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Segunda parte 2020: un año en clave de cambio, innovación y transformación…

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Ante un futuro tan incierto, la respuesta no es mejorar la situación, sino ir en otra dirección. El desafío no consiste en reparar el sistema, sino en cambiarlo; no se trata de reformarlo, sino de transformarlo.

Sir Ken Robinson

Sin dudas el año 2020 fue un año lleno de incertidumbre y miedo; un año por demás extraño y difícil. Los dos primeros meses estuvieron marcados por la desorientación, la búsqueda de información y de herramientas tecnológicas que nos ayudaran, de la mejor manera posible, con el trabajo. Nos desacomodamos completamente, fuimos impactados de lleno como sociedad y como personas, nuestras vidas se vieron modificadas completamente. Nuestro mundo, que giraba a una velocidad uniforme, tal vez demasiado rápido para algunas cuestiones y muy lento para otras, se vio impactado por un repentino, desconocido y amenazante fenómeno mundial, la pandemia por Covid-19.

Me aventuraré en la física, no sin margen de error ya que no es precisamente mi campo de acción. Pero considero que todo lo que nos está pasando se relaciona fuertemente con esta disciplina. Los expertos nos hablan de “ir en otra dirección” (Ken Robinson), de “superar inercias, rehacer mapas y rutas” (Aragay), en definitiva de “movimiento”.

Entender la lógica del movimiento es bastante complejo. En física se define como un cambio de la posición de un cuerpo a lo largo del tiempo respecto de un sistema de referencia. Podría decir que es relativo a la posición en la que nos encontramos situados y del punto de vista de cada uno con respecto a una determinada acción.

Hablar de movimiento, es en principio, pensar en Newton, en sus Leyes o principios. Podría, creo yo, hacer una analogía aplicando los principios de Newton a este período de grandes y bruscos movimientos sociales y educativos ¿Se acuerdan de las Leyes de Newton? ¿De la inercia, la dinámica (o fuerza) y la acción y reacción?.

La Primera ley o ley de la inercia. Postula que un cuerpo permanecerá en reposo o en movimiento recto con una velocidad constante, a menos que se aplique una fuerza externa.

Pues bien, en el año 2006, el catedrático uruguayo Luis Osín, Dr. En Ciencias de la Computación y Máster en Ingeniería Eléctrica, entre otros, expresaba categóricamente: “el obstáculo más importante para el éxito es la inercia del sistema educativo”. Continuaba Luis Osín:

“Ya en el siglo pasado se escucharon fuertes voces en contra de la masificación ciega de la enseñanza, pero sin mucho éxito, como lo prueba la siguiente cita de William H. Kilpatrick, publicada en 1925 en el anuario de la NSSE dedicado al tema: “Adaptando las escuelas a las diferencias individuales”: “Ningún procedimiento se adecuaba a todos los niños en una clase, cualquiera que ésta fuese. Era el viejo problema de institución contra individuo. Y, como de costumbre, la solución más fácil fue apoyar a la institución y dejar que el individuo sufra. Y eso hicimos.”

“¡Extraordinaria honestidad intelectual! Y agreguemos que, cuando nos referimos a la inercia del sistema educativo, no hay prueba más clara que el hecho de que hace ٨٠ años ya se había reconocido claramente que se debía buscar una solución sistémica al problema de las diferencias individuales, y seguimos esperándola”.12

De la ponencia de Osín en el 2006 a hoy, han pasado 14 años…Pese a la reforma educativa, a los rápidos avances tecnológicos y el acceso a los mismos que hemos tenido los ciudadanos comunes en los últimos años, a los esfuerzos por realizar pequeños cambios, la inercia siguió dominando la concepción del sistema educativo, “cambiamos” para continuar haciendo lo mismo. Esta inercia, de más de cien años, finalmente se vio sacudida por una gran fuerza: una pandemia, una inesperada crisis de salud mundial que motivó cambios, innovaciones y transformaciones tan deseadas y esperadas, no sólo por los expertos en educación, sino que por los estudiantes durante largo tiempo. Estos cambios se estaban produciendo con mucha fuerza en este exacto momento. ¡Se agotó el tiempo! ¡La transformación en educación es aquí y ahora!

Al respecto señalaban Mariano Narodowski y Delfina Campetella en el documento “Pensar la educación en tiempos de pandemia: Entre la emergencia, el compromiso y la espera”13, lo siguiente:

“Si pensamos a la escuela de la modernidad como una estructura musical, veremos que ella permaneció constante a lo largo de tres siglos. Su permanencia, sin embargo, está obviamente interpretada por medio de variaciones muy diversas y hasta en algunos casos aparentemente contradictorias entre sí pero que hasta antes de la pandemia de 2020 no habían logrado una disrupción tal que conforme un motivo radicalmente diferente, desarticulando la armonía original y convirtiéndola en otra”.

