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Análisis del ciclo de vida (con parálisis)

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El análisis de la huella de carbono del banano es un ejemplo de un ACV, que es una evaluación sistemática de todo lo que ingresa y sale de los procesos de abastecimiento, manufactura, entrega, uso y devolución o descarte de un producto. Muchos consumidores, empresas y legisladores se preguntan cuál es el impacto ambiental de sus preferencias: “¿Es mejor comprar un artículo producido localmente que otro transportado desde muy lejos?” (Ver el capítulo 5.) “¿Es mejor utilizar las bolsitas reutilizables que el tradicional empaque de botella plástica de los productos líquidos?” (Ver el capítulo 8.) Las complejidades del análisis de la huella de la banana demuestran que estas simples preguntas, e intuiciones simplistas, pueden llevar fácilmente a falsas conclusiones. Solo un análisis sistemático de la cadena de abastecimiento del producto podrá, al final, llevar a la decisión correcta.

Los ACV típicamente se enfocan en una sola categoría de impacto ambiental (como las emisiones de carbono, consumo de agua o uso de tierras) como un preludio al entendimiento o mitigación de ese impacto en particular.

En el contexto del cambio climático, los ACV más comunes calculan la huella de carbono de un producto. Los ACV ganaron popularidad durante la crisis energética de la década de 1970 y durante el período de acrecentado interés por el medio ambiente que siguió a la década de 1980.

Un ACV difiere de la gestión del Ciclo de Vida de un Producto (PLM por sus siglas en inglés)25 en varios sentidos. Los ACV competen al material e insumos ambientales de entrada y salida de una sola unidad o una cantidad específica de un producto. El alcance de un ACV abarca la materia prima, piezas, una unidad del producto terminado y uso que le da el consumidor hasta llegar al descarte de la unidad que se analiza. En contraste, el PLM concierne por lo general a la programación y gestión de un producto, modelo o unidad de mantenimiento de inventario (SKU por sus siglas en inglés). El alcance del PLM abarca la conceptualización de la Investigación y Diseño (R&D), ingeniería de diseño, manufactura de fábrica, servicio y eventual obsolescencia de ese tipo de producto.

El camino hacia el análisis de la huella de Tesco

En 1919 Jack Cohen empezó a vender alimentos desde un pequeño puesto en el East End de Londres.26 Cinco años más tarde, fundó Tesco, tomando las primeras tres iniciales de su proveedor de té T. E. Stockwell (el té fue el primer producto de su propia marca) y las primeras dos iniciales de su apellido. Tesco ascendió a la cima de los minoristas británicos enfocándose en sus clientes con innovaciones como los esquemas de lealtad (las tarjetas “escudo verde”) y utilizando data de los hábitos de compra de sus consumidores para adaptarse de forma temprana a las tendencias de consumo.27 La cadena creció de forma orgánica y a través de adquisiciones, convirtiéndose en el minorista más grande del Reino Unido y el tercero más grande del mundo.

Sin embargo, 2006 no fue un buen año para el minorista. Ese año la empresa fue implicada en dos escándalos concernientes al trato de sus trabajadores en las fábricas de Bangladesh,28 incluyendo el uso de mano de obra infantil.29 Más aún, cuando el Consejo Nacional de Consumidores evaluó las ocho principales cadenas de supermercados del Reino Unido en 2006, con base en su cuidado del medio ambiente,30 Tesco recibió una calificación general de “D”, “D” en transporte, “C” en desperdicios y “C” en cultivos sostenibles. Temeroso de la reacción negativa de los consumidores, Tesco corrió a responder.

En 2007, justo mientras el reporte del cuarto panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) declaró que era “inequívoco” que el clima del planeta se hacía más cálido, el CEO de Tesco, Sir Terry Leahy conmocionó a los medios de comunicación al anunciar su plan de buscar o desarrollar una etiqueta de huella de carbono con base en el ACV para las emisiones GEI de cada uno de los 50.000 a 70.000 productos vendidos por Tesco. “Muy a menudo, en lo que respecta a problemas como la sostenibilidad, se ha representado a Tesco como parte del problema”, declaró Leahy en un comunicado dirigido a grupos de interés.31 “Esto no puede ser más errado. Cuando se desea alcanzar y empoderar a muchos, Tesco es gran parte de la solución, no del problema”, añadió Leahy.32

Los consumidores tienen una nueva necesidad, argumentó. Desean vivir de forma sostenible, incluyendo tomar decisiones de comprar más conscientes. La información sobre la huella de carbono con base en el ACV en las etiquetas de Tesco motivaría a los consumidores a reducir su huella de carbono al seleccionar productos con una menor huella. “Nuestro papel como negocio es brindarles información y los medios para alcanzar este cambio”, dijo Leahy.33

Para esas fechas, Walmart entró en una alianza estratégica con el Fondo de Defensa Ambiental (EDF por sus siglas en inglés) para evaluar la huella de carbono en la cadena de abastecimiento de clases enteras de sus productos. Durante una reunión realizada en la oficina central de la empresa en Bentonville, Arkansas, frente a una audiencia de 1.500 proveedores, empleados y líderes de sostenibilidad, el presidente y CEO de Walmart, Mike Duke, anunció un plan para desarrollar un “índice mundial de sostenibilidad”.34Duke reflejó el entusiasmo de Leahy al describir un plan para documentar no solo la huella de carbono de cada producto de sus más de 100.000 proveedores, sino también evaluar productos por su consumo de recursos naturales, eficiencia material y su impacto en la gente y sus comunidades.

