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Ubicación

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En el centro de jardinería, vivero o floristería, la planta que hemos adquirido ha sido cuidada con esmero para que llegue a nuestras manos en perfecto estado. Se trata de un ser vivo sensible a los cambios y vulnerable ante cualquier desequilibrio, de modo que una vez llegue a nuestro hogar, debemos seguir atendiéndola como se merece, proporcionándole todo lo necesario para que el cambio de ubicación le perjudique lo mínimo posible. El lugar donde vivirá a partir de ahora deberá reunir las siguientes características:

 Escogeremos un espacio muy luminoso, ya sea mediante luz natural o artificial, pero debemos evitar a toda costa que los rayos de sol incidan directamente sobre la planta. Si la situamos ante una ventana, balcón o galería, conviene que los cristales dispongan de una cortina o visillo que tamice los rayos solares. Una vez al mes debemos girar la planta un cuarto de círculo, para que reciba luz por igual en todas sus hojas —si no lo hacemos así, es posible que la planta se gire por ella misma en busca de la luz, pierda su forma natural y crezca desgarbada—. Por regla general, todas las plantas deben disponer de un mínimo de diez horas diarias de luz, bien sea natural o artificial.

 Evitaremos las corrientes de aire. En realidad, lo que perjudica a la planta no son las corrientes por sí mismas, sino los cambios bruscos de temperatura. Por ejemplo, si la dejamos expuesta al aire que entra por una ventana, y este es mucho más frío que el ambiente del interior, la planta puede sufrir un shock. En cambio, si el aire que crea las corrientes es de la misma temperatura que la del hogar, este no afectará negativamente a las plantas.

 Evitaremos las fuentes de calor o de frío, por el mismo motivo antes apuntado: para evitar que las plantas sufran contrastes de temperatura. También debemos evitar colocarlas cerca de los radiadores, puesto que estos resecan la atmósfera.

 En el caso de plantas con hojas delicadas o con flores, las alejaremos de los animales de compañía y también las mantendremos fuera del alcance de los niños.

 También alejaremos de animales y de niños las plantas de interior tóxicas como la poinsettia, la dieffembachia y los ficus. En realidad, su nivel de toxicidad es muy bajo y solo afectan a la salud en caso de ingerirlas en gran cantidad. Los efectos de su intoxicación son dolor de barriga y vómitos. El contacto con su savia también puede ser urticante para algunas personas.

 Sus hojas no deben tocar los muebles, paredes o ventanas, ya que esto puede provocar heridas muy perjudiciales para la planta.

 Las plantas de flor necesitan una atención especial, ya que existen diversos elementos relacionados con el lugar donde están ubicadas que pueden afectar a la floración. Por ejemplo, la proximidad a fuentes de calor o de frío, estar en contacto con fruta fresca o la incidencia de los rayos solares, son factores que aceleran la floración.

 A pesar de la opinión popular, dormir cerca de las plantas no es en absoluto perjudicial para nuestra salud, ya que el oxígeno que consumen por la noche es mínimo. Esta ubicación, en realidad, tiene más puntos de ser peligroso para ellas, porque muchos dormitorios no son lo suficientemente luminosos y ventilados como para asegurar su bienestar.

El cuidado de las plantas de interior

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