Читать книгу Migración y transnacionalismo - Ana Melisa Pardo Montaño - Страница 8
La geografía radical y el enfoque crítico
ОглавлениеUno de los principales representantes de la geografía radical es David Harvey, quien interrelaciona los estudios espaciales con la teoría social, y que concebía el espacio como un producto social. Al definir el conocimiento geográfico, Harvey propuso que es aquel que analiza la información acerca de la distribución espacial, la cual comprende actividades relativas a la naturaleza y a las propias del ser humano, mismas que proporcionan la base para la reproducción de la vida social, y que son transformadas por la acción de la sociedad (Harvey, 2007). Este autor desnaturaliza el espacio geográfico y conceptualiza la geografía como economía política de la producción del espacio (Harvey, 1982). Es una visión que incorpora lo que siempre se ha considerado como “espacial” (distribución espacial, espacio físico, etc.), pero que al mismo tiempo examina la reproducción del espacio por la sociedad. Este aspecto es relevante para el presente estudio, pues con la concepción del espacio más allá de su componente físico, se pueden analizar los cambios generados por los distintos fenómenos sociales, como la migración internacional y el transnacionalismo.
Un elemento destacado en esta vertiente geográfica son las relaciones de poder y desigualdad en el análisis del espacio. En esta investigación, además de la referencia a la construcción social del espacio —puesto que el espacio que se quiere trabajar es aquel donde la migración internacional y el transnacionalismo son los protagonistas—, las relaciones de poder son un factor clave en el análisis.[5] Un gran porcentaje de la migración que aquí se estudia se encuentra en situación irregular, esto es, que no cuenta con los documentos necesarios para transitar libremente por el lugar de destino, y como sus niveles educativos son insuficientes (como se verá más adelante), son individuos que se ven subordinados y/o victimizados por su condición de migrantes irregulares, por su bajo nivel académico y porque incluso no hablan inglés. Carecer de esto en el lugar de destino les dificulta obtener empleos mejor remunerados, factores a los que se suman otros más estructurales como la discriminación y la xenofobia hacia la población migrante, y las condiciones económicas del vecino país. Y aunque por la temporalidad de este flujo migratorio, los migrantes se han podido organizar en clubes o colectivos y participar en marchas para defender sus derechos, sus condiciones no dejan de ser difíciles. Un aspecto que es posible analizar desde la geografía por la vertiente teórica seleccionada, así se puede incluir el espacio como construcción social y entenderlo como totalidad, lo que lleva a reconocer las relaciones de poder que en él aparecen.
Otro estudioso inscrito en la vertiente radical de la geografía es Edward Soja, quien también coloca esta ciencia dentro de la teoría social contemporánea mediante el análisis de la espacialidad de la vida social. Soja, ahora posmoderno, retomó a Lefebvre, quien, entre sus premisas, había elaborado una noción de espacio abstracto y concreto a la vez, para entenderlo como un proceso histórico de tres ámbitos: las prácticas espaciales, las representaciones del espacio, y los espacios de representación[6] (Delgado, 2003). Asimismo, Soja destaca que la espacialidad es el espacio producido por las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales. De esta manera, el estudio de fenómenos sociales desde la geografía no se limita al análisis de alguno de sus componentes y de su relación con el espacio, sino que se considera que la construcción del espacio está determinada por distintas realidades, y que todas estas aportan a la comprensión de los fenómenos sociales. Para el caso de la migración, cómo se entiende o se vive el espacio luego de sus consecuencias para la sociedad en general: para quienes migran y para todos los involucrados, tanto en los lugares de destino como en los de origen.
Otro geógrafo que parte de Lefebvre, y que enfatiza la categorización del espacio a partir de su producción social, es Milton Santos. Desde la geografía crítica —muy próxima a la geografía radical—, este autor le da mayor peso al estudio del espacio como estructura de la sociedad y concuerda con Harvey sobre la producción social del espacio. Asevera, por otra parte, que el espacio es una instancia de la sociedad con la misma trascendencia que lo económico y lo cultural. Para él, “el espacio no puede estar formado únicamente por las cosas, los objetos geográficos, naturales o artificiales, cuyo conjunto nos ofrece la naturaleza. El espacio es todo eso más la sociedad: cada fracción de la naturaleza abriga una fracción de la sociedad actual” (Santos, 1986: 2). Según esto, el espacio tiene una configuración geográfica, espacial o paisaje (cómo son mostrados los elementos que lo conforman), pero lo que da vida a estos objetos son las relaciones sociales.
