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El trasplante

Habitualmente realizaremos el trasplante de la planta a un recipiente mayor, cuando ha crecido tanto que este le ha quedado pequeño. Pero también se realizan trasplantes al mismo recipiente, por cuestiones sanitarias. En ambos casos lo más importante es renovar parte del sustrato. Es importante utilizar una mezcla de turbas que se encuentra ya preparada en el mercado (basta con pedir tierra para plantas de interior) y añadirle abono (suele ser una dosis por maceta; nos aseguraremos de ello leyendo las instrucciones del envase).

Trasplante a una maceta mayor

Para saber si una planta necesita un trasplante, debemos extraer el cepellón de la maceta y si la tierra está cubierta de raíces, está claro que ya necesita un recipiente mayor.

La planta también necesitará una maceta más grande si las raíces sobresalen por el borde (pero no debemos confundirnos con las raíces aéreas que poseen algunas plantas, como las orquídeas, los filodendros o los potus, que no se deben cortar salvo si están secas).

El cambio a un recipiente mayor se puede realizar en cualquier época del año (aunque el mejor momento es al finalizar el invierno) y consiste en sacar el cepellón de la maceta e introducirlo en otra de mayor tamaño, compensado con la envergadura de la planta, para que guarden una estética proporcionada. Antes de colocar el terrón añadiremos sustrato nuevo sobre la base de la nueva maceta, de manera que la planta quede a una altura adecuada (su superficie debe quedar a un centímetro del borde del recipiente, aproximadamente). Acto seguido, rellenaremos de tierra los costados del cepellón compactando el sustrato con las manos para que no quede ninguna bolsa de aire entre la pared del recipiente y la del terrón, pues esto sería sumamente perjudicial para las raíces de la planta.

Una vez realizado el trasplante, regaremos la planta en abundancia y mantendremos el sustrato húmedo durante quince días.

Trasplante sanitario

El trasplante al mismo recipiente por motivos sanitarios está indicado, por ejemplo, cuando la planta ha sufrido por exceso de riego, puesto que le servirá para renovar las raíces podridas. Consiste en sacar el cepellón de la maceta, retirar hasta dos terceras partes del sustrato y cortar buena parte de las raíces (también hasta dos tercios de su volumen). A continuación, añadiremos un nuevo sustrato seco al recipiente y volveremos a colocar la planta en él.

Esta operación la practicaremos preferiblemente durante los meses de marzo y abril y solo la realizaremos fuera de esta época si la planta lo requiere con urgencia. Es muy beneficiosa para la mayoría de las plantas, puesto que estimula la renovación de las raíces y les proporciona vigor y energía. Cualquier tipo de planta admite esta medida y a menudo, incluso cuando está tan enferma que creemos que no tiene remedio, ofrece resultados espectaculares y la planta rebrota con un vigor renovado.

Este tipo de trasplante también es necesario cuando se aplica la poda drástica (ver «La poda sanitaria», pág. 29).

RECUERDE QUE…

Una vez finalizado el trasplante, debemos regar la planta abundantemente y procuraremos que el sustrato se mantenga húmedo durante un mes como mínimo.

¿Es necesario cambiar de tiesto la planta que acabamos de comprar?

En la mayoría de los casos, esta operación es muy necesaria, ya que habitualmente el vivero instala las plantas en recipientes con la medida necesaria solo para su estancia en sus instalaciones y se sobreentiende que el consumidor se ocupará del trasplante.

Basta con observar las plantas en el centro de jardinería o floristería para ver que, en la mayoría de los casos, el tiesto no guarda la proporción adecuada respecto al tamaño de la planta. Así que una vez tengamos a nuestra planta en casa, es casi obligado trasplantarla a otra maceta de mayor tamaño para asegurarle el espacio y el sustrato suficiente para vivir y crecer con todo su vigor.

Si tenemos dudas de si el trasplante es realmente necesario, hay una forma muy sencilla de cerciorarnos de ello: basta con voltear la planta agarrándola bien por la base y retirar el recipiente. Si las raíces dominan el sustrato, procederemos al trasplante; de no ser así, la planta puede esperar.

