Читать книгу Vidas - Relatos y emociones - Alberto Alexis Martínez - Страница 8
Оглавление01. EL BIEN, SIEMPRE COMPENSA
Eran las 10 de la mañana de un frío día en Boston, pocas personas se veían en las calles que apresuradamente se dirigían a sus quehaceres, cuando entre ellos, un chico de once años, con bufanda, gorro y guantes de lana rápidamente camina entre ellos, hasta llegar a una farmacia, allí se detiene, entra y dirigiéndose a un señor, que obviamente era el farmacéutico, le observa y dice:
—Buenos días señor, mi madre me mandó buscar esto —dice el chico sacando de entre sus ropas una receta médica que el hombre tomó en sus manos, la leyó, y de inmediato retiró de un estante el medicamento colocándolo sobre el mostrador.
—Bien jovencito aquí está, son 18 dólares. —El chico entonces saca una billetera que dejaba ver que tenía dinero adentro, pero por estar con los guantes puestos, le dice...
—Por favor señor, agarre usted mismo el dinero. —Y le entrega la billetera al hombre, pero, en cuanto el farmacéutico toma la cartera, el chico agarra el medicamento y sale corriendo a la calle, el hombre asombrado mira la cartera y ve que ella solo tenía periódicos recortados como si fueran dinero.
—¡Atrapen a ese chico, atrapen a ese chico! —grita el farmacéutico que sale corriendo detrás de él.
Pero en la corrida, al muchachito se le cae el medicamento del bolsillo y en cuanto se detiene y retrocede para recogerlo, un transeúnte atento a los hechos le agarra y sujeta del brazo llegando enseguida el farmacéutico que dice:
—¡Ah, te hemos atrapado pequeño ladrón!
—No señor, no soy un ladrón —dice llorando el niño—. Por favor, es que mi madre está muy enferma y necesita de este medicamento... ¡Por favor, yo le Juro que se lo pagaré así que junte el dinero!
Esto hizo reflexionar al hombre que le agarra del brazo y moviendo la cabeza regresa con el chico a la farmacia.
—Toma tu cartera y tu dinero falso... —dice el farmacéutico—. Ahora vamos a ir a tu casa, porque quiero hablar con tu madre.
El hombre se llamaba Jeff Castel, era un individuo alto de 60 años cuya figura se imponía, así que el chico obedece, de inmediato, tras ponerse un abrigo, Jeff le dice a su hijo que trabajaba con él:
—Oye Ted, toma cuenta del negocio que yo vuelvo enseguida —Y sale con el chico tomándolo del brazo, al tiempo en que guardó el medicamento en su bolsillo.
Suben al auto, y entonces Jeff, mirando al chico le dice:
—Bien, dime, ¿cómo te llamas y dónde es que vives?
—Me llamo Carlos señor y vivo aquí a cuatro cuadras —responde tembloroso el muchachito.
Jeff se pone en marcha y van hacia el lugar que el chico le indica, de hecho, era una casa de aspecto muy humilde. Ambos bajan del auto, y se dirigen a la puerta, el chico la abre y muy educadamente le hace pasar, al tiempo que grita:
—Mamá, hay un señor que quiere hablar contigo, ven por favor.
—No puedo hijo, estoy en la cama y me siento muy mal, ve qué es lo que quiere —responde ella desde su cuarto.
—Con permiso señora, soy de la farmacia y preciso hablar con usted, ¿puedo pasar?
—Sí, entre por favor —dice la mujer.
Jeff ingresa al humilde dormitorio donde está acostada la madre del chico; se trata de una linda mujer con acento latino de unos 36 años, si bien se veía algo demacrada, entonces él se presenta:
—Soy Jeff Castel, de la farmacia, y vine porque su hijo me llevó una receta, y quería ver qué es lo que tiene ¿Señora...?
—Julia, mi nombre es Julia señor, el médico me diagnosticó una infección urinaria y estoy con mucha fiebre, me siento muy mal...
—Bueno, creo que este medicamento con un té le va a hacer sentirse bastante mejor, déjeme que yo le prepare uno...