Pero Santos da un paso más al considerar el espacio como totalidad, y enumera diversos elementos como marco para analizarlo: personas, empresas, instituciones, medio ecológico e infraestructuras. La relación entre estos, como totalidad, es lo que definiría al espacio. Este sería entonces:
una combinación localizada de una estructura demográfica específica, de una estructura de producción específica, de una estructura de renta específica, de unas estructuras de clases específicas, y de un arreglo específico de técnicas productivas y organizativas utilizadas por aquellas estructuras y que definen las relaciones entre los recursos presentes […] La realidad social, en tanto espacio, resulta de la interacción entre todas esas estructuras (Santos, 1986: 5).
Así, cuando se analiza el espacio, debe tomarse en cuenta que la configuración espacial o espacio físico (aspecto que trabajan la mayoría de las investigaciones que se refieren al espacio) funge como una de sus partes, pero son la sociedad, lo económico y lo político, entre otros aspectos, y las relaciones que sostienen entre sí, lo que lo conforman. Cada elemento aporta para entenderlo, pero es la conjunción de todos lo que se debe entender como espacio.
Por otra parte, como señala Santos (1986), no se debe caer en el error de visualizar cada elemento como un todo y estudiarlo aisladamente, esto eliminaría del análisis las interacciones entre elementos; aunque estos se encuentran provistos de una estructura interna, la cual les permite aportar características determinadas al espacio. Se trata entonces de brindar importancia a todos los elementos del espacio, tanto en lo individual, como en sus relaciones con los otros, pues es la interacción que mantienen entre sí lo que se entiende como totalidad.
Las propuestas de la producción social del espacio y del espacio como totalidad[7] (Santos, 1986) son importantes, pero en esta investigación el enfoque principal se orienta más a los posicionamientos de Harvey, quien, inspirado en Lefebvre (1974),[8] concibe el espacio como un proceso dinámico en el que participan tres dimensiones: las prácticas materiales espaciales (espacio vivido o producido), las representaciones del espacio (espacio percibido) y los espacios de representación (espacio imaginado) (Harvey, 1990: 244).
Las prácticas materiales, además de referirse a la forma material con la que ellas ocupan el espacio, “designan los flujos, transferencias e interacciones físicas y materiales que ocurren en y cruzando el espacio, para asegurar la producción y reproducción social” (Harvey, 1990: 244). Por su parte, el espacio percibido o representación del espacio se conforma de los signos y códigos que permiten la comprensión de las prácticas materiales, a través del sentido común vinculado a ellas (Harvey, 1990). Y el espacio imaginado (o espacio de la representación) corresponde a “invenciones mentales (códigos, signos, discursos espaciales, proyectos utópicos, paisajes imaginarios y hasta construcciones materiales, como espacios simbólicos, espacios construidos específicos, cuadros, museos, etc.) que imaginan nuevos sentidos o nuevas posibilidades de las prácticas espaciales” (Harvey, 1990: 245).
Esta conceptualización del espacio resulta más conveniente porque permite entenderlo como totalidad, no a través de su división en elementos como la tesis de Milton Santos, quien aunque explica que el espacio son las relaciones entre los elementos y no estos en sí, el análisis, en principio, debe realizarse con base en aquellos en lo individual, y en sus relaciones en un segundo momento. Por el contrario, en la propuesta de Harvey el espacio es la totalidad, cuyas dimensiones no lo dividen sino lo unifican. De este modo, elementos que son de vital importancia durante el análisis del fenómeno migratorio (como la influencia de lo económico), pueden, dependiendo del caso en estudio, formar parte de las prácticas materiales y del espacio simbólico.
Ahora bien, además de las aportaciones de la geografía crítica, se deben resaltar los de la geografía humanista, la cual reivindica la experiencia cotidiana del ser humano, su relación con el lugar y concepciones como el espacio vivido (Delgado, 2003). Esta perspectiva se refiere al concepto de producción del espacio, pero considera que otros enfoques (la geografía crítica y la radical, por ejemplo) no dan al ser humano el peso que se merece en el estudio del espacio, una de sus diferencias visibles respecto a Lefebvre y Harvey, además de la división del espacio en elementos y la incorporación del espacio simbólico, este último de interés para la geografía humanista. Una forma de relacionar el espacio con la migración internacional es hacerlo a través del espacio simbólico, concepto retomado por Hiernaux y Zárate (2008) e Hirai (2009). Por dicha vía se puede retomar la forma como los migrantes perciben, entienden y modifican el espacio o, como lo denomina Harvey (1990), el espacio imaginado o espacio de la representación.
Después de reseñar los principales planteamientos que sobre el espacio se han hecho desde la geografía, y teniendo en cuenta que, al estudiar la migración internacional, el concepto de espacio de interés es aquel que se conforma de los lugares de origen y de destino, más los procesos que se desarrollan durante el flujo migratorio, en el siguiente apartado se exponen las principales concepciones que han abordado el fenómeno migratorio, pero con el eje rector de que esta investigación explora el estudio del espacio y las modificaciones que la migración produce en él.