Читать книгу Wink, Poppy, Midnight - April Genevieve Tucholke - Страница 18

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Hace unos años, entré a hurtadillas en la granja Bell y observé lo que sucedía desde la sombra de los árboles. Estuve allí durante un rato y nunca miraron en mi dirección, ninguno de ellos, como si fuera invisible, como si fuera un fantasma.

Esperaba coger a Leaf desprevenido, así tal vez su rostro mostraría alguna expresión, fugaz pero real, evidente, y entonces lo sabría. Sabría que pensaba en mí.

Estaba fuera, con Wink y el resto de sus hermanos. Hicieron un pícnic y después jugaron a algo con muchas risas y gritos, y él era diferente con ellos, muy diferente, especialmente con la hermana morena y guapa; era alborotador, ruidoso y se reía todo el tiempo. Yo ni siquiera conocía el sonido de su risa, al menos, no el de su verdadera risa. Y, después de un rato, empecé a sentirme mal conmigo misma, ahí sola en el bosque mientras todos reían y jugaban juntos. Y yo soy Poppy, yo jamás me había sentido mal conmigo misma, así que regresé a casa y no volví a hacerlo.

La octava vez que seguí a Leaf al granero, lo besé con toda mi alma, con todo mi ser, con lo malo y también con lo bueno. Lo besé una y otra vez, con su nariz fina y recta, las mejillas pecosas, los hombros anchos y huesudos, el torso blanco y duro, pero sus ojos verdes en ningún momento se posaron en los míos, ni una sola vez. Entonces me desnudé; pensé que iba a deslumbrarlo con mi deslumbrante belleza, pero solo se encogió de hombros y dijo que, por lo que a él se refería, yo podía ser la viva imagen de Helena de Troya que aun así no valía el aire que respiraba.

Su hermana menor lo llamó desde algún lugar del parque y bajó para encontrarse con ella sin decir una palabra más. Lloré mientras volvía a ponerme la ropa, muy rápido; la paja se me metió en los pliegues y me lastimó durante todo el camino de regreso a casa, pero me hizo sentir bien, como las monjas y los cilicios, un castigo en el camino de la redención.

Wink, Poppy, Midnight

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