Читать книгу Tepito, cabrón y frágil a la vez - Adriana María Isabel Núñez García - Страница 9

Introducción

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La presente investigación plantea que el Estado moderno neoliberal cuenta con una política socioeconómica y cultural que estigmatiza y criminaliza a nuestros jóvenes. El doctor en Ciencias Sociales, José Manuel Valenzuela, propone en su libro Sed de mal. Feminicidio, jóvenes y exclusión social (2012), que pensemos el asesinato sistemático de jóvenes en México como una realidad que llamaremos juvenicidio.

El juvenicidio alude a algo más significativo, pues refiere a procesos de precarización, vulnerabilidad, estigmatización, criminalización y muerte. El juvenicidio refiere a la presencia de procesos de estigmatización y criminalización de las y los jóvenes construida por quienes detentan el poder, con la activa participación de las industrias culturales que estereotipan y estigmatizan conductas y estilos juveniles creando predisposición que descalifican a los sujetos juveniles presentándolos como revoltosos, vagos, violentos, pandilleros, peligrosos, anarquistas, criminales (citado en Esteves y Vázquez, 2017, p. 214).

Hablando concretamente del Barrio de Tepito, las muertes de sus jóvenes no son hechos aislados, sino una forma de administración de la vida desde la muerte, el cual es un dispositivo del propio neoliberalismo. El juvenicidio lleva un proceso de desciudadanización, lo que implica que los sujetos jóvenes dejan de ser sujetos de derecho, su cuerpo es un lugar vacío de derecho pero sancionado a través de la ley. El sistema imperante precariza la vida de los jóvenes mediante la ampliación de la vulnerabilidad económica y social, el aumento de su indefensión ciudadana y la disminución de opciones disponibles para que puedan desarrollar proyectos viables de vida (Valenzuela, citado en Esteves y Vázquez, 2017, p. 210).

La violencia normalizada y desciudadanización que viven los jóvenes en Tepito, los lleva a un callejón de dos salidas: la cárcel o la muerte. Los jóvenes que se encuentran inmersos en este proceso hablan de la falta de oportunidades de empleo, de las carencias económicas y lo que tienen que hacer para sobrevivir en el día a día sin educación, vivienda digna y sin una vida libre de violencia, como dicen: “Traemos a nuestro ángel de la guarda en chinga los 365 días al año”. Ante este panorama, se aferran a quien les puede hacer “paro” como San Juditas, la Santa Muerte, la santería, o ya de forma directa alguna banda criminal, la cual espera militantes en su lista.

Este estudio muestra elementos y argumentos para afirmar que la problemática juvenil dentro del barrio de Tepito, como la pobreza, la drogadicción, la delincuencia organizada, la violencia, el narcomenudeo, la precarización laboral y la estigmatización, son efectos del Estado Moderno Neoliberal. Esta tercia en la actualidad ha generado juvenicidio y sobrevivencia. La impunidad de los poderes del mercado es la norma vigente como pacto social, la cual genera una violencia sistemática contra comunidades mexicanas separando familias no de forma aleatoria, sino como una estrategia finamente pensada para adelgazar los lazos familiares y comunitarios.

Dentro del barrio existe una serie de actos para que fluyan las mercancías de cualquier índole. En la delegación Cuauhtémoc, y en específico en el barrio de Tepito, se observa un alto índice delictivo y de drogadicción, lo que favorece la estigmatización de los jóvenes del barrio. Adjetivos como chakas, delincuentes, tranzas, ratas, tepichulos, ninis y más, forma el estigma en torno a los jóvenes, lo que implica sean objeto de represión por parte de las autoridades y la sociedad, y los vuelve presa fácil para su detención, la cual se justifica en aras de mantener el orden público.

Las problemáticas desarrolladas en el sistema neoliberal y el proyecto de modernización impactan de forma negativa en los jóvenes; por ello, merecen que sus voces se escuchen para llegar a una comprensión más profunda de su situación con el objetivo de abordar adecuadamente la violencia entre jóvenes, más allá de la judicialización.

Tepito, cabrón y frágil a la vez

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