Читать книгу Micky Ondas, un goleador de otro planeta - Anibal Litvin - Страница 11

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El lanzamiento

Mic salió del vestidor con su mochila al hombro, repitiéndose a sí mismo: Micky Ondas, Micky Ondas… Odiaba su nombre terrestre, pero rápidamente su OSS absorbía esa emoción.

Mientras caminaba por un largo pasillo apareció Dai, que también debía viajar por su tesis, al planeta Wax. Él la vio inmediatamente, pero la chica no lo reconoció. Como buena investigadora, se acercó para observarlo en detalle. Nunca había tenido frente a ella a un terrícola. Se preguntó por qué ese ser no se movía, qué hacía allí; entre todas sus respuestas lógicas no pensó que ese era su novio.

Cuando ya estuvo muy cerca, mirándole la cara, las manos, al joven se le ocurrió activar las respuestas automáticas terrestres. Y lo que salió fue…

–¡Buu! –dijo, asustando a la chica, que se echó para atrás con un temor que rápidamente fue absorbido–. Soy Mic con el avatar humano que me dio Ima para viajar; aunque en realidad ahora soy Micky Ondas.

–Micky Ondas… Y eso de “¡buu!”. ¿Qué fue?

–Ah, no sé. Forma parte de las respuestas automáticas terrestres que me transfirió Ima. Debo ir al sector de Lanzamientos ¿me acompañas?

–No puedo, yo también me voy en poco tiempo más.

Se miraron. Por sus mentes pasaban muchas cosas que no pudieron expresar: que se iban a extrañar, que se deseaban lo mejor, que esperaban volver a verse pronto. Pero todo quedó resumido en un…

–Adiós.

–Adiós.

Cada uno tomó por su lado. Mic, ahora convertido en Micky con su nuevo avatar, caminó lo más rápido que podía hacia una de las miles plataformas de lanzamiento espacial.


Al llegar lo esperaban sus padres y el profesor Zen. Al verlo transformado en humano quedaron sorprendidos pero, obviamente, nadie pudo decir nada.

–Mic, es hora de partir –afirmó su madre, queriendo abrazarlo fuerte pero sin poder expresar sus deseos.

–Últimas instrucciones –informó el profesor Zen–. No irás a un gran conglomerado de humanos, sino a un lugar menos poblado, en donde podrás pasar inadvertido y lograr tu cometido. Hemos preparado un hogar con todas las funcionalidades para un niño de 11 años de la Tierra, incluida una cíborg programada para hacer de tu madre terrestre. No es lógico que un chico de 11 años viva solo. De esta forma, nadie sospechará de ti.

–¿Una madre cíborg? –repitió Mic mirando a Pat.

–Sí, todo ha sido planeado con exactitud. Solo debes seguir tu GPS interior que te guiará hacia donde tengas que ir. Con tu padre hemos pensado en todo para que te enfoques en tu tesis. Cuando finalices con tu estudio y encuentres el algoritmo de la pasión solo deberás pulsar la imagen de tu avatar en tu tarjeta magnética o documento. Así conseguirás el regreso instantáneo a Tac y nos brindarás el resultado de tus investigaciones. Con todos los archivos que te cargó Ima y lo que hemos diseñado para tu estadía en la Tierra, sumados a tu capacidad de estudio, calculamos que tienes todas las herramientas para lograr tu objetivo. Y ya sabes la premisa fundamental.

–Sí: debo pasar inadvertido.

–Exacto. Hora de viajar.

Mic oteó a su alrededor. Ahí estaban sus padres que lo miraban sin ninguna expresión y como nadie podía manifestar sus sentimientos, no había más que decir. Todos se retiraron, dejándolo solo, porque debían continuar con sus lógicas tareas.

Tanto Del como Pat quisieron darse vuelta para ver una vez más a su hijo pero el OSS, implacable, les quitó sus sentimientos, por lo que se fueron a cumplir con sus obligaciones, ante la mirada cada vez más lejana del chico.

Aunque el joven conocía en teoría cuál era el protocolo de viaje interestelar sentía un poco de curiosidad, porque había visitado planetas cercanos a Tac pero esto era nuevo para él.

De inmediato todas sus dudas se disiparon; una cápsula de silicona opaca y brillante lo envolvió por completo.

–Lanzamiento –anunció de pronto una voz y la nave desapareció de la plataforma. Se esfumó. Ni siquiera pudo verse algo parecido a un despegue.

Micky había dejado Tac.

Dentro de la cápsula no percibía nada, excepto alguna vibración sin importancia. Trató de mirar hacia afuera y pudo ver un inmenso universo que pasaba frente a él como una película a toda velocidad, con constantes cambios de galaxias, de luces, de oscuridades, de flashes, de estallidos.

Mientras vivía ese momento tan especial, no dejaba de pensar y preguntarse: “¿Con qué me encontraré en la Tierra?”.

Micky Ondas, un goleador de otro planeta

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