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Una reflexión final

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Para concluir este texto, me gustaría plantear una pregunta más: ¿qué pasaría si alcanzáramos el ideal de una lengua sin masculino genérico, o, si se prefiere, una “lengua no sexista”? La respuesta, probablemente, sería que, en esa situación ideal, tener una lengua no sexista ayudaría a conseguir una sociedad no sexista.

Existen, como planteábamos al principio, muchas lenguas que no hacen distinción de masculino/femenino en su sistema gramatical y en ellas, por supuesto, no hay un uso genérico del masculino porque el género mismo en cuestión no existe. Una de esas lenguas es el farsi. Esta lengua no tiene género por ninguna parte: ni en sus sustantivos, ni en sus adjetivos, ni en sus pronombres. En ella no hay rastros de género y no lo ha habido por cientos de años. El farsi (o persa), sin embargo, es la lengua de Irán, cuya sociedad se encuentra, probablemente, entre las más machistas de nuestro planeta. En farsi, por ejemplo, se puede decir y se puede pensar lo que un clérigo iraní señaló, según el periódico The Guardian: “Las mujeres que usan ropa reveladora y se comportan de manera promiscua son las causantes de los terremotos”8. ¿Otro ejemplo? El turco es otra de estas lenguas que (con la salvedad de unas pocas palabras compuestas) no hace ninguna distinción de palabras por su género. Muy recientemente, sin embargo, en Turquía siete mujeres fueron detenidas, acusadas de “ofensas al Estado”, y arriesgaron penas de hasta dos años de cárcel por cantar el himno “Un violador en tu camino” del colectivo Las Tesis9. El inglés, finalmente, es una lengua que también tiene muy poco género gramatical: no lo tiene en sustantivos ni adjetivos y solo quedan unos pocos vestigios de esta categoría en algunos de sus pronombres. En las sociedades de habla inglesa, además, es donde desde la década de los sesenta del siglo pasado se han propuesto con mayor intensidad iniciativas de uso no sexista del lenguaje. Sin embargo, en un país como Estados Unidos no solamente una persona puede justificar los abusos sexuales que han ocurrido en sus fuerzas armadas diciendo algo como “¿qué esperaban estos genios al poner a las mujeres junto con los hombres?”, declaración marcadamente machista, sino que esa misma persona fue elegida posteriormente como el presidente de esa nación10. Es claro, entonces, que no hay una relación directa entre una sociedad más igualitaria o discriminadora en lo sexual con la existencia de un masculino genérico en la gramática de sus lenguas.

La idea de que al impulsar un cambio lingüístico se producirá un cambio en la realidad es una manifestación del llamado “determinismo lingüístico”, una hipótesis que plantea que las categorías de una lengua determinan la manera que tiene de ver el mundo una comunidad. Sin embargo, en su versión extrema, esto es evidentemente falso, ya que, de no serlo, no habría cabida para nuevas ideas y nuevas formas de pensar en las lenguas. El hecho de la existencia de ideas y propuestas feministas en la lengua española (con masculino genérico y todo) es en sí mismo testimonio de este error.

Sexo, género y gramática

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