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La batalla de Tévar:

de la Guerra de las Galias al Cantar de Mio Cid1

Alfonso Boix Jovaní

Para Alicia Fernández Fernández,por el paseo barcelonés

Más allá de la importancia de la batalla de Tévar tal y como aparece narrada en los vv. 956-1086 del Cantar de Mio Cid (CMC, en adelante), poco se ha dedicado al estudio de las fuentes del episodio, tal vez porque, tradicionalmente, se ha considerado a la Historia Roderici (HR, en adelante) como fuente principal del CMC a la hora de redactar este pasaje. Según se indica en el capítulo 37 de la HR, «Berengarius ergo comes cum ingenti exercitu suo per montana usque ad proximum locum, ubi Rodericus erat, peruenit et tentoria sua parum procul iuxta Roderici fixit»2 y, tras intercambiar con el Cid cartas que nada contribuyeron a lograr una solución pacífica y mucho a caldear la situación, se enfrentó al Campeador (HR, capítulos 40-41).3 Montaner señaló, tras repasar las opiniones de destacados predecesores, las múltiples coincidencias entre la HR y el CMC, las cuales hallan un adecuado resumen en las palabras del autor mismo (Montaner, 2011a: 784 [1993: 484; 2007: 439-440]):

De hecho, sus coincidencias [del CMC] con el relato de HR, 37-42, aunque ocasionales, son notables. Además de la localización de la batalla […], se puede citar el desarrollo del combate, que es bastante similar: los catalanes atacan desde una posición más elevada al Campeador; éste arenga a sus tropas, que se equipan y disponen en formación; pese a la situación de desventaja, pronto obtienen la victoria, capturando al conde y a sus principales caballeros y obteniendo un rico botín […]. Lo relativo a la prisión del conde también contiene semejanzas, en el hecho de que se prepare un banquete tras la victoria y el conde sea liberado tras haber comido. Incluso la caracterización de don Remont y ciertos elementos del diálogo entre él y el Cid se corresponden con algunas frases y con el tono de las cartas que, según la HR, 38-39, ambos se intercambiaron antes de la batalla.

Es necesario añadir, en efecto, que las coincidencias entre el CMC y la HR no se limitan únicamente a la batalla de Tévar en sí, sino también en lo que a su contexto se refiere, como sucede con el intercambio de cartas entre conde y Campeador previo a la contienda. Así narra lo sucedido el CMC

–¡Ya cavalleros,apart fazed la ganancia,

apriessa vos guarnide metedos en las armas!

El conde don Remontdarnos ha grant batalla,

de moros e de cristianosgentes trae sobejanas,

a menos de batallanon nos dexarié por nada.

Pues adelant irán tras nós,aquí sea la batalla;

apretad los cavallose bistades las armas.

Ellos vienen cuesta yusoe todos traen calças,

e las siellas cocerase las cinchas amojadas;

nós cavalgaremos siellas gallegase huesas sobre calças,

ciento cavallerosdevemos vencer a aquellas mesnadas.

Antes que ellos lleguen al llanopresentémosles las lanças:

por uno que firgadestres siellas irán vazias.

Verá Remont Verengueltras quién vino en alcança,

oy en este pinar de Tévarpor tollerme la ganacia.–

Todos son adobadoscuando mio Cid esto ovo fablado,

las armas avién presase sedién sobre los cavallos;

vieron la cuestayuso la fuerça de los francos.

Al fondón de la cuesta,cerca es del llano,

mandólos ferir mio Cid,el que en buen hora nasco;

esto fazen los sosde voluntad e de grado,

los pendones e las lançastan bien las van enpleando,

a los unos firiendoe a los otros derrocando.

Vencido á esta batallael que en buen ora nasco,

al conde don Remonta presón le á tomado.

ý gañó a Colada,que más vale de mill marcos de plata,

ý benció esta batalla,por o ondró su barba.

Prísolo al conde,pora su tienda lo levava,

a sos creenderosguardarlo mandava.

De fuera de la tiendaun salto dava,

de todas parteslos sos se ayuntavan;

plogo a mio Cid,ca grandes son las ganancias.4

(vv. 985-1016)

Y así se narran los hechos en la HR (capítulos 40-41):

Cum autem Berengarius cum omnibus suis hanc audisset epistolam, omnes unanimiter inmensa accensi sunt ira. Accepto itaque consilio, quosdam milites nocte continuo miserunt, qui furtim montem, qui supra castra Roderici eminebat, ascend<er>ent et caperent, existimantes enim ab ipso monte castra Roderici disrumpere, eiusdem omnia tentoria inuadere atque penitus accipere. Venientes itaque nocte preocupauerunt supradictum montem et tenuerunt illum, Roderico nesciente.

