponentes para evitar quedarse “estancado” y entonces poder finalizar el juego (llegar a casa).
Se puede rastrear su origen en una novela: Pollyanna The Glad Game, escrita por Eleonor H. Porter, publicada en 1913, narra la historia de una niña llamada Pollyanna que perdió a sus padres y debido a su orfandad fue a vivir con una tía muy estricta. Tiene encuentros con personas que han sufrido grandes pérdidas, enfermas, desoladas. La niña guarda de su padre la enseñanza de siempre mirar y apreciar el lado bueno de las cosas y alegrarse a pesar de los obstáculos que tiene la vida. Pollyanna parece encontrar la alegría incluso en las circunstancias más imposibles. El libro tuvo un gran éxito y debido a esto hubo una secuela en 1915 titulada Pollyanna Grows Up, con su versión en caricatura y en película en 1960 producida por Walt Disney. Se han realizado comics, series de tv y varias versiones de dicha historia –incluso en tiempos más actuales–. Además, suscitó un nuevo término: “Síndrome de Poliana” o “polianismo”, que alude a personas que son incapaces de reconocer desdicha alguna, limitando la “realidad”, teniendo un empuje a mantenerse siempre optimistas y felices a pesar de todo.
También fue la fuente de inspiración para la creación de un juego de mesa (una variante del Parchís de la India) que responde al mismo nombre de la primera historia: Pollyanna The Glad Game, distribuida por Parker Brothers. Sin embargo, el juego no se editó más, y justamente por esta ausencia comienzan a tejerse grandes historias. Quienes han querido jugar, han tenido que elaborar sus propios tableros y sus fichas, los materiales pueden ser muy variados, ya que depende de lo que cada sujeto tenga a su alcance: desde una hoja de papel hasta madera tallada; pero eso no es todo, ya que hay todo un arreglo en imprimirle un sello muy particular a cada objeto.
Este juego se hizo un lugar en las cárceles mexicanas, aunque hay un gran vacío y una gran ficción alrededor de cómo llegó ahí. Se dice que proviene del palacio negro de Lecumberri, otros dicen que de Santa Martha Acatitla, o también que fue traído por narcotraficantes colombianos. Los relatos incluyen a personajes con fama como Caro Quintero (el narco de narcos de los ‘80) de quien se presume como “el mejor jugador de poliana”. Las autoridades penitenciarias también han sido atrapadas por este pasatiempo y se ha dado la ocasión de compartir con las p.p.l. (5) un tiempo, un gusto, una partida.
Ha traspasado los muros de la cárcel y ha sido adoptado en las calles de ciertos barrios mexicanos. En el barrio de Tepito hacen torneos que tienen gran convocatoria. En otros barrios como Santa María la Ribera, dicen no saber nada de su proveniencia y mucho menos que salió de las cárceles; ellos refieren que lo han jugado desde hace varios años de manera tradicional, reunidos en parques familiares.
Si existen otros juegos más relacionados con la cárcel o la clandestinidad como la rayuela de vago, los volados, la baraja, etc., ¿por qué la “poliana”? El juego poliana remite a algo de lo femenino, de misterio y ficción, quizás también porque lo que se pone en juego son los significantes regreso a casa, escapatoria, engaño, salir de la cárcel, no caer presos, no estancarse, matar el tiempo… Pero no todo queda ahí, aún hay más, como un plus de goce, ya que lo excitante del juego son también las apuestas y los objetos que puedan ganarse. Se
dice que los mejores jugadores han obtenido grandes deleites de las apuestas: favores, beneficios, dinero, drogas y hasta sexo.
Nosotros también nos dimos a la tarea de hacer nuestra propia Poliana.
La posición del objeto a en el centro del tablero representa el elemento fundante en el reparto de cartas, allí donde ello habla y como moneda que entra en el circuito en el que la palabra dará una vuelta y otras más, para aguardar el momento en que algo diferente aparezca. El bien decir se juega en una única tirada. El pago de la apuesta en este juego, el rescate del deseo del sujeto.
A continuación presentamos, etapa por etapa, el proyecto que el equipo del Programa de Investigación en Psicoanálisis y Criminología está llevando adelante en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan.
1- Lacan, J., “Conferencia en Baltimore”, Simposio Internacional sobre el estructuralismo, del Centro de Humanidades, 1966.
2- Laurent, E., “Ciudades psicoanalíticas”, Revista Virtualia 8. Fuente: http://www.revistavirtualia.com/ediciones/8/indice
3- Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 159.
4- Santiago, J., “Pulsión de muerte, moterialité del lazo social”, Revista Lacan XXI, Mayo 2019. Fuente: http://www.lacan21.com/sitio/
5- Personas Privadas de su Libertad.