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Evaluación de la huella: la cáscara de banana

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La banana es el artículo alimenticio de compra más frecuente en Estados Unidos.8 También es popular en el resto del mundo: En 2013, más de 17 millones de toneladas de banana se exportaron alrededor del mundo.9

La huella de carbono de la banana parece fácil de evaluar, considerando que la banana tiene una sola “pieza”, no requiere de ensamblaje y viene en su propio “empaque”. Más aún, la banana aparenta tener una cadena de abastecimiento sencilla y con pocos proveedores de fácil identificación. Cuatro de los cinco principales exportadores de banana se aglomeran en las regiones cálidas y húmedas de Centro y Sudamérica. Ecuador encabeza la lista, seguido de Costa Rica, Colombia y Guatemala. En 2011, estos cuatro países, de forma colectiva, suministraron el 57 por ciento de las exportaciones de banana del mundo.10

Cuando los investigadores del Centro de Transporte y Logística de MIT (CTL por sus siglas en inglés) evaluaron las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la cadena de abastecimiento de la banana, encontraron que este sencillo producto oculta un buen número de complejos problemas. CTL se asoció a Chiquita Brands International Inc. y supermercados Shaw’s por varios años para explorar y calcular, en detalle, la totalidad de la huella de carbono de la banana promedio, desde las plantaciones de Chiquita hasta el pasillo de frutas y vegetales de Shaw’s.11 La investigación documentó cada actividad de la cadena de abastecimiento que generó gases de efecto invernadero y calculó sus emisiones en CO2e (CO2 equivalente).12 Y resultó que la banana no es el producto tan natural que creían, sino un producto manufacturado debido a la variedad de procesos involucrados en su cultivo y travesía hacia los anaqueles del minorista. Estas actividades incluyen diversos procesos de producción, aplicación de químicos y transporte.

Cómo hacer banana

Originalmente nativo del sureste de Asia, la banana y su cultivo se ha difundido a muchas áreas tropicales, como las plantaciones costarricenses de Chiquita, las cuales fueron objeto del estudio realizado por MIT. La naturaleza provee los tres ingredientes principales para hacer bananos: dióxido de carbono, agua y luz solar. La planta de la banana extrae dióxido de carbono del aire y agua del suelo según crece. Al madurar, cada planta de banana florece y produce un racimo de 50 a 150 bananas que penden del tallo. Al comer una banana rica en energía y metabolizarlo, la gente devuelve a la atmósfera el CO2 absorbido. A primera vista, este ciclo natural del carbono hace ver a la banana como un producto neutro en carbono. Pero toma más que aire, agua y luz solar para hacer bananas, y toma muchísimo más para transportarlas a quienes las consumen. El cultivo de la banana requiere de otros insumos como fertilizantes, además de grandes cantidades de materia orgánica y nutrientes, tales como nitrógeno y potasio, además de productos para el control de plagas. Por ejemplo, los productores de Costa Rica utilizan bolsas insecticidas traslúcidas, de color azul, para proteger la fruta de la miríada de insectos y plagas que los arruina, según maduran.

¡Racimos de seis pies, siete pies, ocho pies!

Cuando un racimo de banana alcanza el estado perfecto de desarrollo, todavía verde, pero acercándose a la madurez, los trabajadores de la plantación lo cortan y trasladan a la estación de separación. Para transportar las bananas adentro de la plantación, los trabajadores las cuelgan en un riel de metal y manualmente halan una larga fila de racimos a lo largo del campo. En las estaciones de separación de la plantación, los trabajadores parten manualmente los racimos en racimos más pequeños, del tamaño que vemos en los supermercados. Luego se inspecciona la apariencia del racimo y se separan por tamaños. Cualquiera fruta con imperfecciones externas se separa para procesarla en productos tales como el puré de banana. Los trabajadores limpian el resto de la fruta en grandes tanques de agua y luego transportan los racimos a las estaciones de empaque. Los empacadores colocan las bananas clasificadas, que ya han pasado la inspección de calidad, en cajas de 40 libras de capacidad y las apilan 48 cajas sobre cada pallet.

