Читать книгу Psicoterapia breve con niños y adolescentes - Begoña Aznárez - Страница 15
5. LAS SESIONES DE EVALUACIÓN RESTANTES
ОглавлениеDurante estas dos sesiones con los padres y las que ya hemos realizado con el niño, debemos haber tenido la oportunidad de recoger información suficiente para desarrollar alguna hipótesis que nos explique lo que está pasando y, desde luego, para confirmar o refutar dichas presunciones. En cualquier caso, ha llegado el momento de hacer un alto y, con lo ya recogido, reflexionar y concretar qué seguimos necesitando para terminar de estar seguros acerca de nuestras conclusiones y antes de dar por completada la evaluación. ¿Necesitamos ver a los hermanos? ¿A los abuelos? ¿A la cuidadora? ¿Tenemos que hablar con el tutor o con el psicólogo del colegio?
La presencia de estas otras personas en la evaluación puede ser muy útil, pero también puede ser completamente prescindible. Me gusta insistir en que hagamos las cosas con criterio y que intentemos, en la medida de lo posible, saber para qué estamos haciendo lo que estamos haciendo. Cuando hacemos las cosas porque no nos estamos enterando muy bien de lo que está pasando y confiamos en que con una sesión y otra y con una persona y otra, de pronto, como por arte de magia, nos vendrá la inspiración y sabremos qué hacer; cuando hacemos esto, además de estar haciendo el ridículo y de estar siendo deshonestos, se nos nota. No crean que todo esto es gratis, nuestros pacientes estarán sufriendo, pero no tienen un pelo de tontos y su capacidad de captar las intenciones del otro (cuestión que se desarrolla muy tempranamente, por cierto, como seguramente saben) permanece intacta, alerta y tan bienfuncionante como el primer día. Y aunque no lo expliciten, porque ni siquiera estén haciendo consciencia completa de lo que están percibiendo, lo están apreciando y eso comienza a generar una sutil (y a veces no tanto) desconfianza, que va a actuar como una carcoma que ya ha comenzado a corroer la relación y que impedirá que se termine de generar la base de seguridad, de certidumbre, que resulta imprescindible para que la psicoterapia funcione. Es obvio, ¿verdad? Esto es insoslayable para el buen funcionamiento de cualquier relación entre seres humanos.
Y no digamos ya recurrir a montones de originales pruebas psicométricas, diferentes y chocantes tests y aparatosos trucos de sabia magia pseudocientífica (y miren que me gusta la magia…) para otros tantos distintos y singulares objetivos que recolectamos en nuestras consultas y que mayoritariamente son empleados por nosotros para cubrir, una vez más, las lagunas que sentimos que se han generado en nuestra formación y que se hacen evidentes en nuestra práctica cuando nos damos cuenta de que no sabemos qué está pasando y no tenemos ni idea de qué hacer con lo que tenemos delante.
Cuidado, de verdad, es preferible que seamos sinceros y les digamos a los padres que no sabemos, que no estamos seguros, que necesitamos más tiempo o incluso la ayuda de una supervisión… La honestidad es siempre una baza a nuestro favor. Y, ya que lo he mencionado, por supuesto, la supervisión es otra importante baza. Quien me conoce ya sabe que aprovecho cualquier ocasión para comentarlo, pero es que lo considero una falla lamentable en nuestro desarrollo, tan evidente como las que hay en nuestra formación por culpa de los diseños curriculares. Supervisemos, señores. Nada ayuda más a crecer como profesionales de la psicoterapia que la supervisión. De hecho, estoy profundamente convencida de que es supervisando nuestra práctica clínica como terminamos de convertirnos en psicoterapeutas de verdad. No la descuidemos.
En resumen, diseñemos con consciencia y criterio las sesiones de evaluación que nos restan para poder terminar con la sensación de que tenemos lo que necesitamos para conseguir una explicación adecuada para lo que está pasando y que estamos, por tanto, en condiciones de llevar a cabo un ajustado diseño de intervención que quedará reflejado en nuestro informe.
Yo utilizo en este punto una herramienta casera que he ido desarrollando con los años de trabajo tanto en la consulta como en clase. Se trata de recurrir a un listado de necesidades básicas del ser humano que me ayuda a contrastar si necesito más datos sobre en qué medida se están cubriendo dichas necesidades, pues me parecen una referencia clave para saber dónde centrar tanto la investigación como, por supuesto, la intervención. Ese listado lo he ido desarrollando a lo largo de los años, por lo vivido en la consulta y lo trabajado en las clases. De hecho, en alguna ocasión (muchas), y dependiendo del tiempo del que dispusiéramos, dicho listado lo hemos construido en clase, conjuntamente, con la ayuda de la pizarra y llevando a cabo un precioso e interesante ejercicio de mentalización entre profesionales que siempre, siempre, he podido disfrutar una barbaridad y me ha permitido aprender y crecer con mis alumnos. Así comenzaba un resumen que elaboré tras una de esas clases en las que estuvimos trabajando sobre este tema:
«Expusimos en clase, el miércoles correspondiente de noviembre, despacio, ordenadamente, con cuidado y con toda la función reflexiva que teníamos a mano entre todos (40 personas nada menos) lo que nos parece que son las necesidades básicas de un individuo humano y pequeño al que hemos llamado niño. Lo hicimos porque entendemos imprescindible reconocer ampliamente lo que se espera de unos progenitores que están criando a su hijo, como primer paso para alcanzar a vislumbrar, como terapeutas, lo que un niño está expresando a través de una conducta supuestamente (o contundentemente) disruptiva y que resulta ser el motivo de consulta de sus papás. Reconocer, entender y estar en condiciones de explicar lo que el niño vive como incompleto, no recibido, insuficiente; lo que necesita y no tiene, lo que echa de menos, lo que perdió… Lo que le presiona y a lo que obedece. Esa es nuestra tarea…».
Eso es lo que pretendemos en la evaluación. En lo que estamos. Utilicemos ese listado para repasar, como decíamos, si tenemos claro en qué medida dichas necesidades se están viendo cubiertas y cuál de ellas es la que vemos que se está viendo más resentida o amenazada en este momento y lo que probablemente está expresando de forma más o menos simbólica el niño con su conducta.
Utilicémoslo, por tanto, también para ver qué más datos nos quedan por recoger en las sesiones que restan. Lo tienen al final del capítulo, en el Apéndice 5. Utilicémoslo para terminar de concretar el verdadero motivo de consulta…