Читать книгу El laberinto de la vida - Agustin Delgado - Страница 6
El alma
ОглавлениеHace diez años viví la experiencia que tal vez nunca nadie había vivido en ese entonces tan solo era un niño lo cual no le di importancia. Pero ahora estoy escribiendo un libro sobre aquel momento, que me dejo atónito, sin habla. Entraba al aula para rendir una materia que había preparado con poco tiempo, en mi colegio todos te recibían con una sonrisa, podía pasar un terremoto o un tsunami y aun así te recibirían con la mejor energía. Pero por alguna razón viaje en el tiempo, aunque sea solo por un momento. Aparecí acostado, en una choza en tiempos de antaño, una mujer misteriosa y muy hermosa me despertaba con una sonrisa y un beso. Al levantarme de la cama, me sentía mareado, ella me preparo una especie de brebaje y me sentí mejor por un momento. Luego de unos minutos cazo una lanza y salió de la cabaña. Aburrido y algo recuperado Salí de la misma para hacerle compañía. Ella no se quejó y me lo permitió, mediante el silencio y la espera me enseño un animal verde y excepcional, lo teníamos que cazar. Pero antes de que supiera el resto mi preceptor me recibió con un abrazo y me guio hasta el aula donde rendía la materia.
Química, como la odiaba. En realidad, la respetaba, pero en realidad no quería aceptarlo, era confusa y difícil, pero como muchos otros dirían te planteaba un desafío abismal digno de aceptar. Cuando subía las escaleras me cruce un compañero, un amigo que conocía desde la primaria y con el tiempo desarrollamos un vínculo hermoso. Y de repente viaje de nuevo, estaba en medio de una guerra, mi amigo estaba allí dándome indicaciones y despertándome de un profundo sueño. Mostrándome un mapa dando órdenes al resto fuimos hasta la misión, la cual nos condenó. Viajando en un tanque bien blindado, recibimos un golpe de una artillería enemiga, el tanque empezó a prenderse fuego y con suerte pude sacar a mi amigo a las apuradas. En cuestión de segundos nos rodearon y nos emboscaron por todos lados, el viaje acababa conmigo llorando y mi amigo medio moribundo en mis brazos.
Me sentía medio raro, algo mareado. Cuando desperté estaba en mi choza nuevamente, mi dulce amada me recibió con otro apasionado beso y un poco de su brebaje de ermitaño. Tenía cicatrices por todo mi cuerpo y me sentía aplastado, como si una avalancha de mamuts me hubiese pasado por encima. Trate de pararme, pero no podía, ella me empujaba suavemente contra la cama, para que no me esforzara por levantarme. Y justo antes de que nuestros labios pudieran cruzarse una vez más la profesora de química estaba enfrente mío pidiéndome el documento.
Todo el pizarrón fue víctima de su salvaje escritura, entre una sonrisa medio extraña y algo falsa nos repartió los exámenes. Otra vez había viajado, estaba en una biblioteca algo moderna, con robots de fondo dando indicaciones a las personas para encontrar sus libros, me puse de pie y recorrí el lugar, nuevamente algo desconcertado. Un hombre bastante cariñoso toco mi rostro, había salido de la nada, intento besarme, pero logre apartarme. Tenía un anillo en su mano y me llamaba por un sobrenombre que se otorgan las parejas, solo recuerdo correr. Por toda la biblioteca, mi corazón estaba por estallar y el me buscaba por todas partes llamándome sin parar. Un golpe me despertó, era la profesora, devolviéndome el documento, lo agarre rápidamente sin perder tiempo lo guarde. La prueba comenzó y yo estaba perdido, desviado, extraño. El silencio se adueñó de la clase, ningún adolescente hablaba, y los profesores charlaban, pero en voz baja. Cerré los ojos y traté de concentrarme, me había despertado en medio del océano. Con un sombrero en mi cabeza, y un parche en mi ojo, en mi camarote con las puertas cerradas aun sentía el viento. El agua golpeaba y el barco se movía para un lado y luego para el otro, cuando intente concentrarme nuevamente escuche a un pirata, “ingleses a babor”. Todos miramos y presenciamos una flota inglesa, tantos barcos imposibles de contar. Una mujer al fondo del barco me lanzo la mirada, esa sonrisa que conquistaría isla tras isla me motivo, dimos vuelta la nave y nos enfrentamos. Y cuando recibimos la primera bala de cañón estaba de nuevo en la guerra.
Mi amigo sosteniendo su herida tratando de sobrevivir y yo disparando al costado de un vehículo enemigo, éramos pocos y la emboscada fue planeada a la perfección. Aquel soldado que estaba a punto de partir toco suavemente mi hombro, y de la tristeza apenas pude mirarlo a los ojos. Se veía como el alma dejaba el cuerpo, sostuve su mano y le prometí que volvería, pero eran promesas vacías de un hombre cuya fe se basaba en un Dios que tal vez no existía. Un francotirador logro dispararme en el hombro, desparramado en el piso rodeado de enemigos y casi muerto, desperté de nuevo. Totalmente fuera de mí, me puse de pie y le entregue a la profesora la evaluación, no había podido hacer nada. Y cuando ella me pidió una razón le respondí “últimamente estoy viajando mucho”. Me despedí y Salí del colegio. Cuando llegue a mi casa me tire a la cama y cerré los ojos de nuevo. Estaba en un bosque, con dos flechas atravesando mi cuerpo y la voz de aquella amada que me buscaba sin frenar, sangrando a por montón. Y cuando por fin ella me pudo encontrar, viaje a otra realidad. Estaba en esa biblioteca, pero estaba diferente, prendida fuego llena de cenizas, una pila de libros me detenía. Estaba atrapado, y él me gritaba desde afuera. Deseaba escapar, poder volverlo abrazar, y su piel caliente tocar. Y cuando un pedazo de piedra cayó sobre mi cabeza aparecí otra vez en la guerra.
Mi cuerpo fallándome, sangre por todo el piso y mi amigo con los ojos abiertos, estaba muerto. Frio como la muerte ni se movía, estaba claro lo que sucedía. No podía ni pararme, estaba en el suelo, herido y abandonado. Cuando escuche la radio, nos estaban buscando, una débil esperanza en mi me decía que viviría, pero no lo creía. Intenté cogerla, lentamente y esforzando lo que quedaba de mi habla pude dar mi ubicación, pero nunca los vi llegar, era tarde y a otro lado fui a parar. Una guerra desigual, disparos que hacían eco por todo el océano, mi tripulación moría y aquella dama que veía desapareció entre la guerra y la niebla. Intentaba buscarla, pero hubo una explosión y el barco se empezó a hundir, pero como todo refrán “todo buen capitán se hunde con su barco”. Fui hasta mi camarote y me senté en la silla, luego de unos segundos sentí como el agua fría recorría todo mi cuerpo, hasta que todo mi cuerpo se hundió. La muerte riéndose a lo lejos, un sol que se alejaba y ese océano que se apagaba. Lentamente caí hasta el fondo del mar donde una vez pude viajar.
Me desperté en la realidad, llorando sin parar buscando una explicación, pero nada me la podía dar. Busque en internet les pregunte a mis padres, a mis amigos, pero me creían loco. Hoy en día entiendo lo que sucedió, mi alma por un día entero sufrió y pude presenciar como diferentes partes de mi morían y abrazaban la muerte, dejando la vida, partiendo hacia el cielo.
No vivimos una sola vida, sino que vivimos tantas que solo somos conscientes de esta, aunque tal vez con el tiempo nuestra alma nos muestre el resto, permitiéndonos viajar, más allá del tiempo y de la vida, a un mundo lleno de fantasía.