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4. LAS SIGUIENTES SESIONES DE EVALUACIÓN CON LOS PADRES

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Siguiendo el modelo propuesto en el esquema que adjuntamos en el apéndice y como ya decíamos más arriba, tras dos o tres sesiones con el niño, deberemos plantearnos volver a ver a los padres y conseguir más información, ahora ya con la base de lo visto, oído y trabajado con el niño. Conviene plantearse completar todo aquello que dejáramos sin terminar en la primera sesión si no lo hemos hecho ya por otras vías, recoger nuevas cuestiones que han ido apareciendo durante estas semanas y, desde luego, manejar ansiedades relativas a todo lo que está suponiendo el proceso de evaluación para unos y otros.

Algunas sugerencias para esta segunda sesión con los padres:

Configuración familiar

Un ejercicio, a mi juicio, sumamente útil que me gusta realizar con los padres, es el siguiente: en la segunda sesión con ellos, mi propuesta es que pasen por separado la primera parte de la sesión: 20 minutos con cada uno. Después, los últimos 20, conjuntamente de nuevo. Los tiempos son aproximados, recuerden que en estas sesiones de evaluación con los padres mi sugerencia es que contemos con alargarlas para disponer del tiempo necesario para recoger la mayor cantidad de información posible. El caso es dividir la sesión en tres fracciones de tiempo y repartirlas para tener unos minutos por separado con cada uno de los papás y los minutos finales poder trabajar con ellos juntos de nuevo.

Cuando pasan por separado, les suelo preguntar por su vivencia personal del proceso. Eso que comentábamos que aparece en el listado de preguntas que suponen el Apéndice 3 y que habremos enviado por correo a cada uno de ellos y esperado recibir contestado también por separado. Si lo hemos recibido así, podemos iniciar la conversación agradeciendo el envío y la sinceridad, y pasando a comentar aspectos concretos del ejercicio.

Si repasan detenidamente las preguntas, verán que pedimos información sobre la opinión personal de cada uno respecto al proceso, los roles, el posicionamiento familiar, etc. Es importante entender el modo particular de experimentar todo lo que está ocurriendo porque esto es clave para que la intervención sea eficaz.

Aquí vamos a ver también la sensibilidad de cada uno, la implicación, la capacidad de regulación, la empatía, pero también el agobio, la sensación de malestar, de culpa, de identificación… Todos estos datos son importantísimos.

Después, me gusta coger la caja de muñecos (esa que está hasta arriba de Playmobil de todo tipo y también de otras figuras de tamaño parecido que simbolizan y, por lo tanto, permiten identificarse: la bruja de Blancanieves o Maléfica, el hada madrina, Hulk, el lobo feroz, princesas, hadas, guerreros, extraterrestres...) y, poniéndola encima de la mesa, le pido que escoja un juguete para representar a cada uno de los miembros de la familia. Esta es la parte central del ejercicio. Por eso lo he titulado configuración familiar. Deben «encontrar» un muñeco que les represente y después configurar a la familia, es decir, colocarlos como les parece que resultaría más representativo según su particular manera de ver a la familia.

Como ya se están imaginando, lo que ocurre durante todo el ejercicio es espectacularmente útil. La facilidad o la dificultad para elegir a alguno o a todos los miembros de la familia (con lo que implica de posibilidad de simbolización, entre otras cosas), la posición que hacen ocupar a esos muñecos y los porqués… En una ocasión, la mamá de un niño me dijo, tras pasar un rato buscándose, que no podía escoger solo a un muñeco para representarse a ella (esto puede ser relativamente frecuente) y escogió a dos. Cuando le tocó el turno a papá, se nos pasó la hora porque el hombre decía que le resultaba imposible encontrar al muñeco (objeto, animal, estuvimos valorándolo todo) que pudiera representar a su mujer. Yo pensaba todo el tiempo que tenía todo el sentido, habida cuenta de que su mujer claramente había necesitado dos para representarse.

En otro caso, la mamá me confesó, cuando estuvimos a solas, que llevaba tiempo queriendo decirle a su marido que quería separarse y contarle algunas cosas sobre sus sentimientos respecto a la relación y la familia y, cuando el papá pasó a hacer el ejercicio, no sabía dónde colocar a la figura que la representaba. Si la integraba en el núcleo que conformaban él y sus hijos, sacaba al muñeco que le representaba, y viceversa. Otra vez, una mamá escogió un muñeco de Disney para representar a su marido porque decía que él tendía a presentarse, actuar e interaccionar con ella y los niños como con un disfraz, además de infantilizado y algo payaso. Cuando le tocó el turno a papá, hizo y dijo exactamente lo mismo, pero con la figura de su mujer.

