Читать книгу Tepito, cabrón y frágil a la vez - Adriana María Isabel Núñez García - Страница 11

Sobre los capítulos

Оглавление

La distribución de los temas que dan respuesta a la pregunta principal se estructura en cinco episodios:

Capítulo I. Marco teórico conceptual. Aquí se abordan los fundamentos del liberalismo, el cual históricamente ha subordinado a los gobiernos, tanto ideológicamente como en la praxis, sometiéndolos a las exigencias del mercado. Es evidente la paradoja entre la libertad y el liberalismo, ya que para este último la libertad no es producto de una reflexión de la naturaleza humana, sino consecuencia lógica de la necesidad instrumental de un grupo frente al otro para poder desarrollar sus actividades económicas y alcanzar el poder. La tradición política liberal se basa en el bienestar del individuo, sustentando los deseos y estilos de vida en el valor del dinero, lo que exacerba el egoísmo y la racionalidad.

El liberalismo sólo “protege al individuo que, dentro de su cuadro social, es siempre libre para comprar su libertad; pero ha sido siempre una minoría de la humanidad el número de los que tienen los recursos para hacer esa compra” (Laski, 1979, p. 16). Así, el objetivo principal de la acción humana es “la búsqueda de la riqueza”, empero, al ser un número limitado de sujetos que pueden comprar la libertad, la igualdad la daría el Estado mediante las instituciones que deberían dar ciertos beneficios, aunque siempre limitados al amplio grupo social que no puede pagar su libertad (Laski, 1969, pp. 16-17).

La modernidad, al entrelazarse con la ideología del liberalismo, lo que combate profundamente es la voluntad de la tradición. Las sociedades modernas se levantan contra las sociedades tradicionales, a las que denominan como primitivas, arcaicas, bárbaras o atrasadas. La razón y el progreso son la base fundamental de la modernidad desarraigando el sentido de lo tradicional, que se toma como fatalidad (Nietzsche, 1981, p. 66). La diferencia entre la tradición y los principios de modernidad es que la primera desarrolla al hombre como sujeto social y la segunda como sujeto individual. En los pueblos tradicionales, el sacrificio se ofrece para la obtención de algo espiritual; sin embargo, en el mundo moderno el dinero es objeto de culto.

Para que la modernidad pueda sobrevivir a los cambios histórico-sociales, tiene que ir de la mano del modelo económico que somete al orden político y social. Este nuevo orden se denomina Estado Moderno Neoliberal. Lemm (2009) considera que el Estado se convierte en una especie de estorbo para el neoliberalismo, por lo que habría que flexibilizarlo y “liberarlo” desde un enfoque de mercado, enterrando así la legitimidad de éste. Hablamos, entonces, de una política de la destrucción contra el Estado-Nación, lo que convierte su reconstrucción en una causa de guerra, una estrategia de mercado y un negocio. La economía de mercado regula y suplanta al Estado, el cual ya no tiene el control absoluto de los cuerpos mediante sus aparatos disciplinarios: ahora el liberalismo económico y su política se convierte en un apéndice y sostén del mercado.

Esta estructura que llamamos Estado moderno neoliberal genera diversos problemas sociales, como la marginación, la violencia y la criminalización a los jóvenes del barrio, que son un grupo vulnerable por ser discriminado y estigmatizado. Estos jóvenes no cuentan con recursos económicos, redes sociales y familiares, vivienda digna y oportunidades de trabajo; además de su bajo nivel educativo y adicciones a sustancias ilegales. El marginal no sólo es señalado por la carencia económica, sino que se le relaciona con el crimen, al desapego a la norma de lo establecido, lo que le convierte en un inadaptado que requiere ser destruido, olvidado y desterrado de la sociedad. Se le observa de forma desdeñosa, nombrándolo con calificativos como parásito, lacra o criminal. Se le criminaliza por el hecho de vivir en un espacio geográfico determinado como marginal. Los medios de comunicación juegan un papel preponderante en la visualización y estigmatización de estos sectores marginados.

El capítulo II aborda el tema de la construcción de juventud en la era moderna neoliberal: el deber ser.

Para Foucault, el sujeto “es aquel que se sirve de medios para hacer cualquier cosa. Cuando el cuerpo hace algo, es que existe un elemento que se sirve de él y este elemento no puede ser más que el alma. El sujeto de todas estas acciones corporales [es] el lenguaje del alma” (Foucault, 2002, p. 46). De esta forma, el hombre se ha valido de su cuerpo para manifestar síntomas o expresar sentimientos reflejando así su alma. El espíritu de los hombres se manifiesta en la acciones del alma que se plasman mediante sus cuerpos y, durante siglos, los jóvenes han manifestado su espíritu y alma de esta forma. Si algo caracteriza a las sociedades modernas es justamente el control de los cuerpos, y la población juvenil resulta un grupo bastante importante para el control de sus acciones mediante las instituciones y el poder pastoral, que intentan formar, dirigir y controlar a los cuerpos juveniles (Foucault, citado en García, 2010, pp. 35-37). Este control tiene una razón de ser: los jóvenes se manifiestan sobre todo en las coyunturas políticas, económicas y culturales, y en las revoluciones siempre están presentes.

En México, los conceptos joven y juventud nacen a mediados del siglo XX; sin embargo, las acciones sociales dirigidas a la población juvenil por parte del gobierno, se dan en los inicios de ese mismo siglo, proceso que va unido con la entrada de la etapa moderna. Estas acciones se ven reflejadas en el fortalecimiento de la escuela preparatoria y de las carreras liberales, a principios del año 1900.

