Читать книгу María Luisa, Leyenda Histórica - Andrés Portillo - Страница 30
XI.
Оглавление"Uno de tantos viernes me había divagado mirando á Sebastián, que molesto y aturdido trataba de alinear á varios mendigos que me asediaban, y al sentirme tocado en un brazo me volví con violencia diciendo:—No me robes—á una niña muy pequeña, de rostro moreno, harapienta y desgreñada, que había logrado introducir su manecita en la bolsa del dinero."
"Ella corrió avergonzada para ocultarse en el grupo de limosneros, mas yo tuve tiempo de ver que á pesar de su desaliño, tenía un semblante muy agradable."
"El óvalo de su rostro era recto y puro, tenía unos ojos audaces y una dentadura blanquísima y perfecta."
"El viernes siguiente la encontré en la línea y notando que bajaba la vista al tenderme la mano, la dije:—¿Cómo te llamas?—María Luisa—murmuró con voz temblorosa pero muy dulce.—¿Y por qué pides limosna siendo tan chica?—repliqué.—Porque se murió mi madre—contestó tristemente y después de titubear unos momentos, prosiguió:—Mi tía que está enferma me ha dicho: anda á esa casa, allí hay un niño muy bueno que da bastante limosna."
"No pudo continuar la pequeña mendiga; sus ojos se llenaron de lágrimas y los míos también."
"Tal vez porque me había llamado bueno y caritativo, la dí algunas monedas más que á los otros y proseguí el reparto volviendo los ojos hacia el lugar donde había quedado inmóvil aquella niña infortunada."