Al completarse la fase de producción agrícola, solo se ha emitido un promedio de 4.8 kg13 de CO2e (menos de un tercio del total de la huella de carbono) por caja de banana. El alto nivel de mano de obra manual en la plantación implica que los vehículos de la finca tienen un consumo moderado de electricidad y combustible. Estas operaciones de la plantación añaden solo 0.3 kg de CO2e a la huella de carbono de una caja de bananas. La producción de químicos utilizados en la finca, tales como abono y pesticidas, emiten 2.6 kg de CO2e. Los abonos a base de nitrógeno también pueden generar emisiones de óxido nitroso, un gas 300 veces más potente que el CO2, que es un gas de efecto invernadero.14 A pesar de que solo unos cuantos gramos de N2O escapan de cada caja, estos equivalen a 0.8 kg de CO2e. La fabricación de las bolsas plásticas pesticidas y las cajas de cartón añaden otro 1.1 kg de CO2e, para un total de 4.8 kg de CO2e por cada caja de 18 kg de banana. Pero allí no termina la travesía de la banana, lo que significa que la contabilización de la huella de carbono no está completa.

Venga, señor, a contar sus bananas

Al final de la línea de producción, los trabajadores cargan los pallets de una tonelada en camiones que los transportan en dirección este, a Puerto Moín, en la costa caribeña de Limón, Costa Rica. Para prevenir la maduración prematura de la fruta, Chiquita refrigera sus bananas en algunas partes del viaje. Los viajes desde la plantación que demoren más de dos horas de la finca al puerto requieren camiones refrigerados. Los viajes de dos horas o menos no necesitan refrigeración, así que evaluar la huella de carbono requiere contabilizar ambos tipos de viaje, por separado, ya que generan diferentes cantidades de GEI tanto del consumo de combustible como de las emisiones de GEI que resultan de la fuga de los refrigerantes. En promedio, el viaje de la finca al puerto añade otros 0.8 kg de CO2e. Una vez que las bananas arriban al puerto, los trabajadores las cargan en contenedores de carga refrigerados. Los gases refrigerantes que se utilizan para enfriar las bananas durante la travesía añaden 0.9 kg de CO2e. Cada contenedor de 40 pies contiene 20 pallets, más de 38.000 libras de banana o 960 cajas. Después, los contenedores repletos de banana se colocan con grúas en navíos pequeños y rápidos. Las operaciones portuarias añaden 0.3 kg de CO2e.

Al momento de realizarse el proyecto de investigación de MIT, Chiquita utilizaba naves dedicadas de carga marítima, la “Gran Flota Blanca”, con el fin de garantizar a los clientes la frescura del producto.15 Los navíos más pequeños que utiliza Chiquita consumen más combustible por tonelada de carga trasportada que las naves grandes. Además, los barcos de Chiquita, de forma rutinaria, solo van parcialmente llenos en el viaje de retorno (la travesía de regreso hacia el sur).16 A pesar de los costos adicionales, la necesidad de frescura dicta la velocidad que se requiere del sistema marítimo.

En promedio, el transporte marítimo de la banana hacia Estados Unidos añadió 3.6 kg de CO2e, más que ninguna otra actividad de la cadena de abastecimiento. En general, el transporte y manejo entre la finca y los puertos norteamericanos fue responsable de casi otro tercio de la huella total de carbono del banano, o 5.6 km de CO2e por caja. En promedio, para cuando las bananas llegan a un puerto norteamericano, ya han acumulado 10.4 kg de CO2e. Y, sin embargo, el viaje aún no termina.

Esta banana está en su punto de entrega

En un puerto norteamericano, los contenedores de banana se descargan del barco y se transportan a uno de los centros de distribución refrigerada de Chiquita. En el centro de distribución, los trabajadores apilan los pallets de fruta en cuartos de maduración sellados, los cuales almacenan aproximadamente la carga de un camión, cada uno. El típico centro de distribución incluye media docena de tales cuartos, cada uno con diferentes etapas de maduración. Poco antes de transportar la fruta a los minoristas, Chiquita inyecta cerca de ¼ de gas etileno en el cuarto para reiniciar el proceso de maduración. Chiquita controla con precisión el número de días que debe exponerse la fruta al gas etileno, variando entre dos a cinco días para alcanzar una de las tres tonalidades de verde/amarillo requeridas por sus clientes minoristas: totalmente verdes, verdes o amarillos. En algunos casos, Chiquita transporta la fruta sin madurar y los minoristas ponen las bananas en los cuartos de maduración de sus propios centros de distribución.

