Читать книгу Así veo yo el tenis - Arturo Núñez del Prado D. - Страница 12
ОглавлениеLa pasión por el tenis
(17-12-18)
“El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar de pasión”.
Esta frase, de la película “El secreto de sus ojos”, de Juan José Campanella, me partió como un rayo, tiempo atrás.
La frase apunta a una de esas pocas verdades irrebatibles que existen, porque una pasión es una pasión. Si es verdadera, hablamos de algo demasiado fuerte, que no se transforma ni se diluye.
A lo largo de los años, he conocido varios chicos, realmente apasionados por el tenis, que han querido convertirse en profesionales de este deporte. “Mejor estudia”, les repetí una y mil veces. Es lo más sensato y seguro. Pero la frase de la película me hizo cambiar de opinión.
Hoy, creo que se tiene una sola pasión verdadera en la vida y hay que seguirla, casi como un deber. Si no, se vive a medias. Si se la deja de lado, se puede vivir de forma sensata y segura, pero medio muerto en vida.
Soy un convencido que si alguien siente auténtica pasión por el tenis, encontrará su lugar en ese medio. Si no es como jugador, será como profesor, árbitro u organizando torneos, por ejemplo. Posibilidades hay muchas.
No importa si no se trata de un superdotado. Muchos cantantes, futbolistas y hasta tenistas destacados no son tan extraordinarios, pero es la pasión con la que hacen las cosas la que marca la diferencia.
Si un jugador no se lanza a la aventura de dedicarse al tenis y vivir su sueño, nunca sabrá qué habría ocurrido. Todo puede salir muy mal, ¡pero también existe la probabilidad que todo salga muy bien! Solo que nuestro cerebro no está entrenado para pensar así. Siempre estamos preparados para lo peor, no para lo mejor.
Lo mismo ocurre con los proyectos. He visto morir muchos antes de concretarse, solo al ponerles números. Ideas como una tienda de artículos deportivos, o una escuela de tenis, han sido aniquiladas sin piedad por la calculadora. Las cifras son muy importantes, estoy consciente de eso, pero no lo son todo. Hay muchos elementos que se les escapan a las sumas y las restas.
Muchas posibilidades surgen durante el hacer, por lo tanto, si no se pone manos a la obra, y se concreta la idea, nunca aparecerán. Y el proyecto quedará en eso, solo en un papel, fusilado por los fríos números.
Genuina pasión es lo que veo en personas como Carlos Pardo, que se embarcó en la aventura que significó traer a Javier Frana al país. Lo logró, con mucho éxito.
Pasión a raudales es lo que veo en los hermanos Miranda, que cada fin de semana organizan importantes torneos para niños y adultos en diferentes clubes, convocando gran cantidad de jugadores. Le ponen tantas ganas a lo que hacen, que su actitud conmueve y contagia.
Pasión también es la que les sobra a Edgardo Chávez y Patricio Escalona, dándole vida a Gala del Tenis Chileno cada año. Pareciera que las dificultades que encuentran, se convierten en el alimento de su irrenunciable entusiasmo por sacar la tarea adelante.
Seguramente, muchos les dijeron a Pardo, Chávez, Escalona y a los Miranda, que no se podía. Que era muy difícil, que sus planes eran demasiado ambiciosos.
Apuesto que fue así.
Pero seguir una pasión es, casi siempre, sinónimo de éxito.
Y si no se obtiene el tipo de éxito que se imaginó, no hay que olvidar que el éxito también consiste en seguir el camino que se eligió. Y ese camino, por lo general, conduce a la felicidad.
Para muchos, seguir una pasión es cosa de locos o inmaduros.
Puede ser. No lo sé. Creo que no, aunque no intento convencer a nadie.
De lo que sí estoy seguro es que se puede cambiar de país, de casa, de auto, de cara, pero no se puede cambiar de pasión.