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14 de enero

Operación de cesárea

“Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto” (Romanos 8:22, NTV).

Nadie sabe con certeza cómo se originó el término “cesárea” para la extracción quirúrgica de un bebé del vientre de su madre, pero existen varias teorías. Una de ellas es que, en la antigua Roma, se ordenaba la extirpación del feto de una mujer si esta moría durante el parto. Otra es que uno de los antepasados de Julio César nació así. Otra es que el término proviene simplemente de la palabra caedere, que significa “cortar”.

Para comienzos de 1794, en toda Europa, solo se habían realizado con éxito 79 cirugías de este tipo en los últimos 300 años; y en la mayoría de esos casos, la madre había perdido la vida. La primera operación de cesárea exitosas en los Estados Unidos fue realizada en una cabaña de troncos en Edom, Virginia, por el doctor Jesse Bennett el 14 de enero de ese año. El doctor Bennett había pedido a otro médico local, Alexander Humphrey, que le ayudara, pero el doctor Humphrey se negó. Temía que la operación supusiera un riesgo demasiado grande y que no tuviera éxito. Después de todo, nunca se había hecho una cesárea en los Estados Unidos. Y ¿quién era la paciente? Elizabeth Hog Bennett, la esposa del doctor. ¡Qué dilema! La visión médica de la época consideraba tal operación imposible tanto desde el punto de vista quirúrgico como ético. Se aconsejaba a los médicos que dejaran tales predicamentos en manos de Dios.

Pero el doctor Bennett sabía que las probabilidades estaban en contra de él y de su esposa. Si no la operaba y ella moría, su muerte sería considerada un acto de Dios. Por otro lado, si la operaba y ella moría, él sería considerado un asesino. En cualquier caso, no podrían ganar a menos que se realizara la operación, y esta fuera un éxito. Con la ayuda de dos esclavos, el doctor Bennett llevó a cabo la operación en una tosca mesa hecha con dos tablones de madera colocados sobre dos barriles de madera. Los ayudantes sujetaron a la paciente mientras el médico administraba a Elizabeth una dosis de opio, un analgésico de uso común en aquella época. Y, maravilla de las maravillas, ¡tanto la madre como el bebé sobrevivieron! Una maravilla para la época.

Hoy nuestro mundo está en problemas. Embarazada de pecado y sufrimiento, toda la creación clama por ser liberada, y solo Dios puede realizar la operación necesaria. Él es el Creador de todas las cosas y el Gran Médico. Ha prometido liberarnos y sacarnos de este viejo y malvado mundo; y podemos confiar en que lo conseguirá.

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