Cuando las bananas alcanzan la tonalidad que desea el minorista, este reparte la fruta a sus tiendas. Por ejemplo, todos los días, en el centro de distribución de Shaw’s para el área centro de Boston, ubicado en Methuen, Massachusetts, miles de cajas de banana se cargan en camiones junto con otros productos perecederos con destino a los supermercados Shaw’s. En total, más de un millón de cajas de banana pasan por el centro de distribución cada año.

El transporte de puertos a la red de distribución y de allí a los puntos de venta al detal añade un promedio de 2.0 kg de CO2e a la huella de carbón de la travesía de la banana. Otras emisiones adicionales provienen de las operaciones de los puertos norteamericanos, centros de maduración y centros de distribución que añaden otro 1.5 kg de CO2e. Las actividades en los puntos de venta al detal, donde los consumidores compran el producto, añaden otros 2.3 kg de CO2e. Desechar el plástico y cartón necesarios para proteger el producto agregan los 1.2 kg de CO2e finales. En total, el impacto de carbono final de la caja promedio de 18 kg de banana con destino a Estados Unidos está cerca de los 17 kg17 de CO2e. Esta es la huella promedio de la banana hasta el estante de la tienda.

Un resumen de las cifras

Transportar una caja de banana al otro lado del mundo, desde la plantación hasta su punto de venta al detal, es responsable de casi 40 por ciento de su impacto ambiental.

FIGURA 3.1 | Análisis de la huella de carbono de una caja de banana vendida en Estados Unidos.


Fuente: A. Craig. “Midiendo la Eficiencia de la Cadena de Abastecimiento: Una referencia para la Etiqueta del Carbono”. Diss., Massachusetts Institute of Technology, 2012.

Entre los otros procesos que ocasionan impacto están los químicos, tales como fertilizantes y pesticidas, procesos que suceden en las grandes plantas de producción, lejos de las plantaciones de banana de Chiquita. La figura 3.1 muestra la huella acumulada de carbono de la caja promedio de banano marca Chiquita que se vende en Estados Unidos, dividida en sus componentes principales.

Fuera de alcance

Finalmente, por abarcador que haya sido el análisis realizado por MIT, el estudio limitó el alcance de la recolección de data a los actores principales con el fin de asegurar su manejo. Aun así, los investigadores identificaron 56 materiales y procesos principales a lo largo de 16 fases importantes de la cadena de abastecimiento necesaria para cultivar bananas y entregarlas de la plantación al consumidor. La cadena de abastecimiento de la banana es parte de una red comercial e industrial global que suministra abonos, agua, energía, vehículos, empaques y una amplia gama de otros ingredientes necesarios para cultivar, cosechar y transportar el banana. El impacto de carbono de esta fruta también inicia antes de su cultivo en una plantación: Inicia en las fábricas de fertilizantes, bosques, pulperías, minas de carbón y plantas eléctricas.

Utilizando software especializado para Life Cycle Assessment (Análisis del Ciclo de Vida - ACV),18 diseñado para calcular los impactos ambientales [ver la sección “Análisis del Ciclo de Vida (con Parálisis)”], los 56 materiales y procesos originales enumerados en la fase de recolección de datos, crecieron hasta incluir más de 1.500 actividades de la cadena de abastecimiento que abarca todo el planeta y que son todas necesarias para producir y entregar las bananas. El software ayudó a los investigadores a detectar la contribución de cada uno de estos procesos y materiales de la cadena de abastecimiento que, al final, resultan en la huella de carbono final de la banana y que, a cambio, revela la verdadera complejidad de la cadena de abastecimiento, incluso del más sencillo de los productos.

Aun con el uso del software, el análisis excluyó un número de artículos menores, tales como la emblemática calcomanía azul que Chiquita adhiere a las bananas o las bolsas plásticas o de papel que utilizan los consumidores para llevarlas a casa. No incluye la contribución del banano a los GEI emitidos por los carros que utilizaron los consumidores para transportarse a la tienda, de ida y vuelta. No incluye la huella de ninguna electricidad utilizada por el consumidor para licuar la banana y convertirlo en daiquiri u hornearla al hacer pan, y no incluye la huella de emisiones de metano que resulta de la descomposición de la fruta descartada o sus cáscaras. A pesar de que puede argumentarse que estas huellas, en su mayoría posteriores a la venta al detal, están más allá del control de Chiquita y Shaw’s, eso no impide que las ONG, al igual que los gobiernos, responsabilicen a las empresas por crear productos que pueden ser utilizados de forma irresponsable o que tienen un alto impacto durante su uso o descarte. Los capítulos 7, 8 y 9 sopesan las oportunidades que representan para las empresas el rediseño de sus operaciones, productos o mensajes al mercado con el fin de reducir impactos en estas etapas finales del ciclo de vida del producto.

