Читать книгу Tepito, cabrón y frágil a la vez - Adriana María Isabel Núñez García - Страница 12

Planteamiento del problema

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La ideología liberal y el proyecto de modernidad han tenido un gran impacto en la sociedad.

¿Qué tiene que ver lo anterior en la historia de Tepito? Justamente su historia comienza con la imposición de la modernidad en México (antiguamente Tenochtitlan). Con la modernidad llegó la transformación total de la cultura prehispánica, modificando no sólo la geografía y arquitectura, también la cultura, la moral, el pensamiento y la historia. Se crearon brechas abismales entre el colonizador y el colonizado, y teniendo como estandarte el progreso y la razón, aniquilaron a la gente, sometiéndola e intentando arrancar sus tradiciones, cultura y espíritu, destruyendo todo a su paso.

La cohesión entre la ideología del liberalismo y el proyecto de modernidad, forman una estructura universal; como resultado, el mundo se ha convertido en un objeto calculable y dispuesto para su explotación en beneficio del hombre. La tradición, el mundo de los mitos, los sacrificios y la historia son hoy más que nunca el enemigo del espíritu moderno.

El mercado se convierte en el objetivo a realizar y universalizar, como un proyecto de sociedad: la sociedad se vuelve un mercado. El Estado se limitará a fijar las reglas del juego entre los actores económicos, el Estado de derecho está regido por los principios formales que requiere el mercado. El nuevo orden jurídico forma lo económico y viceversa. Se regulará la cuestión social fuera del derecho y en los márgenes de la economía como una cuestión moral, relativa a la pobreza moralmente aceptable (Foucault, 1997).

Los Estados modernos se subordinan a las leyes del mercado, lo que ocasiona que la sociedad se convierta en un producto al servicio del capital y en un sujeto vulnerable. El mundo capitalista no sacrifica ni la violencia del dinero ni el rigor del orden social, pues sabe que ambas cosas son indispensables para su funcionamiento (Touraine, 2016).

Al no haber oportunidades de empleos formales, la informalidad comienza a ser cada vez más una forma de sobrevivencia de los sujetos que no son atendidos por las instituciones encargadas del bienestar social y que se encuentran sujetados a las reglas del mercado. La informalidad se convierte en un paliativo para intentar sobrevivir cotidianamente. Sin embargo, esa sobrevivencia impide a la mayoría de los sujetos vivir plenamente y conforme a los derechos universales.

Sobrevivencia, la palabra misma lo dice, significa en este caso dejar atrás la vida y penetrar en el mundo de la poshistoria, tanto individual como colectiva, donde no existe ni futuro ni pasado, sino únicamente el delirio inconsciente dentro de eventos permanentes (Kurnitzky, 2002, p. 15).

Actualmente la sociedad sobrevive, no puede pagar su libertad, se encuentra en una lucha para salir a flote ya que el individualismo, el egoísmo, la competencia y sobre todo la violencia son resultado de la subordinación de la sociedad frente al mercado. “Cuando los lazos de unión se disuelven a causa de la lucha por la supervivencia, la ausencia de solidaridad se compensa con subordinación y conformismo (ibíd., p. 55).

Desde finales de 1980 a la fecha, se ha incrementado la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la violencia, la drogadicción, la delincuencia, la precarización laboral y educativa, la ruptura de lazos familiares, entre otros factores adversos, afectando directamente a un sector específico: los jóvenes.

El estudio y análisis de dichos factores son relevantes para abordar una investigación, puesto que si la ideología del liberalismo y el proyecto de modernidad representa algún problema en nuestra nación, sí lo es en específico para la comunidad tepiteña, principalmente para sus jóvenes. Este análisis resulta en una valiosa aportación en materia de investigación y creación de políticas públicas a favor de la juventud. En el libro 9 razones para (des) confiar de las luchas por los derechos humanos, Quintana afirma que “no son las balas: es una perversa política de Estado, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural, lo que mata a nuestros jóvenes” (citado en Esteves y Vázquez, 2017, p. 213).

Estamos a muy pocos meses que termine el sexenio de Enrique Peña Nieto, el cual lo podemos resumir como la gestión más sangrienta de la historia contemporánea de México. De acuerdo con las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), Calderón sumó durante su mandato un total de 120 935 homicidios dolosos. Por su parte, Enrique Peña Nieto, según las cifras oficiales reportadas por el SNSP, de diciembre de 2012 a diciembre de 2017, se contabilizan 98 120 homicidios dolosos, esto sin sumar los homicidios ocurridos en el año 2018. Cabe mencionar que el primer trimestre de 2018 cerró como el periodo más violento3 del que haya registro, superando los homicidios que hubo en la gestión de Calderón.