Altera uero die, summo mane, comes et sui armati uociferantes circa castra Roderici et ilico irruerunt in eos. Quod autem perspiciens, Rodericus dentibus suis cepit fremere, et militibus suis loricas statim iussit induere et acies contra aduersarios uiriliter preparare. Rodericus autem irruit ueloci impetu in aciem comitis, quam in primo certamine mouit et deuicit. Tamen in ipso certamine uiriliter bellando Rodericus de equo suo in terram cecidit corpusque autem eius statim illisum et uulneratum extitit. Verumptamen milites a bello non destiterunt, ymo robustis animis pugnauerunt, donec et comitem et omnem exercitum suum deuicerunt atque uiriliter superauerunt, Multis quidem et innumerabilibus illorum interfectis atque peremptis, tandem eundem comitem ceperunt et captum cum V fere milia suis in prelio illo captis <ad> Rodericum perduxerunt. Rodericus uero quosdam, uidelicet, dominum Bernaldum, Giraldum Alaman, Raymundus Muroni, Ricardum Guilelmi atque alios quamplures et innumerabiles nobilissimos una cum eodem comite <re>tineri et sub custodia peruigili haberi atque retrudi precepit. Facta est itaque uictoria semper laudanda et memoranda in manu Roderici super comitem Berengarium et super exercitum eius.

Milites autem Roderici depredati sunt omnia castra atque tentoria Berengarii comitis acceperuntque omnia spolia, que in eis receperunt (sic), uidelicet, multa uasa aurea et argentea et uestes preciosas, / (f. 86 v) mulos et equos, palafredos, lanceas, loricas, sctura et omnia bona quecumque acceperunt, cuncta integra et salua fide bona Roderico presentauerunt atque contulerunt.

[41.] Comes autem Berengarius, uidens et cognoscens se a Deo uerberatum et confusum et in manu Roderici captum, humilis misericordiam ei petens, ante Roderici in suo temptorio sedentis peruenit eique indulgentiam multa prece expetiit. Rodericus autem eum benigne recipere noluit neque iuxta eum in temptorio suo sedere permisit, sed foris extra temptoria eum custodiri a militibus suis iussit. Victualia quippe sibi largiter ibidem dari sollicite precepit. Tandem uero liberum ad terram reuerti sibi concessit.5

Sin embargo, existe una divergencia fundamental entre ambos textos, a saber, la aventura del ayuno de Don Remont, que no tiene paralelo en la HR y cuya narración se inicia en el CMC con los versos

– Non combré un bocadopor cuanto ha en toda España,

antes perderé el cuerpoe dexaré el alma,

pues que tales malcalçadosme vencieron de batalla.–

(vv. 1021-1023)

A lo largo de los vv. 1017-1086 se desarrolla el famoso episodio del ayuno de Don Remont, donde el conde acabará aceptando la comida que le ofrece el Campeador después de que el castellano le ofrezca liberarlo junto con dos hijosdalgo si opta por alimentarse. La postura conciliadora del Cid hacia Don Remont según el CMC no aparece en la HR («Rodericus autem eum benigne recipere noluit neque iuxta eum in temptorio suo sedere permisit, sed foris extra temptoria eum custodiri a militibus suis iussit.» [«Rodrigo no lo quiso recibir benignamente ni le permitió sentarse en su tienda, junto a él, sino que mandó que fuera custodiado por sus soldados fuera de la tienda»]), si bien le ofrece alimento a su prisionero y le permite marchar en libertad («Victualia quippe sibi largiter ibidem dari sollicite precepit. Tandem uero liberum ad terram reuerti sibi concessit» [«Mandó, no obstante, allí mismo solícitamente que le fueran suministrados víveres abundantes. Finalmente, le concedió volver libre a su tierra»]). Pero, y he aquí lo verdaderamente importante, la HR no indica que el conde intentase morir de inanición, rechazando la comida ofrecida por el Cid, ya que tal actitud sería incoherente con la humildad que muestra al solicitar audiencia con el Cid («humilis misericordiam ei petens, ante Roderici in suo temptorio sedentis peruenit eique indulgentiam multa prece expetiit» [«pidiéndole misericordia humildemente llegó a presencia de Rodrigo, que estaba sentado en su tienda, y le rogó indulgencia con mucha súplica»]). Así pues, si el ayuno de Don Remont no aparece en la HR, es necesario preguntarse en qué se basa el CMC para incluir la abstintencia del conde, finalmente abandonada por el mismo para obtener la libertad.

