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CAPÍTULO XLII

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CÓMO ALZAMOS Á HERNANDO CORTÉS POR CAPITAN GENERAL Y JUSTICIA MAYOR HASTA QUE SU MAJESTAD EN ELLO MANDASE LO QUE FUESE SERVIDO, Y LO QUE EN ELLO SE HIZO.

Ya he dicho que en el real andaban los parientes y amigos del Diego Velazquez perturbando que no pasásemos adelante, y que desde allí de San Juan de Ulúa nos volviésemos á la isla de Cuba.

Parece ser que ya Cortés tenia pláticas con Alonso Hernandez Puertocarrero y con Pedro de Albarado, y sus cuatro hermanos, Jorge, Gonzalo, Gomez y Juan, todos Albarados, y con Cristóbal de Olí, Alonso de Ávila, Juan de Escalante, Francisco de Lugo, y conmigo é otros caballeros y capitanes, que le pidiésemos por capitan.

El Francisco de Montejo bien lo entendió, y estábase á la mira; y una noche á más de media noche vinieron á mi choza el Alonso Hernandez Puertocarrero y el Juan Escalante y Francisco de Lugo, que éramos algo deudos yo y el Lugo, y de una tierra, y me dijeron:

—«Ah señor Bernal Diez del Castillo, salid acá con vuestras armas á rondar, acompañaremos á Cortés, que anda rondando.»

Y cuando estuve apartado de la choza me dijeron:

—«Mirad, señor, tened secreto de un poco que agora os queremos decir, porque pesa mucho, y no lo entiendan los compañeros que están en vuestro rancho, que son de la parte del Diego Velazquez.»

Y lo que platicaron, fué:

—«¿Paréceos, señor, bien que Hernando Cortés así nos haya traido engañados á todos, y dió pregones en Cuba que venia á poblar, y ahora hemos sabido que no trae poder para ello, sino para rescatar, y quieren que nos volvamos á Santiago de Cuba con todo el oro que se ha habido, y quedaremos todos perdidos, y tomarse ha el oro el Diego Velazquez, como la otra vez? Mirá, señor, que habeis venido ya tres veces con esta postrera, gastando vuestros haberes, y habeis quedado empeñado, aventurando tantas veces la vida con tantas heridas; hacémoslo, señor, saber, porque no pase esto adelante; y estamos muchos caballeros que sabemos que son amigos de vuestra merced, para que esta tierra se pueble en nombre de S. M., y Hernando Cortés en su Real nombre, y en teniendo que tengamos posibilidad hacello saber en Castilla á nuestro Rey y señor. Y tenga, señor, cuidado de dar el voto para que todos le elijamos por capitan de unánime voluntad, porque es servicio de Dios y de nuestro Rey y Señor.»

Yo respondí que la ida de Cuba no era buen acuerdo, y que seria bien que la tierra se poblase, é que eligiésemos á Cortés por general y justicia mayor hasta que su majestad otra cosa mandase.

Y andando de soldado en soldado este concierto, alcanzáronlo á saber los deudos y amigos del Diego Velazquez, que eran muchos más que nosotros, y con palabras algo sobradas dijeron á Cortés que para qué andaba con mañas para quedarse en aquesta tierra sin ir á dar cuenta á quien le envió para ser capitan; porque Diego Velazquez no se lo ternia á bien; y que luego nos fuésemos á embarcar, y que no curase de más rodeos y andar en secreto con los soldados, pues no tenia bastimentos ni gente ni posibilidad para que pudiese poblar.

Y Cortés respondió sin mostrar enojo, y dijo que le placia, que no iria contra las instrucciones y memorias que traia del señor Diego Velazquez; y mandó luego pregonar que para otro dia todos nos embarcásemos, cada uno en el navío que habia venido; y los que habiamos sido en el concierto le respondimos que no era bien traernos engañados: que en Cuba pregonó que venia á poblar é que viene á rescatar, y que le requeriamos de parte de Dios nuestro Señor y de su majestad que luego poblase, y no hiciese otra cosa, porque era muy gran bien y servicio de Dios y de su majestad; y se le dijeron muchas cosas bien dichas sobre el caso, diciendo que los naturales no nos dejarian desembarcar otra vez como ahora, y que en estar poblada aquesta tierra siempre acudirian de todas las islas soldados para nos ayudar, y que Velazquez nos habia echado á perder con publicar que tenia provisiones de su majestad para poblar, siendo al contrario; é que nosotros queriamos poblar, é que se fuese quien quisiese á Cuba.

Por manera que Cortés lo aceptó, y aunque se hacia mucho de rogar, y como dice el refran: «Tú me lo ruegas é yo me lo quiero;» y fué con condicion que le hiciésemos justicia mayor y capitan general; y lo peor de todo que le otorgamos, que le dariamos el quinto del oro de lo que se hubiese, despues de sacado el real quinto, y luego le dimos poderes muy bastantísimos delante de un escribano del Rey, que se decia Diego de Godoy, para todo lo por mí aquí dicho.

Y luego ordenamos de hacer y fundar é poblar una villa, que se nombró la villa rica de la Veracruz, porque llegamos juéves de la Cena, y desembarcamos en viérnes santo de la Cruz, é rica por aquel caballero que dije en el capítulo, que se llegó á Cortés y le dijo que mirase las tierras ricas: y que se supiese bien gobernar, é quiso decir que se quedase por capitan general; el cual era el Alonso Hernandez Puertocarrero.

Y volvamos á nuestra relacion: que fundada la villa, hicimos alcalde y regidores, y fueron los primeros alcaldes Alonso Hernandez Puertocarrero, Francisco de Montejo, y á este Montejo, porque no estaba muy bien con Cortés, por metelle en los primeros y principal, le mandó nombrar por alcalde; y los regidores dejallos he de escribir, porque no hace al caso que nombre algunos, y diré cómo se puso una picota en la plaza, y fuera de la villa una horca, y señalamos por capitan para las entradas á Pedro de Albarado, y maestre de campo á Cristóbal de Olí, alguacil mayor á Juan de Escalante, y tesorero Gonzalo Mejía, y contador á Alonso de Ávila, y alférez á Hulano Corral, porque el Villareal, que habia sido alférez, no sé qué enojo habia hecho á Cortés sobre una india de Cuba, y se le quitó el cargo; y alguacil del Real á Ochoa, vizcaino, y á un Alonso Romero.

Dirán ahora cómo no nombro en esta relacion al capitan Gonzalo de Sandoval, siendo un capitan tan nombrado, que despues de Cortés, fué la segunda persona, y de quien tanta noticia tuvo el Emperador nuestro señor. Á esto digo que, como era mancebo entónces, no se tuvo tanta cuenta con él y con otros valerosos capitanes; que le vimos florecer en tanta manera, que Cortés y todos los soldados le teniamos en tanta estima como al mismo Cortés, como adelante diré.

Y quedarse ha aquí esta relacion; y diré cómo el coronista Gómora dice que por relacion sabe lo que escribe; y esto que aquí digo, pasó así; y en todo lo más que escribe no le dieron buena cuenta de lo que dice. É otra cosa veo, que para que parezca ser verdad lo que en ello escribe, todo lo que en el caso pone es muy al revés, por más buena retórica que en el escribir ponga.

Y dejallo he, y diré lo que la parcialidad del Diego Velazquez hizo sobre que no fuese por capitan elegido Cortés, y nos volviésemos á la isla de Cuba.

Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3)

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