México se encuentra entre los países de Latinoamérica que no cuentan con suficiente apoyo en materia de salud, educación y empleo, según el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2017. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) afirma que el mandato de Peña Nieto está marcado por las violaciones más graves a los derechos humanos, cometidas principalmente por instituciones públicas encargadas de tareas de seguridad. De acuerdo con el titular de la CNDH, las recomendaciones que se han hecho a la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y a la Procuraduría General de la República (PGR) han aumentado un 117% en 2018.

Sobre los victimarios y víctimas, el Centro de Análisis de Políticas Públicas señaló que aquellos sicarios que purgan una sentencia en alguno de los diversos penales del país son, en su mayoría, hombres con instrucción escolarizada a nivel básico y con edades que oscilan entre los 18 y 29 años. En cuanto a las víctimas de un delito, se observó un aumento importante en las tasas de mujeres de todas las edades, siendo el grupo más afectado el de los 25 y 29 años con instrucción escolar básica.

José Manuel Valenzuela en su libro Sed del mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social (2012), propone pensar el asesinato sistemático de jóvenes en México como una realidad que llamaremos juvenicidio, y lo describe así:

El juvenicidio alude a algo más significativo, pues refiere a procesos de precarización, vulnerabilidad, estigmatización, criminalización y muerte. El juvenicidio refiere a la presencia de procesos de estigmatización y criminalización de las y los jóvenes construida por quienes detentan el poder, con la activa participación de las industrias culturales que estereotipan y estigmatizan conductas y estilos juveniles creando predisposición que descalifican a los sujetos juveniles presentándolos como revoltosos, vagos, violentos, pandilleros, peligrosos, anarquistas, criminales (citado en Esteves y Vázquez, 2017, p. 214).

La ideología liberal y el proyecto de modernización controla a los jóvenes. En México, y hablando exclusivamente del barrio de Tepito, las muertes de sus jóvenes no son hechos aislados, sino una forma de administración de la vida desde la muerte, esto es, un dispositivo propio del neoliberalismo. El juvenicidio lleva un proceso de des- ciudadanización, lo cual implica que los jóvenes dejan de ser sujetos de derecho, su propio cuerpo se vuelve un lugar vacío de derecho, pero a la vez es sancionado por la ley.

El sistema imperante precariza la vida de los jóvenes mediante la ampliación de la vulnerabilidad económica y social, el aumento de su indefensión ciudadana y la disminución de opciones disponibles para que puedan desarrollar proyectos viables de vida (Esteves y Vázquez, 2017, p. 210).

En Tepito, la violencia normalizada que viven los jóvenes, ya des-ciudadanizados, los lleva a un callejón de dos salidas: la muerte o la cárcel. Los jóvenes que se encuentran en este proceso podemos verlos en las calles hablando de la falta de oportunidades de empleo, de las carencias y lo que tienen qué hacer para sobrevivir en el día a día sin opciones de educación, vivienda digna y una vida libre de violencia. “Traemos a nuestro ángel de la guarda en chinga los 365 días al año”, aseguran. Se aferran a quien les puede hacer “paro” como San Juditas, la Santa Muerte, la santería, o ya de forma directa alguna banda criminal, la cual espera militantes en su lista.

El INEGI (2000) y el Centro de Población y Vivienda (2000) señalan que la población del barrio de Tepito era de 50 000 habitantes, de los cuales el 25% eran niños y jóvenes.

Dentro del barrio existe una serie de actos de corrupción para que fluyan las mercancías de cualquier índole. En la delegación Cuauhtémoc y en específico el barrio de Tepito, se observa un alto índice delictivo y de drogadicción, lo que favorece la estigmatización de los jóvenes del barrio, llamándolos: chakas, delincuentes, tranzas, ratas, tepichulos, ninis y más. Este estigma los vuelve objeto de discriminación por parte de la sociedad, y para las autoridades se vuelven blancos perfectos para reprimirlos y detenerlos, justificando con ello el mantenimiento del orden público.

Este estudio muestra los elementos y argumentos para afirmar que, dentro del barrio de Tepito, factores como la pobreza, la drogadicción, la delincuencia organizada, la violencia, el narcomenudeo, la precarización laboral y la estigmatización afectan principalmente a los jóvenes y son efectos del Estado moderno neoliberal. En la actualidad, esta tercia ha generado juvenicidio y sobrevivencia.

La impunidad de los poderes del mercado es la norma vigente como pacto social, el cual genera una violencia sistemática contra comunidades mexicanas; asimismo, separa familias y no de forma aleatoria, sino como una estrategia finamente pensada para adelgazar los lazos familiares y comunitarios.

Las problemáticas desarrolladas en el sistema neoliberal y el proyecto de modernización, impacta de forma negativa en los jóvenes; por ello, merecen que sus voces se escuchen para llegar a una comprensión más profunda de su situación que permita una intervención adecuada, más allá de la judialización en el abordaje de la violencia entre jóvenes.

Tepito, cabrón y frágil a la vez

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