La Segunda ley o ley fundamental de la dinámica, postula que la fuerza neta que es aplicada sobre un cuerpo es proporcional a la aceleración que adquiere en su trayectoria. O sea, aunque se aplique la misma fuerza a cuerpos de distintos tamaños y pesos, estos alcanzarán una aceleración diferente.

Las normativas emanadas del Ministerio de Educación de la Nación y de los Ministerios provinciales durante este período de contingencia, llegaron con la misma fuerza para todas las escuelas, públicas y privadas, sin importar el volumen ni las realidades sociales, siempre pensadas desde un paradigma homogeneizante; pero ¿todas las escuelas podíamos hacer lo mismo? ¿podíamos obtener los mismos resultados? Obviamente que no, cada contexto tiene cultura, su lenguaje, sus recursos y sus tiempos.

Las escuelas son diferentes, como diferentes son las comunidades donde está inserta. La pandemia por coronavirus no ha hecho otra cosa que agravar esas diferencias, mostrándolas desde los que quedaron afuera, lo excluidos, donde la normativa no impacta porque falta casi todo. Es importante que se reconozca la diversidad como parte constitutiva del colectivo estudiantil, ya que los niños, adolescentes y jóvenes provienen de distintos contextos y realidades, y creer que la educación llegará a todos por igual y que responderán de la misma forma, es una utopía.

Lo cierto es que ante el mismo requerimiento, las escuelas, docentes y directivos se movieron como pudieron, algunos más lento y otros más rápido, de acuerdo con sus posibilidades y arrojaron resultados conforme a su situación. Las escuelas con estudiantes con mayor poder adquisitivo y acceso a las tecnologías salieron rápidamente a resolver la contingencia. Las escuelas cuyos estudiantes cuentan con poca o nada de tecnología debieron organizarse de otra forma obstaculizando, en muchos casos, la continuidad pedagógica y ralentizando las trayectorias educativas. Pudimos percibir la famosa “brecha digital”, que castigó a los estudiantes que provenían de hogares de bajos recursos que contaban con menos herramientas para acceder a la educación remota de emergencia.

La Tercera ley o principio de acción y reacción. El postulado de la tercera ley de Newton dice que toda acción genera una reacción igual, pero en sentido opuesto. Es cuando tenemos que mover un cuerpo, o cualquier objeto pesado. La fuerza de acción aplicada sobre el objeto hace que este se desplace, pero al mismo tiempo genera una fuerza de reacción en dirección opuesta que percibimos como una resistencia del objeto.

Llegamos a la parte difícil, la de la reflexión y la autocrítica, la resistencia al cambio.

El gran desafío que tuvieron que enfrentar la mayoría de los docentes, en la primera etapa de la Pandemia, fue el de superar el analfabetismo digital y la resistencia al saber tecnológico. ¿Qué es analfabetismo digital? Principalmente el nivel de desconocimiento que tenían los docentes acerca de las nuevas tecnologías, que les impidió, al principio, interactuar a través de éstas con sus estudiantes. Pero, no voy a generalizar, muchos docentes no pudieron acceder a la alfabetización digital por falta de recursos y herramientas, por problemas de conectividad o por situación geográfica. Otros sin embargo, no la alcanzaron por miedo a “romper algo”, a “tocar mal las teclas”, “meter mal el dedo”, etc. Lo desconocido angustia y el miedo simplemente paraliza.

La situación que vivimos generaba todo tipo de resistencias. Nos vimos obligados a modificar rutinas, hábitos de vida y profesionales, a aceptar con impotencia el miedo o dificultad de realizar algo nuevo o diferente, a la exposición, a equivocarnos, a la que se le suma la biografía escolar que nos obliga a repetir patrones de conducta aprendidos desde la niñez.

La resistencia es particular, cada uno la vive desde la propia experiencia personal y desde la capacidad o disposición que posee para aceptar los cambios. Perdimos el control de la clase, por lo que entramos en una terrible incertidumbre y caos. Que hubo resistencias, las hubo, pero finalmente muchos lo lograron y vivieron la alegría de emprender algo nuevo, tomar otros rumbos y reconfigurar mapas. Aprendimos y avanzamos, lento o rápido, no importa, avanzamos.

“Nada sucede hasta que algo se mueve”

Albert Einstein

P.E.I.demia: Crónica de una crisis educativa anunciada

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