Читать книгу El cuidado de las plantas de interior - Carles Herrera - Страница 10
ОглавлениеEl riego
El mal uso del riego, ya sea por falta como por exceso, es sin duda alguna la principal causa de que la mayoría de las plantas de interior se estropeen y de que muchas de ellas acaben muriendo. Según estadísticas realizadas por la Oficina Holandesa de la Planta y la Flor, el 80% de las plantas de interior tienen problemas de salud por culpa del riego, generalmente por la tendencia que tenemos a regar más de la cuenta. Con el riego asiduo y excesivo, el agua arrastra hacia el exterior los minerales disponibles para el alimento de la planta y le impide disfrutar de ellos. Peor aún: si el sustrato retiene la humedad en exceso, esto provoca que se pudran las raíces y por tanto que la planta se asfixie hasta quedar tocada de muerte.
Por supuesto, la falta de riego también puede ser mortal, pero si bien el exceso de agua muchas veces no tiene remedio, las plantas suelen tener más resistencia a la sequía, e incluso cuando las encontramos totalmente secas, a menudo queda un atisbo de verde esperanza y es posible hacerlas renacer. Por eso, con el riego siempre suele ser mejor quedarse corto que excederse.
¿Con qué periodicidad debemos regar?
Es imposible confeccionar un calendario de riego, ya que este depende de muchos factores: del tipo de tierra, del tipo de planta, de su ubicación, de la temperatura, de la humedad ambiental, de si está sola o acompañada de otras plantas (puesto que las plantas juntas crean un pequeño microclima donde se abastecen de humedad las unas a las otras), etcétera.
Por regla general, entre mediados de septiembre y hasta mediados de abril las plantas de interior ralentizan su crecimiento y no consumen casi agua, por lo que basta con humedecer la tierra. En cambio, entre mediados de abril y mediados de septiembre las plantas consumen gran cantidad de agua porque deben contrarrestar las altas temperaturas de la época, a la vez que deben asegurar el consumo que precisa su crecimiento. Además, se hace necesario compensar la evaporación de agua a través de sus hojas. Por tanto, en las épocas calurosas debemos regarlas en mayor abundancia y más a menudo.
En algunos casos no es tan necesario regar las plantas como mantener una elevada humedad ambiental, de la que también se pueden alimentar; en estos casos aconsejamos rociarlas con agua.
PRINCIPIOS BÁSICOS DEL RIEGO
Es fundamental dejar secar el sustrato entre riego y riego, para que las raíces puedan respirar.
Que la superficie de la tierra esté seca no significa que a la planta le falte agua: en muchos casos el sustrato profundo permanece húmedo. Para cerciorarnos del estado de la tierra, podemos hundir el dedo en ella, o bien introducir un objeto metálico y comprobar si sale húmedo. Por supuesto, el método infalible es sacar la planta del recipiente y comprobar su estado. Por último, un procedimiento menos aparatoso es, simplemente, observar la tierra: si el sustrato se separa del recipiente, eso indica sin duda alguna que la tierra está excesivamente seca.
Debemos evitar a toda costa que la tierra quede encharcada, puesto que, en este estado, las raíces no pueden intercambiar gases ni absorber bien los nutrientes y finalmente mueren ahogadas. Es importante asegurarles un buen drenaje.
Un síntoma claro de que las plantas sufren un exceso de riego desde hace tiempo, es cuando las sales minerales afloran a la superficie del sustrato. Si en lugar de ver toda la tierra del mismo color marrón, percibimos en la capa superior partículas de sustrato teñidas de color blanco o amarillento, esto es un signo inequívoco del exceso de humedad en la tierra.
La calefacción reseca el ambiente, pero no la tierra. Por tanto, puede ser que a la planta que tenemos en casa le falte humedad ambiental, mientras que el sustrato puede seguir mojado. Debemos asegurarnos de ello antes de regar de más.
Las plantas instaladas en recipientes pequeños necesitan riegos más asiduos (pero menos abundantes) que el resto.
Las plantas en plena floración, especialmente la azalea, el ciclamen o las orquídeas, necesitan bastante riego. Su sustrato no debe permanecer nunca seco. Durante la floración, regaremos la planta por inmersión durante quince minutos cada dos o tres días, y después será suficiente con un vaso de agua diario para mantener la humedad constante en la tierra. Jamás debemos mojar sus flores.
El riego por inmersión consiste en sumergir el tiesto en el fregadero o en un barreño con agua, sin sobrepasar en ningún caso el borde de la maceta. De este modo la tierra absorberá el agua por los agujeros de drenaje del tiesto. Cuando el sustrato quede empapado (lo sabremos cuando dejen de salir burbujas), retiraremos el tiesto y lo dejaremos escurrir para que elimine el agua sobrante. Además de servir para las plantas en floración, para los tiestos pequeños en verano y para las plantas colgantes, el riego por inmersión es el procedimiento de urgencia idóneo para intentar resucitar las plantas que han pasado una larga sequía.
Las plantas recién trasplantadas necesitan un riego adecuado para permitir que sus raíces penetren y se adapten al nuevo sustrato.
Bajo ningún concepto colocaremos un plato o cualquier otro recipiente con agua bajo el tiesto, en contacto directo con el sustrato. Esto provoca que se pudran las raíces y, a corto o largo plazo, la muerte de la planta. Pero sí podemos colocar un recipiente de agua, que además contenga grava, tierra volcánica, arcilla expandida o algún otro material que separe el agua del sustrato. Esto es ideal para plantas que necesitan humedad como los helechos, los bonsáis o las plantas en floración.
La mejor agua de riego es el agua de lluvia. Para recogerla merece la pena esperar a que el cielo esté libre de polución. También se puede utilizar agua embotellada, agua destilada o bien una mezcla a partes iguales de agua destilada y del grifo.
La utilización de jardineras de riego automático es muy recomendable para las plantas de interior, siempre y cuando atendamos a las indicaciones del fabricante (por ejemplo, el depósito no se debe llenar cuando esté vacío, sino cuando la tierra esté bien seca, y bajo ningún concepto regaremos la planta; simplemente nos limitaremos a rellenar el depósito cuando sea necesario).
Existen muchos otros sistemas de riego indicados para cuando no podemos atender personalmente a las plantas durante un largo período de tiempo (ver «Durante nuestra ausencia», pág. 123).
La pulverización de agua no suele dar buen resultado en las plantas de interior, excepto en determinados casos (en el capítulo «Las plantas más resistentes», pág. 59, indicamos las necesidades de riego específicas para cada variedad).
RECUERDE QUE…
Por medio de las raíces, las plantas comen, beben y respiran, por lo que la mayoría necesitan tener la tierra seca entre riego y riego. Por regla general, las plantas de interior resisten mucho mejor la falta de humedad que su exceso.