Читать книгу Amarillo - Blanca Alexander - Страница 24

*** Sebastián permanecía en su habitación, donde sacudía el pergamino y hablaba en voz alta.

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—¿Hola? Hola… hola… ¡Hola!

No obtuvo respuesta de la misteriosa hoja.

—Está bien. Si no quiere responder, devolveré este papel al sitio donde lo encontré y olvidaré esto.

De pronto, las palabras se dibujaron sobre la superficie:

Amarillo

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