Ambos anuncios dejaron atónito al comentarista ambiental de The Guardian, George Monbiot, quien preguntó días después del anuncio de Leahy “si Tesco y Walmart son amigos del planeta ¿le queda algún enemigo?”35 Ambas firmas, acotó en esa misma columna publicada en 2007, se estaban acogiendo a “estándares más altos de lo que ningún gobierno se atrevería a auto-imponerse”. Fiel a su palabra, Tesco diseñó para sus etiquetas un logo en la forma de un pie, de color negro, con una cifra que informaba a los consumidores sobre la huella de carbono del producto, de manera que los consumidores pudieran ver, simple y directamente, el impacto ambiental de los productos que decidían comprar.


Los consumidores entonces podían comparar esos productos y, de desearlo, comprar el que hubiese puesto menos carbono en la atmósfera. Podrían cambiarse fácilmente de una marca de leche a otra o, a lo mejor, abandonar su lata de pepitas de marañón cultivadas en la India en favor de un producto Cadbury fabricado más cerca de sus hogares con una menor huella de carbono. Más allá, los fabricantes podrían observar las preferencias de los consumidores por productos “más verdes” y esforzarse por reducir su propia huella de carbono, llevando a una competencia entre los fabricantes para ser más sostenibles, lo que da como resultado una reducción de las emisiones de carbono en toda la industria. Además, los consumidores podrían correr a las tiendas Tesco, reconociendo a la empresa como líder en la oferta de opciones responsables con el ambiente.

Mientras tanto, CarbonTrust se posicionó para introducir su propio servicio de evaluación de la huella de carbono. La ONG británica inició operaciones en 2001 con el principal objetivo de asistir a las empresas en el cálculo y entendimiento de sus huellas de carbono.36 En marzo de 2007, a pocas semanas del anuncio de Leahy, CarbonTrust añadió una etiqueta de certificación de carbono a su portafolio de oferta.37

Considerando la proximidad de los anuncios y similares objetivos, tenía sentido para Tesco trabajar con la CarbonTrust, según Martin Barrow, director de registro de huella de Carbon Trust. Tesco y Carbon Trust pactaron iniciar etiquetando un grupo de casi 100 productos. La meta creció a 500, “y entonces la intención fue creciendo lentamente”, dijo Barrow.38

Las huellas requieren caminar

Para asignar una cifra a la etiqueta de huella de cada producto, Carbon Trust desarrolló y utilizó un estándar ACV denominado PAS 2050,39 que requiere una meticulosa investigación de todo el ciclo de vida de un producto.40 El manual del PAS 2050 ilustra el proceso de evaluación con un ejemplo simplificado de un croissant. A pesar de que fue diseñado para ayudar a las empresas a entender los procesos involucrados, el ejemplo solo demostró cuán complejo y arduo puede ser el proceso.

El ejemplo del croissant incluyó un diagrama de flujo multicolor con 25 procesos interconectados que representan las entradas, salidas, conversiones, almacenaje, transporte y descarte,41 detalles tales como la posibilidad de que los consumidores calentaran o congelaran el panecillo luego de comprarlo, al igual que el carbono producido por el empaque durante su transporte y al descomponerse en un vertedero. Cada una de las 25 casillas del diagrama requería de extensa investigación y recolección de data.

Más allá, el texto acompañante admitía que el diagrama simplificado omitía por completo la mantequilla, uno de los ingredientes claves en la fabricación de este pan hojaldrado, y uno de los mayores contribuyentes a la huella de carbono del producto. Incluir la mantequilla, indicaba el manual, requería contabilizar la huella de carbono de la fábrica de la mantequilla, la granja de lácteos que producía la leche, los pastizales que alimentaron las vacas, además de los procesos asociados de transporte, manejo y almacenamiento.42 Esas vacas podían estar en el Reino Unido o algún otro país, añadiendo tanto a los costos de transporte como a distintas prácticas operativas de la industria de lácteos. Más aún, la huella podría variar durante el año si las vacas pastan en campos cercanos durante el verano, pero luego es necesario trasportar pasto en camiones para alimentarlas durante el invierno.

