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Оглавление13 de enero
Se inventa el Frisbee [disco volador]
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvotú y tu casa” (Hechos 16:31, RVR 95).
Uno de los juguetes más simples y, sin embargo, más ingeniosos que se han inventado fue el frisbee [disco o plato volador]. Walter Morrison lo diseñó y fabricó, y lo vendió a la compañía Wham-O, en California. El Frisbee Flying Saucer, como lo llamó Morrison, se inspiró en la moda de los OVNI que se extendía por el país en aquella época.
Los primeros frisbee eran discos metálicos ligeros que parecían platillos voladores. Al presidente de Wham-O, Richard Knerr, se le ocurrió el nombre del nuevo juguete cuando vio a universitarios lanzando latas de tarta que tenían grabado “Frisbie”, que era el nombre de una empresa de tartas de la época. Cambió la ortografía a “Frisbee” y empezó a venderlos el 13 de enero de 1957.
Los “platillos voladores” se vendieron como pan caliente; pronto se habían vendido millones. ¿Quién iba a pensar que un juguete tan sencillo se haría tan popular en el siguiente medio siglo? Probablemente, ningún juguete ha gozado de tanta fama ni ha aportado tanto dinero a su fabricante. Y el secreto de su éxito no estaba en sus piezas complejas, pues no tenía ninguna.
Hoy en día, sigue siendo una sola pieza de plástico. Y no es caro: los más baratos y sencillos pueden ser los más divertidos. Cualquiera, a cualquier edad, puede lanzar un frisbee. Las reglas no son complicadas; a los niños les encanta, los adolescentes lo llevan a la playa y muchas personas mayores juegan al frisbee golf. Puedes hacer concursos de lanzamiento de distancia, ver quién puede hacer la captura más elegante, o lanzárselo a tu perro.
Al igual que el frisbee, la salvación es un concepto bastante sencillo. El versículo bíblico de hoy nos recuerda que Dios quiere mantenerlo así: simple. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”. No hay nada más sencillo que eso. Las palabras de Pablo a los primeros cristianos de Filipos son las mismas que necesitamos hoy. No tienes que subir la montaña más alta de rodillas, recitando oraciones todo el camino. Ni siquiera tienes que subir la montaña a pie. No tienes que lavarte en el Jordán siete veces, ni presentarte ante el sacerdote, ni sacrificar un cordero. Tu salvación no se basa en absoluto en tu comportamiento, sino en la sinceridad con la que crees en su comportamiento por ti.