Creo que la respuesta se encuentra en un pasaje del libro VIII de La guerra de las Galias, atribuido a Aulo Hircio, recuerda poderosamente a los hechos sucedidos en la batalla de Tévar, tal y como se narran en el CMC:

36 Re bene gesta Caninius ex captivis comperit partem copiarum cum Drappete esse in castris a milibus non amplius XII. Qua re ex compluribus cognita cum intellegeret fugato duce altero perterritos reliquos facile opprimi posse, magnae felicitatis esse arbitrabatur neminem ex caede refugisse in castra, qui de accepta calamitate nuntium Drappeti perferret. Sed in experiundo cum periculum nullum videret, equitatum omnem Germanosque pedites, summae velocitatis homines, ad castra hostium praemittit; ipse legionem unam in trina castra distribuit, alteram secum expeditam ducit. Cum propius hostes accessisset, ab exploratoribus, quos praemiserat, cognoscit castra eorum, ut barbarorum fere consuetudo est, relictis locis superioribus ad ripas esse fluminis demissa; at Germanos equitesque imprudentibus omnibus de improviso advolasse proeliumque commisisse. Qua re cognita legionem armatam instructamque adducit. Ita repente omnibus ex partibus signo dato loca superiora capiuntur. Quod ubi accidit, Germani equitesque signis legionis visis vehementissime proeliantur. Confestim cohortes undique impetum faciunt omnibusque aut interfectis aut captis magna praeda potiuntur. Capitur ipse eo proelio Drappes.

37. Caninius felicissime re gesta sino nullo paene militis vulnere ad obsidendos oppidanos revertitur externoque hoste deleto, cuius timore antea dividere praesidia et munitione oppidanos circumdare prohibitus erat, opera undique imperat administrari. Venit eodem cum suis copiis postero die Gaius Fabius partemque oppidi sumit ad obsidendum. […] [44.] Drappes, quem captum esse a Caninio docui, sive indignitate et dolore vinculorum sive timore gravioris supplicii paucis diebus cibo se abstinuit atque ita interiit. (edición de Peskett, 1885: 18-22)6

Una presentación esquemática con la comparación de estos episodios según figuran en el CMC, la HR y este pasaje de La guerra de las Galias (véase Apéndice I) permite observar cómo, pese a los mínimos puntos no coincidentes, en buena medida debidos a la narración propia de cada texto, la batería de coincidencias entre los textos resulta abrumadora: el planteamiento de esta batalla es igual en ambos casos, donde un poderoso contingente, en principio mejor equipado —romanos y catalanes—, ataca desde una posición elevada a un ejército menos preparado y prácticamente indefenso. No parece casual, a la vista del texto latino, que la tropa castellana semeje la de unos bárbaros en contraste con el refinamiento de los catalanes. Pero, si la derrota de Drapes era lógica, por ello mismo tendría que haberlo sido la del Cid; por contra, los bárbaros castellanos se alzan con el triunfo, y el contraste con la derrota de los galos permite hacerla más destacada, al apreciarse mejor cuán difícil y meritorio es su éxito. Por supuesto, al invertirse la situación, son los castellanos quienes obtienen el gran botín. Y, lo más destacable de todo: La guerra de las Galias sí hace referencia a la muerte por inanición del caudillo vencido, si bien el CMC, por su trama propia y seguramente por respeto a la verdad histórica, no hace morir a Don Remont aquí, sino que se aprovecha el episodio para mostrar al Cid magnánimo que perdona la vida a su enemigo.

