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V

SOBRE SICILIA Y OTRAS ISLAS

(FRAGMENTOS)

1

Al carecer de dinero los romanos y cartagineses, los primeros no podían construir ya barcos, exhaustos por los impuestos, pero reclutaban soldados de infantería y los enviaban cada año a África 1 y a Sicilia; los cartagineses, por su parte, enviaron una embajada al rey de Egipto Tolomeo 2 , hijo de Tolomeo, hijo de Lago, para solicitar un préstamo de dos mil talentos. Éste mantenía relaciones de amistad 3 con los romanos y los cartagineses y trató de reconciliar a ambos. Sin embargo, como no pudo conseguirlo, dijo que debía aliarse con los amigos contra los enemigos, pero no contra amigos.

(Exc. de las embajadas de los pueblos 11, pág. 526, y Exc. de sent. 7 , pág. 66)

2

Cuando los cartagineses habían sufrido dos reveses [1 ] a un mismo tiempo en tierra y otros dos en el mar, donde se creían netamente superiores, y andaban faltos de dinero, de barcos y de hombres, solicitaron de Lutacio un armisticio y, tras obtenerlo, enviaron embajadores a Roma para negociar un tratado con ciertas condiciones limitadas. Enviaron con los embajadores a Atilio Régulo, el cónsul, que era su prisionero, para que solicitara de su patria que llegara a un acuerdo sobre esas condiciones. Cuando éste llegó como prisionero, revestido a la usanza cartaginesa, y los embajadores le dejaron en el senado, mostró la situación desesperada de los asuntos cartagineses y aconsejó que o bien prosiguieran la guerra con toda la fuerza posible, o bien llegaran a un acuerdo sobre condiciones más satisfactorias. Los cartagineses lo mataron cuando regresó por propia voluntad a Cartago, colocándolo de pie entre planchas erizadas por todas partes de púas de hierro, para que de ninguna forma pudiera reclinarse. Sin embargo, hicieron la paz sobre condiciones más satisfactorias para ellos.

Las condiciones del tratado 4 fueron las siguientes: [2 ] que todos los prisioneros romanos y los desertores que estaban en poder de los cartagineses fueran devueltos a los romanos; que fueran entregadas a los romanos Sicilia y todas las islas pequeñas adyacentes; que los cartagineses no iniciaran ninguna guerra contra los siracusanos o contra su tirano Hierón; que no reclutaran mercenarios en ningún lugar de Italia y que pagaran una indemnización de guerra a los romanos de dos mil talentos euboicos en veinte años, llevando a Roma una parte proporcional cada año —el talento euboico equivale a siete mil dracmas alejandrinos—. Así terminó la primera guerra entre romanos y cartagineses por la posesión de Sicilia, que se había prolongado durante veinticuatro años. Los romanos perdieron en ella setecientas naves y los cartagineses, quinientas. Los romanos entraron, de este modo, en posesión de la mayor parte de Sicilia, que antes poseían los cartagineses. Les impusieron tributos, distribuyeron ciertas cargas navales entre sus ciudades y enviaron cada año un pretor a Sicilia. A Hierón, el tirano de Siracusa, lo hicieron amigo y aliado por los favores que había hecho a los romanos en esta guerra.

[3 ] Al acabar la guerra, los mercenarios galos reclamaron a los cartagineses la paga que les adeudaban todavía por su servicio en Sicilia y todos aquellos regalos que les había prometido Amílcar. También presentaron las mismas demandas los soldados africanos, aunque éstos eran súbditos de los cartagineses, a causa de su intervención en Sicilia, y lo hicieron de forma más orgullosa, al ver que los cartagineses estaban debilitados y humillados. Contribuía a su enojo la muerte de tres mil compañeros a quienes habían crucificado los cartagineses por su deserción a los romanos. Y cuando los cartagineses rehusaron acceder a las demandas de unos y otros, se apoderaron, ambos, de Túnez y de Útica, que es la ciudad más grande de África después de Cartago. Tomándola como base de operaciones, se dedicaron a provocar la insurrección del resto de África, se atrajeron a algunos númidas, acogieron a una gran cantidad de esclavos fugitivos y devastaron todas las posesiones de los cartagineses. Éstos, combatidos en todos los frentes, llamaron a los romanos como aliados contra los africanos. Aquéllos no enviaron ningún ejército, pero les permitieron importar provisiones de Italia y Sicilia, y reclutar mercenarios en Italia sólo para esta guerra. Enviaron también embajadores a África para ver si podían poner fin a la guerra, pero éstos regresaron sin haber conseguido nada. Los cartagineses prosiguieron la lucha con toda energía.

