Читать книгу Amarillo - Blanca Alexander - Страница 23

*** La mañana de la conmemoración de otro año de la independencia de Zuneve, las campanas del templo de Río Dulce repiquetearon con inusitada fuerza. En las entradas de las casas más humildes y las más acaudaladas izaron la bandera nacional. La mansión de los Tyles no evadió esa tradición, aunque no reinaba precisamente un ambiente de celebración.

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Marcus estaba sentado frente a su padre en el despacho, solo el escritorio se interponía entre ellos.

—Hijo, hace poco decidí enviar un nuevo grupo de reclutas a la escuela militar. No es obligatorio alistarse, pero quiero que lo hagas, es importante que empieces tu carrera militar lo más pronto posible.

—¿Por qué?

Milton se levantó para acercarse a una pequeña mesita ubicada en el costado, donde lo aguardaba una botella de vino. Sin pronunciar palabra, sirvió una copa.

—Padre… es muy temprano para que empieces a beber.

Milton lo ignoró y dio un sorbo.

—Dime qué sabes sobre los invasores, qué te han enseñado acerca de ellos en el colegio.

A Marcus le pareció extraña la pregunta, pero decidió responder sin cuestionar el motivo de aquel interrogatorio.

—Conformaban un grupo de ladrones y asesinos que desestabilizaron el viejo mundo e intentaron saquear Nirvenia en los años de la fundación. Querían tomar el control, así que masacraron a cientos de civiles. Sin embargo, las fuerzas comandadas por Bernardo Andala los contuvieron y expulsaron del continente…

—¿Cómo son descritos?

—Como salvajes que adoran a espíritus oscuros y practican el canibalismo, en la mayoría de los casos con infantes… También roban niños recién nacidos para sus ofrendas o su consumo. —Marcus recitaba aquella información como si leyera un libro—. Además, el Abba asegura que poseen una especie de maldición… los acusa de haber servido como instrumento a la oscuridad para destruir las tierras antiguas. —Hizo una pequeña pausa—. Ahora me dirás qué tiene que ver la historia de los invasores con la decisión que tomaste.

Milton volvió a probar su trago y lo miró con evidente preocupación.

—Los invasores volverán.

—He escuchado sobre algunos infiltrados, pero tengo entendido que son muy pocos, el gobierno siempre los descubre y mantiene al margen… ¿O no es así?

—Existe una comunidad de invasores al otro lado del mar, viven en espacios aún habitables en las ruinas de las tierras antiguas. Presumimos que se preparan para irrumpir de nuevo en Nirvenia, debemos alistarnos para enfrentarlos.

Marcus miró a su padre con expresión de incredulidad.

—¡Padre! Durante siglos han asegurado en los libros que las tierras antiguas están en el fondo del océano… ¿Qué hay sobre la expedición que hizo el capitán Núñez en el año 414 de Nirvenia? Aseguró que no existían, ¡escribí un ensayo sobre eso! Y los Abbas… todos los Abbas de la historia han dado innumerables sermones sobre cómo y por qué desaparecieron las tierras antiguas.

Milton siguió bebiendo a cortos sorbos de su copa, pero evitó dar una respuesta.

—Entonces las cosas que dice Sebastián no son una locura…

—¡No, no, por favor! No seas como tu hermano, no podría soportar que tú también…

—Padre, ¿qué está sucediendo en realidad?

—Te lo he dicho, han cobrado fuerza y la usarán en nuestra contra. —Se aclaró la garganta para proseguir con más calma—. Quiero que te alistes en el primer grupo que se enviará a Dracaena. Eres muy valioso, hijo, tu lugar es en la ciudad militar, servir a tu país.

—En apariencia, mi lugar es aquel que tú consideres, por eso siempre has rechazado cualquier intento por demostrarte que el camino militar no es el que quiero…

—La vida no se trata de lo que queremos hacer, sino de lo que debemos hacer. Y tú debes servir a tu nación.

—¿Por qué no puedo tener más opciones?

—Las tienes y puedes tomarlas, pero eres mi hijo. Te conozco y sé que hay una cualidad extraordinaria en ti. Es posible que decidas hacerla a un lado; sin embargo, tarde o temprano te darás cuenta de que es absurdo seguir ignorándola. La honrarás, sé que la honrarás.

Amarillo

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