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El cobro: fue como en el cine

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Es el momento más difícil de la operación. Allí se producen la mayoría de los fracasos. Un problema no menor era ser extranjeros. Se había avanzado en el conocimiento del terreno, pero no lo suficiente.

Vuelvo al entrevistado para que me cuente algunos de los secretos del trabajo.

—Lo primero fue elegir la zona. Nos decidimos por Pompeya.

—Era un barrio tranquilo y no muy poblado. Sin accidentes geográficos que dificultaran la visión.

—Un espacio que no parecía difícil de controlar. Que nos diéramos cuenta en seguida si pasaban «cosas raras».

—La hora elegida fue el atardecer, un momento en que los policías estaban algo distraídos por el cambio de turno y había menos gente en la calle. El recorrido sería de una hora y minutos.

—Los cien mil billetes pesaban 47 kilos. Se decidió utilizar dos valijas grandes y de colores chillones, que se veían de lejos. Los portadores eran robustos. El «segundo hombre» y otro empleado de la empresa. Los dos eran bien conocidos físicamente por nuestra gente.

—Dividimos la zona en varios fragmentos. A cada uno se le asignó un responsable, que lo estudiaba en profundidad durante varios días y en horas diferentes. Pero sobre todo en la tardecita. Iba conociendo su población y los lugares más salientes. Al final tenía un conocimiento íntimo de su sector y sus alrededores.

—En cada fragmento se elegían cinco o seis lugares que iban a oficiar de postas, donde se pudiera dejar un mensaje escrito. Cada compañero verificaba que el funcionamiento fuera fácil y seguro, ya que el mensaje contenía indicaciones de la ubicación de la posta siguiente. En la última verificación, una marca hecha con pintura roja en un árbol había desaparecido tapada por el pasto. ¡En ocho dias! Hubo que cambiarla.

—La elección de cada posta se había hecho de forma en que el portador del dinero pudiese ser observado con total claridad y ver si hablaba con alguien en su camino o entraba en algún sitio no indicado en las instrucciones.

—En caso de duda, se podía levantar la operación sin inconvenientes. En todas las participaciones de los compañeros se utilizaban filtros.

—A esas tareas hay que agregar el estudio del recorrido luego del cobro. Los cambios de vehículos y los filtros especiales. Te la cuento otro día...

A Federico Hart se lo soltó unos 20 días después. Luego de ser liberado, la compañera encargada de las comunicaciones, llama a la casa para asegurarse de que había llegado. Le desea buena suerte y le dice que capaz que un día se vuelven a encontrar.

—Si. ¡En el infierno nos vamos a encontrar!— le respondió.

Estafar un banco... ¡Qué placer!

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