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El poema de las cinco balas

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Suave disparo

Proyectil endemoniado

A corta distancia

Directo al brazo.


Recorre la sangre

De un pobre amante

Víctima de una noche

Fría y sofocante.


Un grito agudo

Que mato al silencio

Otro disparo

Un muerto.


Victima pálida

De una verdad trágica

La mujer sollozaba

¿Quién podría salvarla?


Ajusticiada por un hombre

De salvaje aspecto

Sujeta un arma

Escondiéndose del miedo.


Se postra ante ti

Una imagen venidera

Desde lo lejos

Se oyen las sirenas.


Un desafortunado evento

En la casa de verano

Un pobre hombre

Atraído por el engaño.


Ingenuo amante

Destino de la infamia

No existe piedad

Cuando viaja la bala.


Ante mirada despiadada

Una muerte cercana

Los ojos de un hombre

Que sostiene un arma.


No hay clemencia

Para semejante acto

Se ve en sus ojos

El alma del diablo.


Y escucha luna

Que abrazas con firmeza

El cuarto disparo

Va a la cabeza.

Un astuto detective recoge un arma vacía. Su compañero se acerca y contempla una habitación bañada en sangre y perversidad. Los efectivos revisan las pruebas y suponen un homicidio, tres personas muertas, cuatro tiros, pero cuando menos lo esperan detrás de un placar inundado de trajes y corbatas logra escucharse el disparo de la quinta bala.

El laberinto de la vida

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