Eso sí, tanto el ayuno de Drapes como el de don Remont parecen deberse a la mismas motivaciones: «Drappes […] sive indignitate et dolore vinculorum sive timore gravioris supplicii paucis diebus cibo se abstinuit atque ita interiit», lo cual se opone a quienes han visto en el ayuno del conde barcelonés una huelga de hambre,7 pues su desprecio hacia el Cid y sus hombres («–Non combré un bocado por cuanto ha en toda España, / antes perderé el cuerpo e dexaré el alma, / pues que tales malcalçados me vencieron de batalla.–») señala que, al igual que le sucedió a Drapes, se sentía deshonrado por la derrota, sustentando así las lecturas de Corfis (1984: 173), para quien «The Count resisted because he could not accept defeat by such “malcalçados”», y Montaner (2011a: 792 [1993: 492; 2007: 448]), para quien el ayuno «es esencialmente una muestra de despecho (vv. 1018, 1020, 1024 [sic, por 1023]) […]. Por ello, creo que tiene razón M. Pidal al achacar el desplante de don Remont al disgusto por una derrota que él considera humillante». La existencia de otros casos similares de ayuno, deshonor o humillación en la literatura, como el que figura en el Libro de Apolonio, donde la hija del rey Antioco, que es violada por su padre, «La duen- ya por este fecho fue tan enuergonçada / que por tal que muriese non queria comer nada;» (estrofa 8, vv. 29-30) [cito por la edición de Corbella (2011)], lleva a establecer que estemos ante un lugar común. Pero las semejanzas entre el testimonio de La guerra de las Galias y la batalla de Tévar narrada por el CMC no se reducen a ese ayuno; al contrario, son múltiples, lo cual apunta a una relación muy cercana entre ambos y permiten contemplar al texto latino no sólo como un antecesor de la contienda entre el Cid y Don Remont, sino como una plausible fuente del poema castellano.

Parece evidente, pues, que el texto del CMC ofrece una combinación del texto de Aulo Hircio y de la versión de la batalla de Tévar ofrecida por la HR, de ahí que se detecte un esquema narrativo general que coincide con el del libro VIII de la Guerra de las Galias y, a la vez, elementos muy concretos que coinciden con la HR. El problema radica, por supuesto, en establecer si existen suficientes evidencias para establecer que el texto de Aulo Hircio sea incontestablemente una fuente del CMC. Parece evidente que el poeta del CMC utilizó como fuente la HR (Smith 1983: 143-149 [1985: 185-193] y 1984: 12; Montaner 2000 y 2011a: 784, 796, 805, 807, 813-814, 817, 882-883 [1993: 484, 494, 502-504, 509-510, 512-513, 562-563; 2007: 440, 450, 459, 461, 468, 471-472, 537-538]), pero el testimonio de La guerra de las Galias obliga a plantear la presencia de más de una fuente para el relato de la batalla de Tévar que ofrece el CMC, lo cual ya había sido planteado de modo hipotético, pero nunca demostrado hasta ahora.8 Y, a falta de un candidato mejor, el citado pasaje del libro VIII de La guerra de las Galias se convierte en la segunda fuente más probable, la cual, además, ofrece una respuesta más plausible a dicho ayuno que la sugerida por Smith (1983: 146 [1985: 189]), para quien el banquete de la HR «gave the poet the idea for his banquet (‘grant cozina’, l. 1017), and also, by extension, for the Count’s refusal to participate in it, and for his fatuous hunger-strike and battle of wills against his captor». Más bien, el ayuno de Drapes habría sugerido la disputa del Cid con el conde, quien acabaría comiendo simplemente porque Berenguer Ramón no murió en aquella contienda, respetando así la veracidad histórica.

Las semejanzas entre ambas fuentes son tan importantes en su esquema estructural que me lleva a pensar que La guerra de las Galias tal vez no sirviese sólo como fuente para el CMC, sino también para la HR, ya que resulta inverosímil pensar que la HR y el poema castellano coincidiesen independientemente en utilizar al mismo texto como fuente, de ahí que sea posible que, al consultar la HR para componer sus versos, el poeta del CMC recordase el pasaje de Aulo Hircio, acudiendo al texto clásico para dar forma definitiva a su versión de la batalla de Tévar. Puesto que la HR no incluye referencia alguna al ayuno de don Remont, pero sí otras múltiples semejanzas, es factible plantear cierto grado de importante influencia del texto clásico sobre el castellano, pero esto nos enfrenta a la perspectiva de que la HR no tendría por qué haber transmitido una narración verídica de los sucedido en Tévar, sino una recreación de la batalla de Caninio y Drapes, esta vez protagonizada por el Cid, lo cual implicaría la dolorosa consciencia de ignorar cómo se desarrolló una de las batallas más importantes en la vida del Campeador y sería forzoso, en tal caso, admitir un tercer tipo de fuentes para la HR además de aquellas, orales y escritas —como las tomadas de un hipotético archivo cidiano—, más o menos fidedignas sobre el Cid (Montaner 2011b: 187-191): las de carácter ficticio o, en todo caso, que refieren episodios adoptados por la HR para atribuírselos al Cid. La identificación de más pasajes con estas características permitiría ratificar que la HR no sólo habría servido como fuente histórica para conocer al Cid sino, también, para construir su leyenda. Sirva este trabajo como un paso en tal dirección.

