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La relación espacio-migración

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Un primer acercamiento entre el espacio y el fenómeno migratorio se da con el concepto de lugar. En general, las teorías sobre la migración conciben el ser humano como sedentario por naturaleza, por lo que el lugar de origen “se considera el lugar donde uno encaja, vive en paz y tiene una cultura exenta de problemas y una identidad individual o colectiva” (Faist, 2000: 19). Por esto el migrante es una persona extraña, diferente y con características particulares; ello se debe a que se encuentra fuera de su lugar. Por eso el lugar no puede excluirse de los fenómenos migratorios, ya que estos son por naturaleza procesos sociales con un sentido del lugar (Sinatti, 2008). Así, la migración se origina en un lugar específico por distintas circunstancias, lo cual tiene consecuencias positivas y negativas, tanto para el lugar, como para la población y las relaciones que se establecen entre estos.

Ahora bien, las teorías que explican la migración no se enfocan en lo espacial; aunque algunas contienen referencias de este tipo y de lugar, examinan más bien los distintos factores que produce la migración, como, por ejemplo, el mercado laboral, las redes sociales o las leyes migratorias.

Entre dichas perspectivas se encuentran quienes estudian los individuos y su forma de “adaptación” o “asimilación” al lugar de destino (Park, 1930; Gordon,1964; Portes y Rumbaut, 2010); los que se refieren a las familias como núcleo de la migración y la manera en que se toman las decisiones como estrategia de sobrevivencia (Arango, 2003), y los que se refieren al fenómeno como tal y la forma como la migración induce a mayor migración, lo que ha sido llamado teoría de la causación acumulativa (Durand y Massey, 2003). Los cambios de los últimos años[9] han permitido transformaciones en el proceso migratorio y por lo tanto la incorporación de nuevas concepciones para entender este fenómeno, por ejemplo, el transnacionalismo (Glick, 1992; Kearney, 1995; Faist, 2000; Portes et al., 2003; Hiernaux, 2007; Mendoza, 2011, entre otros), vertiente que busca analizar la migración con base en las relaciones entre el lugar de origen y el de destino.

Si bien estos enfoques han significado variaciones en el cómo entender la migración, en este libro no se profundiza en todos sus supuestos, aunque sí en su alcance y relevancia cuando analizan en qué medida han hecho referencia al espacio, considerando que el principal punto de partida de la migración es el desplazamiento “espacial” de personas o comunidades. Así sucede en la teoría de la economía neoclásica, la cual, aunque no fue pensada desde un componente geográfico, atribuye a las diferencias geográficas entre el lugar de origen y el de destino, relacionadas con la oferta y la demanda laboral, la intención del individuo de desplazarse. Esta teoría rescata la relación del lugar con el componente económico, pero deja fuera aspectos que sí incorpora la geografía.[10]

La nueva economía de la migración, por su parte, destaca lo espacial en su interés por las particularidades del “lugar de origen”, postura que la lleva a centrar las causas y consecuencias de la emigración en los rasgos de los lugares de origen, prestando atención a las ventajas y desventajas de los lugares de destino, y a los factores que facilitan o dificultan el desplazamiento de las personas (Arango, 2003). Por su parte, la teoría de la causalidad acumulada asevera que el fenómeno migratorio es autosostenido, es decir, que la migración produce más migración (Durand y Massey, 2003).

Si bien el objetivo de ambos enfoques no es conceptualizar el espacio en el estudio de la migración, sí recuperan la importancia de la distribución espacial del migrante en el destino, lo que daría facilidades a los nuevos migrantes en cuanto al mercado laboral. Sin embargo, considerar la distribución espacial de manera exclusiva significaría entender el peso del espacio en el estudio de la migración según la cantidad de población migrante en el destino y no por el espacio en sí mismo.

Como se observa, el espacio no ha estado ausente en los enfoques migratorios tradicionales, aunque su manejo ha sido indirecto o incidental, y no había sido integrado sistemáticamente en el análisis de la migración. Más adelante, con el impulso que adquirieron los estudios migratorios desde la perspectiva transnacional, el espacio alcanzó un papel más protagónico y su relación con la migración trascendió la visión simplista de que la migración solo se trata de movilidad de población entre lugares.

Migración y transnacionalismo

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