Читать книгу Por qué volvías cada verano - Belén López Peiró - Страница 15

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Mentira, no hay un único culpable. No me vengan con pelotudeces. Escuchame, la piba era menor de edad, había dos adultos que tenían que hacerse cargo, era lo que les correspondía. Y, ¿sabés qué? No lo hicieron.

Este tipo se paseaba en calzoncillos por su casa, se bañaba con la puerta abierta y dormía en cuero, destapado. Se acostaba en la misma cama que ella a dormir la siesta, le hacía masajes adelante de todos. Este tipo quería buscarla todos los fines de semana y llevarla a su casa. Manejar más de doscientos kilómetros solo para verla. Y nadie dijo nada.

En serio, escuchame, ¿No se daban cuenta de que no era amor? ¿Tanto se hicieron los pelotudos? Está bien que sus tíos podían cuidarla, pero… ¿Dejarla también en las fiestas? ¿En sus cumpleaños? Sí, ella quería estar ahí, lo pedía y lloraba cada vez que tenía que irse. Pero, dale, ¿Nunca se preguntaron por qué no quería estar en su casa?

Por qué volvías cada verano

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