Читать книгу Así veo yo el tenis - Arturo Núñez del Prado D. - Страница 7
Оглавление“Lo tiré!”
(10-10-18)
Hace algún tiempo presencié un buen partido, que dejé de ver cuando los jugadores empataban a un set. Todo auguraba una tercera manga de muy cerrado desenlace, pero que se resolvió más rápido de lo esperado.
¿Qué ocurrió? El perdedor, según confesión propia, tiró o botó el último parcial. En otras palabras, no lo jugó aplicado siempre al máximo.
Muchos creen, erróneamente, que botar un partido tiene onda.
Pero, no. ¡A no confundirse!
No esforzarse al máximo sirve como excusa perfecta, para no saber qué habría pasado si uno lucha con todas sus fuerzas. Siempre será más fácil argumentar, ante una derrota, que no se puso todo el empeño posible. Resulta mucho más duro verse obligado a reconocer que el rival fue mejor, aun cuando se batalló dejándolo todo en la cancha. Y, claro, no es sencillo gestionar la frustración que eso genera.
Tirar un partido, un set o solo un punto es ante todo, una falta de respeto hacia uno mismo, al oponente, al fair play, al torneo y al tenis mismo.
Botar un match es, también, faltarles el respeto a los entrenadores, que se esfuerzan por hacer cada día mejores a sus pupilos, y una ofensa a los padres, que financian los altos costos que implica que sus hijos compitan.
Nadie les exige que ganen, pero que al menos hagan siempre su mejor esfuerzo. ¡Es lo mínimo!
No se trata de ser lapidarios con jugadores jóvenes. Tienen derecho a equivocarse, como todos. Eso no se discute. El error es parte del aprendizaje.
Pero en el mundo actual, de límites difusos y discursos tibios, en que el relativismo impera en muchos ámbitos, hay que ser enérgicos para decir que lo que está mal, está mal aquí y en cualquier lado.
Hay que saber ganar jugando mal, porque solo 5 o 10 días en el año se juega, realmente, cómo uno quiere.
Tirar un partido no es de jugadores con onda. Luchar hasta el final, sí. Los que corren hasta la última pelota siempre serán triunfadores. ¡Aunque pierdan!