Читать книгу La "literatura ausente": Augusto Roa Bastos y las polémicas del Paraguay post-stronista - Carla Daniela Benisz - Страница 16

El linaje de una dicotomía

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La irradiación del discurso de Báez sobre gran parte del siglo XX, no podría haberse producido sin determinadas condiciones del campo intelectual, preocupado en la época por instaurar un discurso acorde al paradigma de la reconstrucción del Paraguay bajo un nuevo orden político. Es por ello que el liberalismo “se presenta como un polo fundador de discursividad” que remite “a la guerra como elemento fundador” (Couchonnal, 2017, pág. 117).

En primer lugar, la polémica, como género, no se explica tanto por los tópicos de los discursos que participan en ella, sino por las condiciones del campo intelectual en que se inscribe. De hecho, esta polémica se enmarca en el momento en que “surge en Paraguay el oficio de historiador y se publican las primeras producciones de ‘historia nacional’” (Brezzo en Báez-O’Leary, 2011, pág. 21). La función del historiador adquiría importancia, incluso a nivel estatal, porque la historia nacional se convirtió en objeto privilegiado de reflexión4.

Como explica Elvira Arnoux: “Para que una esquematización se imponga socialmente es necesario no solo el haz de relaciones a que se refería Foucault respecto de los objetos discursivos sino también su presencia en ‘instrumentos de memoria’ como, en nuestro caso, la historia escolar” (2008, págs. 45-47). Justamente, la historia escolar es un instrumento de memoria privilegiado que contribuye a la institucionalización de un discurso histórico oficial. En el caso paraguayo, el discurso de Báez también se recubrió de oficialidad a través de la enseñanza escolar, ratificando la Guerra contra la Triple Alianza como punto cero del nuevo orden político:

Fue el modelo de Báez el que desde su aparición se adoptó para la enseñanza de la historia en todas las escuelas del país a través de dos manuales escritos por otros autores: el Compendio elemental de Historia del Paraguay, de Blas Garay y el Compendio de Historia del Paraguay, redactado por Leopoldo Gómez de Terán y Próspero Pereira Gamba. Ambos textos coincidían, por ejemplo, en el apartado correspondiente al desarrollo de la Guerra contra la Triple Alianza, en señalar los benéficos resultados que este acontecimiento aportó al país al sacarlo del aislamiento internacional y de la barbarie. (Brezzo, 2001a, pág. 169)

Además en “este esquema historiográfico, que se mantendría vigente por espacio de más de cincuenta años, se manifiesta en términos generales una imagen favorable del pueblo argentino, compartida por los demás intelectuales novecentistas que miraban al extranjero, especialmente al de aquel país, como perteneciente a una cultura superior” (Id., pág. 170).

La actualidad aún da muestras del éxito de la imposición de este discurso, incluso en espacios periféricos. Capucine Boidin (2006) trabaja la historia oral de la Guerra contra la Triple Alianza a través de testimonios contemporáneos recogidos en el departamento paraguayo de Misiones en los que observa la manipulación de la memoria popular efectuada por los partidos Liberal y Colorado. Si bien, como aclaré en el capítulo primero, prefiero evitar la nomenclatura partidaria y centrar el análisis en las matrices del discurso, liberal y nacionalista, el caso puntual que trabaja Boidin muestra, en la memoria oral de campesinos de la base del Partido Liberal, cómo se mantiene el relato respecto del año 70 como nuevo inicio e incluso como cancelación de la vida previa de la comunidad. Esto, según Boidin, se proyecta míticamente en el relato del jaguar –animal simbólico para la cosmovisión guaraní– que se habría aquerenciado en los campos, vueltos a ser monte por el abandono durante la guerra; el jaguar simbolizaría al mismo tiempo desorden social y el inicio de un tiempo nuevo: “El jaguar asesina al hombre paraguayo que busca una vaca cansada abandonada en el camino, asesina a la mujer paraguaya que busca carne cruda. El jaguar prohíbe la instauración de la comunidad política y de la familia. Es un agente del desorden pero también el símbolo de un nuevo ciclo” (Boidin, 2006). Finalmente, la autora explica que: “Esta memoria dramática de la ruptura total ha sido elaborada inmediatamente después de la guerra y fue dominante hasta los años 1920 mientras el partido liberal era también hegemónico” (Id.).

El repaso por el modelo de Báez no resulta significativo para ilustrar, simplemente, un corte histórico del discurso de la élite paraguaya, sino, al contrario, para intentar historizar una matriz discursiva que tiene continuidad hasta la actualidad. La construcción del objeto tiranía, simplificándose a lo largo de sus continuas revisiones y reescrituras, llega a la década del noventa atravesada por la experiencia del stronismo. De este modo contribuye a la formulación de un contra-revisionismo que, inversión axiológica mediante, ordena en un bloque único los gobiernos independientes del siglo XIX, al igual que haría el revisionismo stronista, desde el poder, para posicionarse como continuación de Francia, los López y Bernardino Caballero.

1. Esto también es una construcción del discurso post-bélico, puesto que –durante del gobierno de Francia– no se desarrollaron políticas lingüísticas que tuvieran por objetivo difundir o estudiar la lengua guaraní, como sí habían llevado a cabo –dentro de su esquema colonial, claro está– los jesuitas durante la Colonia. Como dije, no se desarrollan iniciativas de fomento a la lengua hasta la Guerra contra la Triple Alianza. Sin embargo, algunos investigadores consideran que, al ser el régimen de Francia hostil hacia los sectores sociales tendientes al monolingüismo castellano, esto generó un incentivo de hecho para el guaraní (Gómez, 2007, págs. 129 y ss.).

2. Nora Bouvet retoma un artículo de Sarmiento publicado en El Nacional: “A fines de 1855, denuncia que Francisco Solano López había traído de la Francia de Napoleón III ‘el virus de los gobiernos fuertes, el espíritu militar, el amor al fausto y al absolutismo brillante’ que prosperarían en un pueblo con ‘una tradición de servilismo, de obediencia ciega, heredada del guaraní, de la teocracia del jesuita y del terror de cuarenta años del doctor Francia’. Por ello, concluye en que los paraguayos ‘necesitan una larga guerra que los devuelva a sí mismos, que cree reputaciones individuales, y despierte sentimientos de dignidad personal’” (s/f, págs. 101-102).

3. Sobre este aspecto de la orden, pueden verse los trabajos de Bolívar Echeverría, fundamentalmente La modernidad de lo barroco (1998).

4. No solo por la necesidad de la élite de construir un relato legitimador, sino también por la necesidad de argumentar sobre los límites del Chaco paraguayo en litigio, lo cual conduciría a la Guerra del Chaco (1932-1935).

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