Bibliografía

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SMITH, Colin (1983), The making of the «Poema de Mio Cid», Cambridge, Cambridge University Press [reed. (1985) La creación del «Poema de Mio Cid», Barcelona, Crítica).

APÉNDICE I.

Cuadro comparativo de las distintas fases de las batallas según el libro VIII de la Guerra de las Galias, el Cantar de Mio Cid y la Historia Roderici (en negrita, los puntos donde existen divergencias)




1.El presente estudio forma parte de las actividades desarrolladas en el marco del Proyecto del Plan Nacional de I+D+i con código FFI2012-32331: «Formas de la Épica Hispánica: Tradiciones y Contextos Históricos II», financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, y dirigido por el Dr. Alberto Montaner Frutos.

2.Cito por la edición de Ruiz Asencio y Ruiz Albi (1999: 74). Una traducción válida es la que ellos mismos ofrecen: «El conde Berenguer, con su ingente ejército, marchando por las montañas, llegó hasta un lugar próximo al que estaba Rodrigo y levantó sus tiendas poco lejos de él» (Ruiz Asencio y Ruiz Albi, 1999: 122).

3.Para un completo análisis de estas misivas, tanto en lo que a su veracidad como a su funcionalidad narrativa se refiere, véase Bautista (2013).

4.Cito siempre el CMC en este artículo por la edición de Montaner (2011).

5.Cito por la edición de Ruiz Asencio y Ruiz Albi (1999: 78-79): «Como oyese Berenguer, con todos sus hombres, la carta [del Cid], todos de forma unánime fueron invadidos por una ira inmensa. Tomado un acuerdo, enviaron al punto durante la noche a unos soldados para que subieran y ocuparan furtivamente el monte que dominaba el campamento de Rodrigo, pensando destruirlo desde esa elevación, invadir y apropiarse de todas las tiendas. Así pues, llegando de noche, ocuparon el monte y se quedaron en él sin saberlo Rodrigo. Al día siguiente, muy de mañana, el conde y sus hombres armados llegaron dando voces a los alrededores del campamento de Rodrigo y lo atacaron. Viendo lo cual Rodrigo, empezó a rechinar sus dientes y mandó a sus soldados que al instante se pusieran las lorigas y prepararan virilmente las filas contra el adversario. En veloz carrera, Rodrigo irrumpió en la formación del conde, la arrancó y derrotó en el primer choque. Sin embargo, en este combate, combatiendo como un hombre, Rodrigo fue derribado de su caballo y su cuerpo quedó magullado y herido. Pero sus hombres no abandonaron el combate, sino que, por el contrario, con ánimo firme lucharon hasta que derrotaron y virilmente vencieron al conde y a todo su ejército. Muertos y destruidos muchos soldados en cantidad innumerable, finalmente cogieron al conde, y cautivo con casi cinco mil de los suyos que habían sido cautivados fueron llevados ante la presencia de Rodrigo, el cual mandó que algunos de éstos, a saber, don Bernal, Giraldo Alamán, Ramón Mirón, Ricardo Guillén y otros muchos e innumerables nobles, juntamente con el conde, fueran retenidos, vigilados con cuidado y encarcelados. Así se produjo la victoria, siempre digna de ser alabada y recordada, de Rodrigo sobre el conde Berenguer y su ejército. Los soldados de Rodrigo entraron a saco en el campamento y tiendas del conde Berenguer y tomaron todo el botín que en ellas hallaron, a saber, muchos vasos de oro y plata, vestidos de precio, / (f. 86v) mulas, caballos, palafrenes, lanzas, lorigas, escudos, y todos estos bienes que cogieron, sin que faltara nada, los llevaron y presentaron a Rodrigo. [41.] El conde Berenguer, viendo y conociendo que él había sido azotado y confundido por Dios y que estaba cautivo en manos de Rodrigo, pidiéndole misericordia humildemente llegó a presencia de Rodrigo, que estaba sentado en su tienda, y le rogó indulgencia con mucha súplica. Rodrigo no lo quiso recibir benignamente ni le permitió sentarse en su tienda, junto a él, sino que mandó que fuera custodiado por sus soldados fuera de la tienda. Mandó, no obstante, allí mismo solícitamente que le fueran suministrados víveres abundantes. Finalmente, le concedió volver libre a su tierra.» (Ruiz Asencio y Ruiz Albi, 1999: 125-6).

