Читать книгу Salteadores Nocturnos - Agustín María Barletti - Страница 4

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Оглавление

Escribir un libro es una de las aventuras más maravillosas que alguien pueda emprender. Se alcanza un estado emocional único e irrepetible sobre todo en los tramos finales cuando se llega a la conclusión de que no vale la pena ni dormir, ni comer. Recién se encuentra la paz frente a ese texto a punto de ser parido. Recuerdo que cuando escribí esta novela histórica vivía con un papel y un lápiz cual apéndice de mi cuerpo. Jamás me desprendía de ellos y muchas veces solía, por ejemplo, salir en mitad de una ducha todo empapado a anotar una metáfora que se me ocurría para tal o cual párrafo.

Esta obra, publicada en 1998, fue la primera que apareció sobre la vida de Arturo Illia, y su tirada partió de las librerías en muy poco tiempo. Ni a mí me había quedado un ejemplar, al punto tal que hace unos años, en ocasión de realizar un trámite ante el Consulado de los Estados Unidos en la Argentina, debí acercarme a la biblioteca del Congreso de la Nación para fotocopiar su tapa y así presentarlo como comprobante de mi autoría.

Dicen que la historia es un juez incorruptible que a la larga dicta sus fallos para unos y para otros. En estas más de dos décadas que nos separan de aquella primera edición, la figura de Arturo Illia creció hasta alcanzar dimensiones épicas. La estadística también dio su veredicto: Illia quedó primero en el listado de las personas más honestas confeccionado en 2015 por Giacobbe & Asociados para la Revista Noticias en base a la opinión de dos mil encuestados. Le siguieron René Favaloro, Manuel Belgrano, el Papa Francisco y la Madre Teresa de Calcuta. En 2016, la Encuesta del Bicentenario llevada a cabo por el diario El Cronista con cuatro mil participantes, colocó nuevamente a Illia como el gobernante más honesto con el 70%, seguido por Raúl Alfonsín (13%) y Arturo Frondizi (5%).

Con satisfacción y emoción comprobé que Illia ya no era patrimonio exclusivo de los radicales, y que, cabalgando sobre sus virtudes, había traspuesto esa frontera para ganarse el corazón de todo el pueblo argentino.

Esta revalorización del estadista me impulsó a publicar la segunda edición de esta novela histórica, corregida y aumentada.

Corregida, porque el tiempo transcurrido sirvió para que este escritor que está cerca de cumplir seis décadas de vida, regañara y enmendara varias sentencias de aquel soberbio autor de treinta y seis años que llegó a sentirse dueño de la verdad. Debo reconocer que suavicé algunos textos que, al releerlos, me hicieron sonrojar y a la vez preguntar cómo pude ser capaz de tamañas impertinencias. Noté, confieso, que la experiencia ganada en estos años me dio más rigor científico, pero también endureció mi pluma. Por más que lo intenté, fue imposible encontrar el estilo fresco y desprejuiciado de aquellos tiempos, cuando las metáforas y los giros idiomáticos surgían de manera espontánea. Seguramente la profesión de periodista anquilosó mi escritura a partir de frases cortas con pocas vueltas. Busqué, sin éxito, reencontrar ese modo de escribir hasta que caí en la cuenta de que el mismo formaba parte de una etapa de mi vida que ya no volverá.

Decía también que esta segunda edición está aumentada por la inclusión de contenidos en la mayoría de sus capítulos. Esto se debe a documentación que, por el tiempo transcurrido, ya está desclasificada. También a la aparición de nuevos archivos de texto, audio y sonido del propio Illia, y de quienes lo acompañaron, y la publicación de otros libros que echaron luz sobre su vida. La digitalización y la informática, con poco desarrollo en tiempos de la primera edición, hicieron su aporte. Por ejemplo, pude acceder a las partidas de nacimiento, casamiento y defunción de los padres, abuelos y bisabuelos de Illia para transmitir mayor precisión sobre sus antecedentes familiares. Asimismo, fue posible consultar la serie de cables remitidos a Washington desde la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires entre 1963 y 1966.

Cuando envié a las editoriales el manuscrito de la primera edición, recibí una devolución de alguien cuyo nombre lamentablemente no recuerdo. En una nota, me decía que esta novela se enfocaba demasiado en el personaje y que, a su juicio, requería incorporar ciertos eventos que sucedían en la Argentina y el mundo en paralelo a la historia. Con la ceguera propia de mi auto suficiencia, desprecié esa opinión y no la tuve en cuenta. Esta segunda edición sí contiene esos datos. Aprovecho, veintitrés años después, para agradecer y valorar ese sabio consejo.

Más equilibrada, pero sin perder la esencia de sus conceptos, vuelve esta obra a los anaqueles de las librerías, con la esperanza de que el ejemplo de Arturo Umberto Illia llegue a las nuevas generaciones, e ilumine a quienes nos gobiernan.

Miami, abril de 2021

Salteadores Nocturnos

Подняться наверх