Читать книгу Ganar sin ganar - Andrés Dávila Ladrón de Guevara - Страница 13

En los vestidores

Оглавление

Se han establecido, con alguna certeza, instancias de relación profunda entre juego y cultura, fútbol y sociedad y, más en particular, entre fútbol y mecanismos forjadores de la identidad nacional. Definitivamente, hay que superar las visiones puristas del juego y aquellas simplificadoras que ven en los deportes algo así como mecanismos de reproducción y readecuación de la fuerza de trabajo alienada.

No obstante, parece que falta algo. Tal vez ordenar los argumentos; precisar, de mejor forma, el lugar del fútbol en el devenir de la sociedad o indagar, en los términos de Norbert Elias, al deporte como una manifestación específica pero central de la sociedad. Ahora bien, en la reflexión concreta sobre identidad, nación y legitimidad, este trabajo, como un boxeador contra su sombra, golpea y golpea porque intuye que las interrelaciones y los entrecruzamientos son más diversos y más significativos de lo que hasta aquí se ha podido esclarecer.

El ejemplo examinado indica, con fuerza, que allí están los procesos, los mecanismos y los hechos. Pero señala, además, que hay una necesidad de delimitar cada esfera y sus interacciones, para avanzar en el análisis. Es una situación algo paradójica porque simultáneamente se constatan los nexos, pero suena un tanto exagerada la extrapolación.

Por lo pronto, basta con señalar que el juego del fútbol, gracias a sus elementos agonales, lúdicos, estéticos, de figuración y representación, genera una particular adhesión y lealtad en los espectadores y fanáticos. Tal adhesión, apoyada en sentimientos primarios, religiosos, de tensión y placer, deriva en determinadas competencias y, bajo circunstancias particulares, en procesos de identidad nacional, de forjamiento o construcción de la nación. Estos procesos, por situaciones sociales y políticas, adquieren mayor relevancia y parecen proyectarse a nuevas instancias. En ellas, la propia gramática del juego se suma, primero, a los ritos, mitos y símbolos generados ya no solo por el juego, sino por la relación con el pueblo que apoya a su selección, y se adiciona, luego, a la relación compleja con la situación del país, hasta constituir verdaderos factores de consolidación de una identidad, de unos mitos fundacionales, de referentes colectivos que aglutinan, expresan y transforman. Pueden darse allí, sin duda, las condiciones y los factores para sustentar una comunidad imaginada que se reconoce y es reconocida.

Y, sin embargo, tales referentes son a la vez profundos y frágiles, pero, sobre todo, dependen del fútbol como juego. La manipulación, la utilización abierta de la legitimidad que una selección nacional genera a su alrededor o incluso los intentos por ganar otras adhesiones a costa de las reglas y figuraciones propias del fútbol solo llevan, como quien rompe un hechizo, a la inmediata y sorprendente desaparición de los mecanismos, las identidades y las funciones.

Ganar sin ganar

Подняться наверх