Читать книгу Amarillo - Blanca Alexander - Страница 22

*** —¿Qué te ocurre? Has pasado toda la mañana distraído.

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Cruz recorría junto a Marcus uno de los pasillos exteriores del colegio.

—No es nada. —Miró de soslayo a su amigo—. ¿Alguna vez te has detenido a pensar… que lo sobrenatural puede existir y ser tan real como tú y yo hablando en este momento?

Cruz frunció el entrecejo, sus ojos color avellana miraron a Marcus con tal extrañeza, que el joven descendiente del ser celestial se apresuró a replicar:

—Sé que no es la pregunta que esperabas escuchar, pero necesito saber qué opinas.

Cruz guardó silencio varios segundos, trataba de armar una idea en su cabeza.

—Como sabes, mi madre es ferviente devota del Santo. De pequeño recuerdo que oraba mucho para que no me enfermara, tenía miedo de que contrajera una de esas fiebres que aparecen de forma esporádica y cobran un saldo alarmante de víctimas. Al parecer funcionó, así que eso me hace pensar que tal vez sí, que quizá hay algo allá afuera que no podemos ver, pero que es real.

Marcus respiró profundo.

—Ahora me dirás qué te llevó a hacer esa pregunta.

Marcus asintió con la cabeza.

—Ayer cuando estaba en los vestidores…

—Marky.

—Sí, Marky estaba allí…

—No, es Marky. ¡Mira!

Cruz señalaba un punto ubicado en diagonal al lugar donde estaban. Marky trepaba el muro trasero del colegio, así que corrieron para ayudarlo a bajar. Algunos arbustos ocultaban de forma parcial el espacio que utilizaba para su descenso.

—¿De dónde vienes? —Marcus miró a su alrededor—. Pensábamos que no vendrías a clases.

Marky peinó su cabello con las manos. Era el más bajo de los tres, pero también el más musculoso.

—¡Hola, chicos! No, no iba a venir, planeaba quedarme todo el día con una amiga especial, pero unos minutos atrás tuve que salir de su casa de forma apresurada. —Los miró con picardía.

—¿Por qué?

—Su esposo llegó de sorpresa hoy a Río Dulce.

—Ten cuidado, Marky. Por lo general, ese tipo de situaciones no terminan bien.

—No tengo nada de qué preocuparme, Cruz, él nunca está en casa. La bella señora y yo hemos encontrado la forma de que funcione, lo de hoy fue solo un pequeño percance. —Se abrochó la chaqueta azul marino—. Tranquilos, mis buenos amigos, no pasará nada malo. Mis relaciones no suelen ser duraderas… Por el momento deberíamos preguntarnos por qué el idiota de Rodrigo Buenas Casas se dirige hacia nosotros junto a sus dos “súbditos”.

Rodrigo se detuvo frente a ellos acompañado de Frank y Vince, dos estudiantes del colegio que lo seguían a todos lados. Los miró con una sonrisa.

—¡Compañeros! ¿Cómo están?

Marcus adoptó una actitud despreocupada:

—¡Hola, Rod! Estamos muy bien. ¿Qué se te ofrece?

—Tyles, seré muy breve. Pasado mañana jugaremos un partido de fútbol contra el reino a beneficio del orfanato de Río Dulce. El juego se realizará después de que el Abba dé su sermón en el templo, así que estará presente.

—¿Por qué das la noticia tú, en lugar del entrenador? —Marky lo miró con suspicacia.

—Porque fue mi idea, estoy a cargo del evento. —Rodrigo no podía ocultar su prepotencia.

—¡Vaya! No sabía que tenías tan buen corazón. Claro, apoyaremos tu desinteresada obra de caridad.

Rodrigo sonrió ante el sarcasmo de Marcus, luego hizo un gesto hacia Frank para que tomara la palabra.

—Por ser un evento especial, Rodrigo será el primer capitán, Marcus el segundo y Cruz el tercero. Queremos saber qué opinan.

—Aunque eso no importe mucho. —Vince rio entre dientes.

—Si queremos ganar, procuremos mantener la moral del equipo en alto. Eso no ocurrirá si llevas la cinta de capitán.

—Cuida tus palabras, Marky. —Vince lo miró de forma amenazante, era el más fornido de los compañeros de Rodrigo.

—¿Y qué pasará si no lo hago? —El joven dio un paso hacia delante con actitud desafiante.

—No caigas en su juego. —Cruz bloqueó el avance de Marky con el brazo.

A pesar de la tensión que se respiraba, Marcus se mantuvo sereno.

—Los chicos y yo estaremos allí, Rod, cuenta con nosotros.

—¡Me alegra escuchar eso! Estoy muy emocionado, los próximos dos días serán inolvidables… No dejen de asistir al baile de independencia. Sus familias están invitadas, me aseguré de ello.

—Creo que deberías reconsiderar la profesión a la que quieres dedicarte, destacarías más como organizador de eventos que como político o militar.

Cruz ahogó una carcajada.

Rodrigo dirigió a Marcus una mirada de odio, pero apretó sus puños detrás de la espalda.

—Nos vemos mañana.

El joven se retiró seguido de Frank y Vince. Los tres amigos esperaron que se alejaran lo suficiente para intercambiar sus impresiones.

—No voy a jugar en un equipo que lidere Rodrigo. Es evidente que usó sus influencias para lograrlo.

—La pregunta no es cómo lo hizo, todos conocemos la respuesta: es el nieto del presidente. Lo importante es por qué quiere asegurarse de que asistamos mañana al baile de independencia. —Cruz miró con atención a sus amigos—. ¿No les parece raro?

—Quiere restregarnos que tiene poder, el anhelo más grande de ese imbécil es superar a Marcus y verlo derrumbado.

—Es evidente que planea algo. Aunque si no me ha superado hasta ahora, créeme que nunca lo hará. Me tienen sin cuidado los comentarios sobre su influencia y poder. Ahora bien, con respecto al partido, en los primeros minutos se darán cuenta de que fue un error permitir que dirija. Frente a la presión de un resultado adverso en nuestra casa, el entrenador se verá en la obligación de elegir entre Cruz y yo para darnos el timón de nuevo, eso será todo.

—No lo subestimes, Marcus. Sabe que no puede vencerte en el campo y en ninguna disciplina, sabe que jamás obtendrá el respeto del equipo…

—Ni la atención que despiertas en las chicas —interrumpió Marky.

—Lo que quiero decir es que Rodrigo intentará golpearte, pero no lo hará de la forma que esperas.

—¿Y qué crees que podría hacer para lastimarme? Te daré la respuesta: nada, no puede hacer nada. Es solo un mequetrefe con algo de poder que mañana se las arreglará para ser el centro de atención. Eso lo puedo manejar a la perfección, tengo cosas más importantes en las que ocuparme que perder mi tiempo tratando de pensar qué estupidez hará Rodrigo Buenas Casas que pueda afectarme.

—Solo ruego que no permitas que te sorprenda con la guardia baja.

Marcus sonrió y decidió decir algo para salir del paso:

—Está bien, Cruz, me mantendré atento.

Amarillo

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