—Oh, no, no, gracias señor, pero... es que ahora… no tengo té en casa.
Suponiendo que ella algo más le ocultaba, él mira a Carlos, y dice:
—Bien, déjame ver entonces qué le puedo preparar, a ver Carlos, ayúdame, quiero ver qué es lo que le puedo hacer a tu mamá... —Y se dirige con el chico a la cocina, donde se encuentra con un viejo refrigerador totalmente vacío, una alacena sin nada y en definitiva... Tal como lo sospechaba, la madre y el chico no tenían lo qué comer.
Conmovido, Jeff se queda un instante callado, luego regresa al dormitorio y le dice a Julia:
—Aguarde un instante señora, que yo iré a comprar un té y ya vuelvo con algo que le hará sentirse mucho mejor, enseguida vengo, y tu Carlos, cuida la puerta hasta que regrese.
En verdad, Jeff ya había vivido situaciones de extrema carencia en su infancia, así que sale preocupado por ese cuadro que mucho se asemejaba a un pasado que él no quería recordar.
Media hora más tarde, Jeff retorna con tres bolsas de alimentos que deposita en la cocina, en cuanto le pide a Carlos que caliente agua para hacerle un té a su madre, mientras él, le prepara el medicamento que una hora antes el chico le había intentado robar. A seguir, Jeff va a la cocina y prepara el té, en cuanto el chico se acerca y le dice:
—Gracias señor por no haberle comentado a mi madre lo que yo intenté hacer, me siento muy avergonzado...
—Discúlpame tu Carlos, yo también habría hecho lo mismo en tu lugar, y lo siento mucho, yo también me avergüenzo por haberte tratado de pequeño ladrón.
Llevándole entonces el té a Julia, Jeff le dice:
—Como vi que le faltaban algunas cosas en la cocina, yo me tomé la libertad de traerle algo para que se pueda preparar una comida caliente que le ayudará bastante, pero usted no debe moverse de la cama, yo le mandaré a la señora que me cocina a mí para que venga y le prepare algo de comer, le indicaré qué platos le debe hacer para que se recupere y en pocos días estará bien.
—Le agradezco mucho señor, pero... yo no le puedo pagar a una cocinera...
—Usted no se preocupe Julia, ella está a mis servicios y hace lo que yo le mando, así que ahora, usted repose y cualquier cosa que necesite manda a Carlos a buscarme, ¿está bien?
—Muy bien señor, que Dios se lo pague, es usted muy bondadoso.
—Yo también sé lo que es pasar por una crisis... ¡Cuídese! —Y así es que Jeff se retira dándole unas palmaditas en el hombro a Carlos que se queda sonriente.
Al poco tiempo, llega la cocinera que era una señora dominicana, y les preparó una comida caliente que tanto ella como el chico, consiguieron disfrutar reponiendo sus energías.
Jeff volvió dos días después para ver cómo estaba Julia, y le trajo otros medicamentos complementares para su afección. Ahora, ya más recuperada, Julia se lo agradece, y le promete que así que tenga trabajo le pagará por los medicamentos...
—Oh, no tienes que pagarme nada Julia, pero dime, ¿de qué trabajas tú?
—Yo ahora hago limpiezas en casas de familia, como soy colombiana y aquí estoy indocumentada, me es muy difícil conseguir empleo fijo.
—Bueno, veamos, yo necesito de alguien en la farmacia que se encargue de la limpieza y mantenga todo en orden, así puedo aliviar de esas tareas a las otras empleadas, ¿Te agradaría trabajar con nosotros...?
—Oh, sí, por supuesto, me encantaría.
—Bien, entonces ya tienes empleo, puedes comenzar el lunes si te sientes bien, aquí te dejaré un adelanto de tu salario porque supongo que no debes tener dinero.
—Muchas gracias Jeff, que Dios le bendiga.
Llegado el lunes, Julia se presenta para comenzar a trabajar y una vez en la farmacia, Jeff le presenta a las otras empleadas que, siendo una latina que será la limpiadora, las chicas fueron bastante indiferentes con ella, salvo una, que era Ana, la que enseguida simpatizó con Julia.