6.«XXXVII. – Logrado este golpe, supo Caninio de los cautivos que parte de las tropas estaba con Drapes en los reales, á diez millas de distancia. Confirmado lo cual por otros muchos, y entendiendo que puesto en fuga a uno de los dos capitanes fácilmente podrían ser desbaratados los demás con el miedo, juzgaba gran fortuna el que nadie se hubiese retirado á los reales, que llevase á Drapes la noticia de la rota primera. Mas como no veía riesgo en hacer la experiencia, envió delante á los reales del enemigo toda la caballería y la infantería germana, que es de una ligereza increíble. Repartió una legión por su campo, y partió con la otra á la ligera. Cuando estaba ya cerca del enemigo, supo por los exploradores que, conforme á la costumbre de los bárbaros, habían éstos sentado su real á las orillas del río, abandonando las alturas, y que los germanos y nuestra caballería, cogiéndolos de improviso, se habían echado sobre ellos y trabado la batalla. Con esta noticia encaminó hacia aquel paraje la legión en orden de batalla; y así, de repente, dando señal en todas partes, se tomaron todas las alturas. Hecho esto, los germanos y la caballería pelearon con gran denuedo viendo las insignias de la legión. Al punto acometieron las cohortes por todas partes, y muertos todos ó hechos prisioneros, se apoderaron de la presa, que era cuantiosa, y quedó el mismo Drapes prisionero. XXXVIII. – Logrado el lance felicísimamente, sin tener apenas un hombre herido, Caninio volvió á cercar á los ciudadanos, y deshecho el enemigo de afuera, cuyo temor le había estorbado el aumento de sus destacamentos y la contravalación de la plaza, dió orden de que por todas partes se adelantasen las obras. Al día siguiente llegó C. Fabio con sus tropas, y tomó á su cargo el ataque de una parte de la ciudad […] [XLVI] Drapes, de quien dije que había sido preso por Caninio, ya sea por indignación y sentimiento de las prisiones ó por temor de un castigo más severo, no quiso comer en unos días, y así murió.» (cito por la traducción de Valbuena, 1920 [?]: 251-256).

7.Ya para Dámaso Alonso (1941: 358) «El conde intenta la huelga de hambre […]. Pero, cuando a los tres días le oye al Cid que si come le pondrá en libertad, entre aquella promesa y el buen apetito medieval y templado por tres días de abstención, cambia de parecer y olvida su voto»; para Oleza (1972: 198) «el conde de Barcelona, que declara una especie de pasiva huelga de hambre»; reitera la idea poco después, al afirmar que «[el Cid va a] poner en contradicción la dignidad personal del Conde y su deseo de libertad, va a hacernos entrar en conflicto, y vamos a ver al Conde agachar las orejas y salir con el rabo entre las piernas, confiriendo al episodio su característico humor» (Oleza 1972: 203); Garci-Gómez (1975: 124-127) afirma que «Nos encontramos, evidentemente, con un caso del uso del ayuno como medio de coerción para obtener la libertad; fue, además, un medio muy eficaz» (Garci-Gómez, 1975: 125); para López Estrada (1982: 235) : «El juego oral se establece sobre todo a través de los comentarios del Cid que suscitarían la risa de los oyentes: [y cita los vv. 1054-55] El amable interés del Cid por la buena comida del Conde es el contrapunto de la huelga de hambre que éste pretendía llevar a cabo y que no pudo sostener».

8.Como bien resumía Chalon (1976: 178): «Les deux critiques [Menéndez Pidal y M. W. Kienast] penchent plutôt pour une source littéraire commmune à l’Historia et au Cantar. Et ce qui nous concerne, nous ferons observer qu’il est normal que le poète et le chroniqueur, chacun dans son style propre, nous rapportent les ordres donnés par le Cid avant le combat, mais que seule la rencontre dans les deux textes d’un même détail très particulier justifierait que l’on crût, soit a l’influence de l’un des textes sur l’autre, soit a l’influence d’une source commune aux deux. Or, le seul détail vraiment curieux de la chronique (Rodrigo grinçant des dents) ne se retrouve pas dans le Cantar».

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