En resumen, Tesco y Carbon Trust acordaron crear una hoja de ruta para toda la cadena de abastecimiento de cada uno de los productos de sus tiendas y recabar data de cada proveedor dentro de esas cadenas de abastecimiento. Estas cadenas no se limitaban a los proveedores de Nivel 1 de Tesco, con quienes la empresa tiene contacto a diario. Tesco también necesitaba entrevistar y recopilar información de los proveedores en los niveles más profundos de la cadena. Helen Fleming, directora de cambio climático para Tesco, declaró a la publicación The Grocer que tomó “un mínimo de varios meses de trabajo” para calcular la cifra que pondrían en cada una de las etiquetas de huella negra.43

Primero un lote, luego un problema

El primer lote de productos con etiquetas de carbono aterrizó en los anaqueles de Tesco en agosto de 2009, no sin poca fanfarria.44 Los empleados del supermercado destacaron las etiquetas instalando exhibidores especiales, perpendiculares a las góndolas, que saltaban a la vista. Eso, combinado con la promoción mediática usual, resaltó los esfuerzos de Tesco por sus consumidores. Mientras tanto, un equipo de colaboración conformado por empleados de Tesco y asesores de Carbon Trust trabajaron tras bambalinas para preparar la próxima ronda de etiquetas de carbono.

En apariencia, el plan era simple, pero alcanzable. Una grande y poderosa cadena minorista con considerable control sobre su mercado se asoció con una respetable ONG para establecer un plan de etiquetado que creía importar a sus clientes. Existía un marco de referencia para el proyecto y Tesco parecía tener la voluntad de llevarlo a término. Sin embargo, en retrospectiva, el plan se articuló en algo de ilusión optimista.

El número de productos etiquetados con su huella en los anaqueles de Tesco nunca incrementó, como se había estipulado. Leahy, quien fue CEO de Tesco desde 1997, renunció a su cargo en marzo de 2011.45Tesco canceló su programa de huella de carbono un año después, luego de etiquetar tan solo 500 productos.46 La cadena alcanzó un paso de escasos 125 productos por año.47 A ese ritmo, la empresa habría necesitado más de siete siglos para etiquetar los 90.000 SKUs en sus tiendas.48 Y esto es suponiendo que, por supuesto, Tesco no haría cambios a sus líneas de productos y que sus proveedores no cambiarían los ingredientes o procesos de manufactura de ninguno de los productos etiquetados durante esos siglos.

El programa de Walmart tampoco tuvo mejor suerte. Al mismo tiempo que el programa de etiquetado de Tesco se desmoronaba, el proyecto de etiquetado de Walmart tuvo una muerte silenciosa. Por ejemplo, en 2014, la página corporativa de Walmart sobre su índice de sostenibilidad no hace referencia alguna al etiquetado de sus productos ni al respecto de su impacto ambiental. En vez de ello, habla de “desarrollar un estándar sostenible para los productos” en cooperación con el Consorcio para la Sostenibilidad. Es interesante que, a pesar del fracaso del esfuerzo de Tesco, su imagen como ambientalista mejoró. A la par del lanzamiento de su iniciativa de etiqueta en 2009, Carbon Trust premió a la cadena minorista con el galardón Estándar de Carbon Trust.49 Al entregar el premio, Carbon Trust acotó que Tesco había alcanzado un progreso significativo en la reducción de su “intensidad de carbono”. El plan de ACV de Tesco fracasó porque la empresa subestimó gravemente el esfuerzo que requiere cada ACV y sobrestimó la respuesta de los consumidores, otros minoristas y los fabricantes de productos. En un intento por explicar la falla, Fleming dijo en una entrevista publicada en The Grocer en 2012:50 “Esperábamos que otros minoristas corrieran a hacer lo mismo, dándole una masa crítica, pero no fue así”. Tesco abrigó esperanzas de cambiar el comportamiento de sus consumidores de forma que motivara a otros minoristas a etiquetar sus productos. Los consumidores, sin embargo, no compraron los productos etiquetados en mayor cantidad que los no etiquetados.

Como bien demuestra el ejemplo de Chiquita, un ACV exacto del impacto ambiental de cada producto requiere grandes cantidades de data y extenso análisis. Los cálculos del costo de una sola evaluación de huella varían entre $10.000 y $60.000 por producto,51 52 cosa poco práctica, a menos que la tecnología de ACV y recolección de data se abarate o se sumen otros actores.

De críticos del carbono a calumniadores de etiquetas

Otros pensaron que las etiquetas de Tesco no eran lo suficientemente buenas, demostrando una vez más que il meglio è l’inimico del bene: “Lo perfecto es enemigo de lo bueno” (ver Capítulo 1). Los ambientalistas presentaron dos objeciones. La primera, la metodología PAS 2050 utilizada por Carbon Trust excluye varias categorías mayores de la huella. “Ninguna de las maquinarias utilizadas en la fabricación de una camiseta son consideradas [en el PAS 2050], pero esta maquinaria puede tener una enorme huella de carbono. La eficiencia de la maquinaria se toma en consideración, pero el impacto de producir y mantenerla, no”, dijo el Dr. John Barrett, del Instituto Ambiental de Estocolmo en la Universidad de York, Reino Unido.53La segunda, “una huella de carbono baja en un producto no significa que el producto es enteramente amigable con el medio ambiente. Pueden existir otros problemas que tienen que ver con el producto, como la deforestación, uso de agua e impacto social”, dijo el activista de Amigos de la Tierra, Richard Hines.54

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