(Exc. de las embajadas de los pueblos 12, pág. 526)

3

Hipócrates y Epícides eran dos hermanos, ambos, generales de los siracusanos. Durante largo tiempo mantuvieron una actitud hostil hacia los romanos, pero, dado que no pudieron incitar a la guerra a Siracusa, huyeron junto a los leontinos, que eran enemigos de los siracusanos, y acusaron a su patria de haber renovado, ellos solos, un tratado con los romanos, a pesar de los que había concertado Hierón, que incluían a toda Sicilia. Los leontinos se encolerizaron por ello. Y los siracusanos hicieron la proclama de que, si alguien traía la cabeza de Hipócrates o Epícides, se le pagaría su peso en oro. Sin embargo, los leontinos eligieron a Hipócrates como su general.

(Exc. de virt . 12, pág. 222 , de donde Suda , s. v. Epikýdēs )

4

Los sicilianos, que ya hacía tiempo estaban irritados contra el general Marcelo por su crueldad, se enojaron aún más contra él por esta acción: por haber penetrado a traición en Siracusa. Por esta razón se pasaron al lado de Hipócrates y juraron todos no hacer la paz por separado, le enviaron provisiones y un ejército de veinte mil soldados de infantería y cinco mil jinetes.

(Exc. de virt . 13, pág. 222)

5

A causa de su mala fama, nadie confiaba en Marcelo, excepto bajo juramento. Por esta razón, cuando los tauromenios se le entregaron voluntariamente, hizo un pacto y juró que no establecería una guarnición en la ciudad ni reclutaría soldados en ella.

(Exc. de virt . 14, pág. 223)

6

[1 ] Parece que la isla de Creta estaba bien dispuesta, desde un principio, hacia Mitrídates, rey del Ponto, y se dice que le proporcionó mercenarios cuando estaba en guerra contra los romanos. Se cree también que ellos, por favorecer a Mitrídates, toleraron y se aliaron abiertamente con los piratas que surcaban el mar entonces, pese a que eran perseguidos por Marco Antonio. Cuando este último les envió una embajada, los menospreciaron y les respondieron con desdén. Por este motivo, Antonio los combatió de inmediato y, aunque no obtuvo un triunfo, no obstante se ganó el título de Crético por esta empresa. Éste era el padre de aquel Marco Antonio que combatió posteriormente contra César Augusto en Accio. Al decretar los romanos hacer la guerra a los cretenses a causa de estos hechos, éstos enviaron embajadores a Roma para negociar la paz. Los romanos ordenaron que les entregaran a Lástenes, el que había combatido contra Antonio, y la totalidad de los barcos piratas, así como todos los prisioneros romanos que tuvieran, junto con trescientos rehenes y cuatro mil talentos de plata.

[2 ] Los cretenses no aceptaron estas condiciones y Metelo fue elegido general contra ellos. Metelo venció en Cidonia a Lástenes, que huyó a Cnoso, y Panares entregó Cidonia a Metelo, a condición de que le garantizara su seguridad personal. Mientras Metelo estaba sitiando Cnoso, Lástenes prendió fuego a su casa después de haberla llenado de dinero y huyó de Cnoso. Entonces los cretenses enviaron embajadores a Pompeyo el Magno, que dirigía la guerra contra los piratas y contra Mitrídates, para decirle que, si venía, se le entregarían voluntariamente. Él, como estaba ocupado en aquel momento, ordenó a Metelo que se retirara de la isla, porque no era necesario ya combatir a quienes estaban dispuestos a entregarse, y comunicó que iría después, para recibir la rendición de la isla. Sin embargo, Metelo no hizo caso y persistió en la guerra hasta someterla, pactando con Lástenes lo mismo que con Panares. Óbtuvo, pues, un triunfo y fue llamado Crético con más justicia que Antonio, ya que fue él quien realmente sometió a la isla.

(Fragm. VI compuesto a partir de Exc. de las embajadas de los romanos 7, pág. 71, y Exc. de las embajadas de los pueblos 13, pág. 527)

7

El patricio Clodio, apodado Pulcher , esto es: distinguido, estaba enamorado de la esposa de Gayo César. Se disfrazó de mujer desde la cabeza a los pies (todavía era imberbe) y entró en la casa de Gayo durante la noche, como una mujer, en una ocasión en la que sólo estaba permitida la entrada a las mujeres por celebrarse los misterios. Sin embargo, al haber perdido su guía y ser reconocido por otras por el sonido de su voz, fue expulsado.

(Exc. de virt. 15, pág. 223)

1 es Libyēn error de Apiano.

2 Tolomeo Filadelfo (muerto en el 246 a. C.).

3 El término griego es philía (cf. HOLLEAUX , Rome, la Gréce et les monarquies hellènistiques au 3 siècle av. J. C ., 1921, páginas 60 y sigs.).

4 Cf. DÍAZ TEJERA , «En torno al tratado de Lutacio entre Roma y Cartago», Habis 2 (1971), 109-126.

Historia romana I

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