La huella varía

Como mencioné en las secciones anteriores, es difícil encontrar un producto cuya aparente simplicidad sea mayor que la de la banana. Aun así, calcular la huella de carbono de hasta el producto más “simple” es asunto complicado, debido a las variaciones temporales y geográficas de la cadena de abastecimiento subyacente. El cálculo de 17 kg de CO2e es la huella de carbono promedio de una caja de banano cultivado por Chiquita en Costa Rica y vendida en Estados Unidos.

FIGURA 3.2 | Huella de carbono de una caja de banana vendida en Estados Unidos.


Fuente: A. Craig. “Midiendo la Eficiencia de la Cadena de Abastecimiento: Una Referencia para la Etiqueta del Carbono.” Diss., Massachusetts Institute of Technology, 2012.

En realidad, cada caja de banana tiene una huella de carbono muy distinta, dependiendo de en qué parte Estados Unidos o del mundo, se vendió. Por ejemplo, la banana que se vende en los supermercados de Nueva Orleans, cerca del puerto más próximo al punto de exportación costarricense, tiene una huella de carbono de casi 14 kg de CO2e por caja. La banana que se vende en Seattle, cuya travesía marítima es más larga, tiene una menor utilización en el viaje de retorno y está a mayor distancia terrestre (1,100+ millas) del centro de distribución más cercano, tiene una huella de carbono de 21 kg de CO2e por caja. La figura 3.2 ilustra la variación en la huella de carbono de la banana producida por Chiquita, dependiendo de la ubicación del puerto doméstico de entrada, centros de distribución y clientes minoristas a lo largo y ancho de Estados Unidos. Los círculos concéntricos representan las distancias de manejo por carretera hasta los centros de distribución y las otras delimitaciones ilustran las áreas de servicio de los diferentes centros de distribución.

Las huellas de las operaciones globales de Chiquita varían significativamente a lo largo y ancho de su red. La empresa maneja cientos de plantaciones y emplea seis servicios de transporte de carga marítima (navieras), que descargan banana en cinco puertos de Estados Unidos y ocho en Europa. La empresa también opera nueve centros de distribución en Estados Unidos y once en Europa, desde los cuales abastece de banana a cientos de cadenas minoristas que distribuyen la fruta a miles de puntos de venta al detal.

El problema de la banana es el agua

El carbono no es la única huella que preocupa. Chiquita evaluó la huella de agua de su propia producción de banana en un estudio análogo al de la huella de carbono.19 El análisis de Chiquita incluyó cálculos separados de los volúmenes de tres categorías de agua. “Agua verde” es el agua de lluvia que cae de forma natural sobre las tierras de Chiquita. En contraste, “agua azul” es agua dulce extraída de la superficie o aguas subterráneas provenientes de lagos, ríos y acueductos. El uso de agua verde se considera, por lo general, más sostenible que el agua azul, a pesar de que el consumo de agua verde de una empresa inevitablemente reduce la cantidad de agua azul disponible para otros usuarios hacia abajo de la fuente de agua. Por último, “agua gris” son aguas residuales o de desecho que salen a desagües que podrían contaminar las fuentes de agua azul o que requieren ser tratadas de alguna forma. Los tres tipos de huella del agua afectan a los usuarios que se encuentran más abajo de la corriente, tales como granjas, industrias y ciudades, además de humedales y estuarios.

