Читать книгу María Luisa, Leyenda Histórica - Andrés Portillo - Страница 33

XIV.

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"Desde entonces, todos los días al regresar de la escuela, tomaba yo el rumbo del portal."

"A larga distancia buscaba con la vista á María Luisa entre los canastos de fruta; la niña por su parte, se levantaba para distinguirme de los transeuntes é iba corriendo, me daba una fruta ó una flor y volvía precipitadamente á su puesto."

"Yo seguía mi camino volviendo muchas veces la cabeza para verla."

"Los domingos y otros días que no iba yo al colegio, la pobre niña me llevaba su obsequio y no atreviéndose á entrar en mi casa, lo ponía en manos de los criados."

"Mi madre, que llegó á tener noticia de aquellas ofrendas de gratitud hechas por una niña de siete años, protegió á su tía para que prosperara el comercio que había emprendido."

"Un día, pasando como de costumbre, por el portal, me dijo mi obsequiosa frutera con acento de tristeza:—Mañana no estaré aquí porque vamos á vender aguas frescas á la Soledad de Santa Cruz."

"Luego formé el proyecto de ir por allí á pesar de la distancia."

"Llegada la hora de abandonar la escuela, Sebastián se prestó á seguirme."

"El día estaba caluroso; como fuí corriendo llegué fatigado á la puerta de la iglesia donde me recibió María con un vaso de agua dulce y helada que apuré precipitadamente."

"En el acto sentí que una ráfaga de viento pasó por mi cuello causándome tanto malestar, que me ví obligado á volver inmediatamente á casa."

María Luisa, Leyenda Histórica

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