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V
ОглавлениеPor los reinos de Castilla y de León sonaban pregones anunciando que el rey moro de Toledo ofrecía al que devolviera la salud á su hija, su reino y sus tesoros, y hasta la hija cuya salvación anhelaba.
Y cuentan que un médico venido de Judea se presentó al rey de Castilla, ofreciéndole tornar la salud á la princesa mora.
Y era tal la sabiduría que brillaba en las palabras de aquel hombre, y tal la fe que inspiraba la bondad que resplandecía en su rostro, que el rey de Castilla no vaciló en darle cartas, asegurando á Almenón que le enviaba con ellas el salvador de la princesa Casilda.
Apenas el médico venido de Judea tocó la frente de la niña, la sangre cesó de correr, y el color de la rosa empezó á asomar en las pálidas mejillas de la enferma.
—¡Tomad mi reino!—exclamó Almenón, loco de alegría y llorando de agradecimiento.
—Mi reino no es de este mundo—respondió el médico venido de Judea.
—¡Tomad mi mayor tesoro!—repuso el rey de Toledo, designando al médico su hija.
Y haciendo una señal de aceptación el médico, extendió la mano hacia Castilla, y dijo:
—Allí hay unas aguas purificadas que han de completar la salvación de la virgen musulmana.
Y al día siguiente, la princesa Casilda pisaba la tierra de los nazarenos, acompañada aún del médico venido de Judea.