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6.4. La impronta de los Salmos

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Entre los libros de la Biblia destacan el Evangelio de Mateo y las Cartas de Pablo por ser, entre otros motivos, textos de referencia para los maniqueos. No obstante, merece consideración aparte la presencia del Libro de los salmos en las Confesiones, como demuestra el trabajo de G. N. Knauer 78 . Éstas son, por remedar a Agustín en su plegaria inicial, el canto de alabanza que devuelve una parte de la creación a su creador. Una serie de características de los salmos —como que sean la expresión lírica de David, poeta inspirado por la divinidad, que dicha expresión sea más propicia a una interpretación alegórica, así lo demuestra Agustín en sus Comentarios a los Salmos 79 , y que se encuadren en el Antiguo Testamento, el cual debía ser redimido a los oídos de los maniqueos— podrían justificar que fuesen tomados como referente de Confesiones. Pero es que además, el salmo o himno, entendido como forma de expresión lírica religiosa, era un vehículo comunicativo muy frecuente y eficaz de los dogmas religiosos 80 , especialmente de los maniqueos, cuya liturgia acompañaban 81 . En este sentido, está más que constatada la presencia de salmos en la cena de los electos, principal ceremonia litúrgica maniquea, tanto durante la ofrenda de las donaciones piadosas como, especialmente, durante la digestión de dichos perfectos 82 . Las voces de los salmos que acompañaban la digestión enviaban al cielo las partículas de luz liberadas a través de la llamada Columna de Gloria. La presencia de la música instrumental era también muy importante, como permiten ver algunas de las ilustraciones medievales 83 . Por el contrario, el uso de salmos y cantos en la liturgia cristiana occidental —no así en la oriental 84 — era prácticamente inexistente 85 hasta hacía no mucho, y Agustín se ocupa de advertirlo en Confesiones IX 6, 15, donde narra cómo la comunidad ortodoxa de Milán dirigida por Ambrosio introdujo el canto de salmos por primera vez durante un encierro de protesta contra la política proarriana de la emperatriz Justina.

De la existencia de una fuerte cultura sálmica maniquea dan testimonio el himnario copto hallado en Medinet Madi 86 o los recientes descubrimientos arqueológicos de Kellis, donde han aparecido tablillas que contienen el inicio de salmos que debía continuar de memoria la comunidad 87 . Agustín, al escribir su Réplica a Fausto el maniqueo, XV 5-6, todavía era capaz de parafrasear un salmo maniqueo llamado Poema de amor. La intención del tagastense no puede ser más evidente, sobre todo al leer el siguiente salmo que desarrolla el citado versículo de Mateo 7, 7 que articula y finaliza las Confesiones :

Ábreme, Árbol de la vida

Árbol de la paz, ábreme.

Ábreme tus esencias,

que yo pueda contemplar el rostro de los santos.

Ábreme.

Ábreme tus palacios,

porque mi corazón ha perdido su gozo,

Ábreme.

Ábreme tus paraísos,

que mi espíritu reciba una grata fragancia.

Ábreme 88 .

Y esa secuencia final de Confesiones concluye (XIII 38, 53) con la misma doxología que otros salmos maniqueos, un «sí» repetido y un «amén» 89 .

Entre las numerosísimas citas de los Salmos recogidas y elaboradas en las Confesiones merecen destacarse dos: el Salmo cuarto, citado casi en su totalidad a lo largo de IX 4, 8-11, cuando el tagastense recuerda la emoción de los días posteriores a su conversión. Recoge además la esencia de la obra en su versículo 4: «El Señor me escuchará cuando le llame». Por su enorme frecuencia y significación en la confesión destaca también el salmo 18, 15: «Y serán para complacer las expresiones de mi boca, y la reflexión de mi corazón estará siempre bajo tu mirada, Señor, ayuda mía y redentor mío». Esta frecuente aparición de in conspectu tuo («bajo tu mirada» en la presente traducción) permite ubicar en su propio corazón el monólogo dialogado que mantiene con Dios.

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