Pasan las semanas, y Julia ya estaba totalmente adaptada al lugar, mantenía todo limpio y en orden, reponía los productos en sus debidos lugares sin cometer ningún engaño y su mejor compañera, era Ana, que es con la que compartían el almuerzo juntas ya que ambas eran madres y charlaban de sus hijos y vidas personales.
Jeff se encontraba muy satisfecho con el trabajo de Julia y también Ted, el hijo de Jeff, que era un individuo de 34 años, que tiempo atrás había abandonado la carrera de medicina, pero ahora estaba comenzando a reiniciarla, razón por la cual, ni siempre estaba en la farmacia.
Cierto día, cuando todo corría normalmente, ven a Jeff que, estando de pie en la Caja, gimiendo se agarra el pecho y al momento cae desplomado por causa de un infarto, en cuanto todas miran y pegan un grito, Julia es la que sale corriendo y de inmediato le hace una RCP, la recuperación con masajes al corazón, en cuanto llega Ted, y ella le grita:
—El desfibrilador, trae ya el desfibrilador...
Las otras chicas se miran y se preguntan
—¿Qué es lo que va a hacer esta mujer...? —Ana les responde—: Déjenla, ella sabe lo que hace.
Ted intenta ayudar, pero queda algo perdido, en cuanto Julia actúa enérgicamente y aplica el desfibrilador a Jeff, que comienza a reaccionar, enseguida Julia corre a una de las gavetas, extrae una jeringa hipodérmica agarra de un estante el inyectable correspondiente y de inmediato le aplica la inyección en cuanto grita
—Manden venir a una ambulancia.
Ted comprende claramente lo que Julia está haciendo, así que la deja actuar, ya que él, si bien teóricamente lo sabe, en la práctica jamás lo había hecho en su vida y observa la destreza con que se maneja Julia.
Llegada la ambulancia, bajan los paramédicos, y Julia les dice lo que le hizo, así que rápidamente suben a Jeff a la ambulancia al tiempo en que Ted y Julia le acompañan rumbo al hospital. Las chicas de la farmacia quedan asombradas por el acontecimiento y por la reacción de aquella latina que consideraban que era una mera limpiadora.
Una vez internado, Jeff se recupera rápidamente, y luego de unos días de reposo vuelve a la farmacia donde todas le saludan, pero a Julia, es a la que le da un fuerte abrazo, diciéndole:
—Gracias Julia, tú me salvaste la vida...
—Bueno Jeff, usted lo hizo primero... y eso yo jamás lo olvidaré, era una que le debía.
—Ahora, ante todo esto, quiero saber ¿Cómo supiste lo que tenías que hacer? porque me dijo Ted que actuaste de inmediato y de forma muy experta...
—Bien, es que yo en Colombia me formé como Nurse, trabajé en urgencias en dos hospitales y también fui paramédico, esto lo hice decenas de veces.
—Bueno, pero aquí tendrías muchos lugares entonces donde trabajar...
—SÍ, pero es que no solo estoy indocumentada, es que al venir tuvimos que hacer un trasbordo de aviones en Panamá, y en eso se perdió una pequeña maleta donde yo traía toda la documentación, diplomas, certificados de estudio, y otras cosas, así que por ahora no puedo probar nada, tampoco puedo regresar a Colombia a buscar copias... Así que perdí toda mi historia profesional, y aquí, en la farmacia, es donde estoy más cerca de lo que es mi formación.
—Discúlpame, pero ¿y el padre de tu hijo?
—Él fue un gran individuo, era oficial de policía, pero murió en un enfrentamiento con los narcos... Por eso decidí venir para aquí con mi hijo.
Jeff entonces, de inmediato promovió unos cambios, y todo vuelve a la normalidad en la farmacia, con la salvedad de que ahora, Julia, pasó a ser la encargada del sector de medicamentos, quedando por encima de las otras que, en definitiva, tuvieron que volver a encargarse de la limpieza como antes, y por motivos obvios, no podían reclamar nada, porque, al fin y al cabo, Julia le había salvado la vida al jefe... el dueño de la farmacia.