Читать книгу Wink, Poppy, Midnight - April Genevieve Tucholke - Страница 9

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Me enamoré de Leaf Bell el día en que le dio una paliza a DeeDee Ruffler.

Ella era la peor abusona del instituto, y él fue el primer y único chico que la puso en su sitio. Como también soy una abusona, probablemente hayáis pensado que me compadecí de ella, pero no fue así.

DeeDee era una chica bajita e insignificante, con una vena cruel de varios metros de altura, que vivía en la zona pobre del pueblo. Tenía un cuerpo fuerte y ridículo, un rostro vulgar y redondo y una voz odiosa y chillona, y ya había intentado provocar a Leaf en otras ocasiones. Lo había llamado de todo —pobre, pelirrojo, flacucho, sucio, enfermo— y él se había limitado a reírse. Pero el día en que llamó a Fleet Park, un niño de doce años, «chino maricón», Fleet se echó a llorar y Leaf explotó. Le pegó a DeeDee hasta dejarla en coma allí mismo, en las escaleras del instituto. Le golpeó la cabeza contra el cemento mientras la mantenía inmovilizada con las rodillas sobre el pecho, y las tetas de DeeDee se sacudían y el pelo rojo de Leaf volaba alrededor de sus desgarbados hombros, con las montañas nevadas de fondo.

Ese día, mi corazón triplicó su tamaño.

Después de que Leaf le destrozara la cabeza, DeeDee no volvió a ser la misma. En la clase de ciencia de la mujer moderna, leí acerca de las lobotomías, y era así como había quedado ella: indiferente, apática, inútil.

Leaf no tuvo problemas por esa pelea, nunca se metía en problemas, igual que yo. Además, todo el mundo estaba harto de DeeDee, incluso los profesores, especialmente los profesores. Era tan malvada con ellos como con el resto.

También había maldad dentro de mí, una vena cruel. No sabía de dónde venía y no quería tenerla, de la misma forma que no querría tener los pies grandes, ni pelo castaño apagado ni nariz de cerdito.

Pero, joder, si hubiera nacido con nariz de cerdito, lo aceptaría, como acepto lo cruel y lo malvado.

Leaf fue el primero en identificarme por lo que era. Yo era preciosa, ya de niña. Parecía un ángel: labios de querubín, mejillas sonrosadas, huesos elegantes y una aureola de cabello rubio. Todos me querían y yo me quería a mí misma, siempre me salía con la mía y hacía lo que me daba la gana, y, aun así, la gente se sentía afortunada de conocerme.

Nadie se considera superficial, podéis preguntarles a vuestros conocidos, todos lo negarán. Pero yo soy la prueba viviente de eso: siempre me salgo con la mía porque soy guapa.

Sin embargo, Leaf vio más allá de la belleza: la traspasó.

Yo tenía catorce años cuando Leaf Bell le partió la cabeza a DeeDee en las escaleras del instituto, y quince cuando lo seguí hasta su casa e intenté besarlo en el granero. Se rió en mi cara y me dijo que era fea por dentro, y me dejó sola ahí, sentada sobre el heno.

Wink, Poppy, Midnight

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