Anécdotas tenemos a miles. No se pierdan esta información, puede ser clave para entender la dinámica del problema real.

Cuando he recogido toda la información, le hago una foto. Y le comento a ese que haya pasado el primero que voy a repetir ese ejercicio con el otro y que también sacaré una foto. De la información obtenida hablaremos en la entrevista de devolución. También realizo el mismo ejercicio con los niños. Después imprimo esas tres fotos y las comparo. Ahí están contenidos, como comentaba, aspectos del problema de relación que seguro que están influyendo, si no directamente en la generación del conflicto, sí en la posibilidad de crear equipo para poner en marcha recursos para la resolución.

Toda esta información la comentaremos con ellos debidamente en la entrevista de devolución.

Los últimos minutos de sesión, esos que ya tenemos para trabajar conjuntamente de nuevo, procuro emplearlos en hacer el genograma. A veces es necesaria una sesión más para abordar esta tarea. No se lo piensen, es imprescindible.

Genograma

Hacer un buen genograma nos parece absolutamente fundamental para una buena evaluación. Tienen a su disposición abundantes publicaciones sobre cómo realizar esta tarea, pero vamos a comentarlo brevemente aquí.

Nuestra sugerencia es la de desarrollar un simple árbol genealógico que incluya, en la medida de lo posible, al menos tres generaciones. Es decir abuelos, padres e hijos. Pero si hubiera conocimiento, datos o anécdotas de bisabuelos, mejor que mejor. Una vez que tenemos en el papel nombre, edades, fallecimientos, matrimonios, separaciones, segundas nupcias, tíos, primos, abortos, hermanastros y toda la parentela posible, comienza el proceso más interesante y revelador: queremos saberlo todo de todos. Pregunten por todo, señores, por favor. E incluyan tanto en su mente como en la interacción con los pacientes la pregunta «¿por qué?» En ocasiones se conocerá ese por qué o, al menos, tendremos la respuesta oficial. Para nosotros es igualmente importante la idea que tiene esa persona que está hablando de su familia de las motivaciones de cada uno de los miembros de ella. Para muchos será la primera vez que realicen un ejercicio semejante y la actitud con la que lo enfrenten es muy importante para nosotros. Nos hablará no solo de cosas concretas que se conocen o desconocen y que se transmiten o se ocultan en el sistema al que pertenece nuestro pequeño paciente, sino también de la capacidad de ese progenitor en concreto de hacer asociaciones entre lo vivido, aprendido y transmitido y las decisiones que ha ido tomando. Porque esa es nuestra tarea, y si ya nuestros interlocutores son capaces de reconocer la influencia del sistema en lo que ha ido ocurriendo en sus vidas, tenemos una parte importante de terreno ganado. Unos papás negadores de dicha influencia van a ser todo un reto para nosotros, así que, cuanta más información recojamos y cuanto antes veamos nosotros las nombradas asociaciones entre lo que han ido haciendo unas generaciones y las siguientes, mejor.

A mí me gusta completar el genograma con estas preguntas:

¿Cómo os conocisteis? ¿Cómo comenzó a forjarse vuestro actual microsistema? A propósito de este tema, es importante que preguntemos por la relación de pareja. Permítanme que les recuerde que esto incluye hablar de la relación sexual. Muchas sorpresas (o no tanto) aparecen cuando hay que hablar de este tema que vienen a explicar otras tantas cosas que ocurren en el sistema familiar.

• ¿Hay alguna anécdota familiar que se haya ido transmitiendo de generación en generación, o una clásica batallita que haya calado y que se cuente siempre que se reúne la familia para alguna celebración? ¿Se os ocurre alguna a vosotros que hayáis escuchado y que os parezca digna de contarse? ¿Y algún secreto? Preguntar por el secreto me parece imprescindible. Si no lo están haciendo ya, háganlo, les sorprenderá lo que van a recoger.

• ¿Podrías darme tres o cuatro adjetivos para calificar a tu familia? Le preguntamos a cada progenitor por la suya y también si están de acuerdo con los adjetivos ofrecidos por el otro cónyuge respecto a la de cada uno.

• Por último, ¿qué creéis que tiene el niño de unos y de otros?

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