En el país, el rango de edad que define a los jóvenes oscila entre los 12 y 29 años de edad.2 Entre los 12 y 17 años se les llama “menores de edad” y en esta etapa requieren de un tutor, quien tiene el derecho de controlar sus pertenencias, persona y libertad, y a partir de los 18 años se les llama “adultos jóvenes”. El estatus de joven desaparece después de los 29 años de edad.

La definición de juventud tiene que ver con una construcción del deber ser del sujeto joven, y fueron los aparatos ideológicos del Estado quienes comenzaron a establecer discursos en la sociedad sobre lo que deben “ser los jóvenes”. La educación, el deporte institucionalizado y la iglesia católica juegan un papel preponderante para las adecuaciones sociales e históricas del deber ser del sujeto joven.

En el capítulo III se aborda la historia de sobrevivencia y resistencia de Tepito. La idea de barrio choca con la idea de modernidad. En un barrio se dan ciertas prácticas cotidianas, religiosas, mitológicas, mágicas, de indumentaria, lenguaje, formas de expresión y de trabajo, mientras que la modernidad busca el progreso y lo nuevo.

En este capítulo se realiza un viaje histórico por la construcción social del barrio de Tepito, sus crisis, coyunturas, resistencias y sobrevivencias, un viaje sobre su vida cotidiana, haciendo referencia a algunos hallazgos sobre los jóvenes de épocas distintas.

La idea de barrio tiene que ver con la preservación de tradiciones, sentimiento de pertenencia, prevalencia de los lazos de amistad y ayuda mutua. El barrio se puede definir como una organización colectiva en donde no hay significación del uno sin el otro; en él existe una convención colectiva táctica, no escrita pero legible para sus habitantes a través de códigos de lenguaje y del comportamiento. Toda sumisión y transgresión a estos códigos es inmediatamente objeto de comentarios y existe una norma que se manifiesta en un contrato intangible, el cual hace posible la coexistencia de socios (la invención de lo cotidiano). El barrio no admite la transgresión de sus normas y valores, ya que está de por medio su inmediata legitimidad (Ranahit, 2002).

La modernidad rompe con la idea de barrio, pues las sociedades modernas se levantan contra las sociedades tradicionales a las que denomina como primitivas, arcaicas, bárbaras o atrasadas, argumentando que carecen de razón e impiden el progreso individual y material. La diferencia entre la tradición y los principios de modernidad, es que la primera desarrolla al hombre como sujeto social y la segunda como sujeto individual. Tomando en cuenta que el egoísmo es la directriz dominante del concepto liberal de la vida económica y de la configuración del Estado moderno y de los sujetos, las relaciones sociales se convierten en relaciones comerciales.

Probablemente el capítulo IV es el más importante de esta investigación, ya que en él se analizan tres casos de jóvenes en sobrevivencia y resistencia. Tomando en cuenta que el cuerpo juvenil es heterogéneo y que existen diferencias en los contextos, familias, vida cotidiana, economía, amistades, empleos, cultura y educación; cada sujeto arroja particularidades de sobrevivencia, resistencia y formas de vivir la juventud. En la presente investigación, y a partir del análisis de estos tres casos, entenderemos las particularidades y formas de ser joven en un espacio como el barrio de Tepito. No se pretende en este documento abordar las generalidades, sino justamente las particularidades de los jóvenes frente al contexto dual de un barrio en el tiempo político-económico llamado Estado moderno neoliberal.

En el capítulo V se presentan las conclusiones, hallazgos y se da respuesta a las preguntas planteadas en esta investigación, las cuales dan pie al título de la misma. En México la palabra cabrón(a) es fuente de varios significados. La Real Academia Española la define como adjetivo, y se aplica a una persona de mal carácter; la definición en Cuba es de una persona experimentada. En el barrio, la frase entrecomillada tiene un significado para el lugar y sus habitantes.

En el barrio de Tepito nació un movimiento cultural llamado “Tepito Arte Acá” y quienes formaban parte de dicha agrupación fueron Luis Arévalo Venegas (zapatero), Daniel Manrique (artista plástico) y Alfonso Hernández (cronista de Tepito). Dentro de ese movimiento surgiría la frase: “Tepito, cabrón y frágil a la vez”, atribuida al maestro Daniel Manrique. Para él, dicha frase sintetiza lo que es el barrio, en cuyos murales plasmó el sentir barrial y lo definió con otra frase: “Si todos jalamos parejo, la vida sería más chida” (Milenio, 31 de enero de 2016).

En los recorridos y diálogos con la gente del barrio, tuve la oportunidad de entrevistar al maestro Luis Arévalo (zapatero), quien me explicó el valor de ser tepiteño, los problemas sociales que desde su opinión desencadenó el comercio informal y el comercio ilegal, también explicó que los tepiteños son gente “cabrona” (la connotación que él le da a esta palabra es de gente trabajadora, fuerte, entrona, inteligente, lista, experimentada; en general, una connotación positiva). En cuanto a la fragilidad, Luis Arévalo opina que ésta radica en sus jóvenes, insertos en la adicción de alguna droga ilegal o metidos en el mercado ilícito, lo que tiene serias implicaciones en la familia y en el tejido barrial.

Concluyo señalando que esta investigación está diseñada etnográficamente, en la cual se analizan las ideas, creencias, significados, conocimientos y prácticas cotidianas que arrojan el sentido del ser joven en un barrio tan emblemático como Tepito. Resulta importante señalar que se rescatan algunas frases y subjetividades que sirvieron para entender mejor su realidad.

TEMA

Tepito, cabrón y frágil a la vez: Jóvenes en sobrevivencia y resistencia en el Estado moderno neoliberal.

Tepito, cabrón y frágil a la vez

Подняться наверх