Al igual que la huella de carbono de la banana, su huella de agua varía significativamente dependiendo de la ubicación: de 440 a 632 litros por kilogramo de banana (53 a 76 galones por libra). Las plantaciones ubicadas en Costa Rica y Panamá utilizan menos agua y solo utilizan agua verde. Aquellas ubicadas en Honduras y Guatemala requieren más agua y dependen del agua azul por medio de sistemas de riego. El agua que se utiliza en las plantaciones es responsable del 94 al 99 por ciento del total de la huella del agua, un patrón para nada inusual en la producción agrícola. El resto de la huella proviene del agua utilizada en los procesos de lavado y refrigeración de la banana. Esta cifra también varía entre 1.6 y 35.6 litros por kilogramo de banana, dependiendo del diseño del sistema de lavado y la adopción de recirculación y reutilización del agua de lavado. Chiquita también observó que la huella del agua varía de forma impredecible en función de las precipitaciones, calor, humedad y rendimiento del cultivo.20

Huella interna versus huella externa

A pesar de que Chiquita es propietaria de la mayoría de su cadena de abastecimiento, sus operaciones son responsables de menos de la mitad de la huella de carbono del banano. De hecho, esta cifra es relativamente alta, debido a que la cadena de abastecimiento de Chiquita es “poco profunda” (solo incluye dos niveles básicos) y está bajo control directo de la empresa. Para muchas empresas y muchas cadenas de abastecimiento, los proveedores y clientes a lo largo de la cadena contribuyen, en promedio, tres veces más a la huella de carbono de un producto que las propias operaciones de la empresa.21 Como se mencionó en el capítulo 2, esta relación es significativamente mayor para empresas como Cisco, Apple, Microsoft y la mayoría de las empresas de ropa y calzado, quienes tercerizan gran parte de sus actividades de manufactura y transporte. También, como se indicó en la introducción de este capítulo, en la industria de los productos no-esenciales de consumo la huella externa de la empresa es 19 veces más grande, en promedio, que la huella interna de la empresa.22 La huella de carbono y otros impactos ambientales son verdaderos atributos de las cadenas de abastecimiento.

El Protocolo de Gases de Efecto Invernadero23 para la evaluación y reporte de las huellas de carbono formaliza esta noción de huellas internas y externas de una empresa como un conjunto de tres alcances. Las emisiones de carbono de Alcance 1 son aquellas generadas por fuentes de propiedad o directamente controladas por la empresa. Algunos ejemplos son los hornos, calderas, plantas eléctricas in situ, combustibles que consumen los vehículos de la empresa y emisiones de GEI que no son CO2, tales como los refrigerantes, N2O proveniente de fertilizantes y compuestos orgánicos volátiles emitidos por los activos de la empresa. El Alcance 2 incluye las emisiones indirectas de carbono que surgen de la compra de electricidad, calefacción o vapor que la empresa utiliza de forma directa. Estos dependen de la intensidad de emisión de carbono de la red de suministro eléctrico y otras fuentes de energía de terceros.

El Alcance 3 comprende todo lo que no sea parte de las operaciones propias de la empresa, como por ejemplo, la producción de materiales y piezas adquiridas y los servicios provistos por proveedores externos (como el transporte en vehículos que no son propiedad de la empresa). Esta categoría también incluye el uso que les da el cliente y su descarte.24 Incluye las secciones hacia arriba y hacia abajo de toda la cadena de abastecimiento, incluyendo el fin del ciclo de vida. Además, el Alcance 3 incluye la huella de carbono de los bienes capitales, tales como los equipos de la fábrica de la empresa, edificios de oficinas y vehículos que nos son fabricados por la empresa. También incluye artículos como los viajes de negocio, transporte de los empleados, franquicias y la huella de carbono de las inversiones en el balance general de la empresa (ej., participación cruzada en otras empresas). El protocolo define 15 categorías de emisiones dentro del Alcance 3 con el fin de facilitar las evaluaciones comparativas y la creación de reportes entre empresas.

Note que las definiciones de estos tres alcances del Protocolo de Gases de Efecto Invernadero no se basan en una perspectiva de la cadena de abastecimiento. En particular, tales perspectivas podrían segregar los impactos hacia arriba de la cadena, de los impactos hacia abajo de la cadena. De hecho, estos se presentan entremezclados en el Alcance 3. Más aún, un ángulo de la cadena de abastecimiento separaría los impactos de costos variables de los impactos de costos fijos, pero el Protocolo también entremezcla los impactos de los gastos capitales internos de la empresa en el Alcance 3. Es decir, el Protocolo hace del Alcance 3 una categoría de barrido generalizado que dificulta a los clientes de una empresa comprender cuáles de los impactos de la empresa son imputables a ese cliente.

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