Ahora bien, aunque nos parezca evidente que la planta necesita un trasplante, si se encuentra en floración es mejor esperar a que finalice este período, ya que si la trasplantamos en esta circunstancia, corremos el riesgo de que sus flores caigan repentinamente.

¿Cómo se saca el cepellón de la maceta?

Apoyaremos la mano sobre el tiesto, sujetando firmemente la base del tallo entre los dedos índice y corazón. Volcaremos el recipiente y golpearemos con fuerza el borde contra una superficie de madera. La operación es más fácil si hemos dejado secar la tierra: en este caso, el terrón se desprenderá de una pieza.


¿Se pueden tocar las raíces?

Las raíces no solo se pueden tocar, sino que si conviene —como en el caso del trasplante sanitario—, se deben cortar para estimular a la planta para que genere raíces nuevas y sanas.

A menudo, cuando la planta ha crecido y realizamos el trasplante a una maceta mayor, nos encontramos con que sus raíces forman un moño apretado; para asegurarle una buena recuperación a la planta, las desenredaremos con un tenedor y cortaremos las más largas.


¿Qué recipientes son los más adecuados?

El mercado nos ofrece una gran variedad de macetas y jardineras, tanto en tamaño como en materiales. En principio, si bien en el exterior los materiales están limitados por numerosos factores, en el interior cualquier material es válido para contener una planta. Distinguiremos entre dos tipos de recipiente: el que se utiliza como funda y el que sirve para plantar en él la planta.

 Las fundas son elementos decorativos muy importantes desde el punto de vista del interiorismo. Pero habremos de cuidar que además de que tengan un bonito diseño, sean beneficiosas para la planta y que no les cause problemas. Se trata de un recipiente de mayor tamaño que la maceta que contiene la planta, de tal manera que permite a esta entrar en él holgadamente. Además de esconder el tiesto por motivos estéticos, las fundas tienen también una utilidad práctica, ya que suelen recoger el agua sobrante del riego y mantienen de este modo un alto grado de humedad que en la mayor parte de los casos es beneficioso para el bienestar de la planta. Sin embargo, debemos evitar que el agua quede estancada en la funda y en contacto directo con el sustrato, porque esto sería sumamente perjudicial para las raíces de la planta. Para aprovechar bien la función de la funda, en su base debemos colocar algún tipo de material —grava, tierra volcánica, sustrato…— que separe el agua que contiene de la tierra de la planta.

 Las macetas que se utilizan para plantar directamente la planta son muy variadas: desde modestas macetas de plástico o de barro cuya sencillez podemos camuflar con bonitas fundas, hasta magníficos tiestos de cerámica de todos los estilos, así como soportes y canastos para plantas colgantes. Las macetas en general deben adaptarse al tamaño de la planta, dejar espacio suficiente para el desarrollo de sus raíces y asegurar al sustrato un buen drenaje. Dado que hablamos de plantas de interior, debemos tener cuidado de que los tiestos no manchen el suelo y de que no se les escurra el agua, para no dañar el parquet o las estanterías de nuestro hogar —precisamente para evitar estos accidentes, existen las fundas—. Otros aspectos que nos harán decidir por una u otra clase de maceta serán su tamaño y su peso, su adecuación a la decoración de nuestra casa así como nuestro presupuesto; al fin y al cabo, nuestra decisión dependerá de dónde vayamos a ubicar la planta.

Las jardineras o recipientes de autorriego suelen ser muy prácticos y beneficiosos tanto para las plantas de exterior como para las de interior (ver «Sistemas de riego comerciales», pág. 124).

El conjunto de varias plantas reunidas en un mismo recipiente es muy decorativo —por ejemplo, como centro de mesa—, además de ser una disposición muy favorable para ellas, ya que unas a otras se protegen creando un microclima ideal para su bienestar.

RECUERDE QUE…

Para darle un toque de estilo a la planta, podemos colocar sobre el sustrato algún que otro material decorativo: musgo —natural o artificial—, grava de colores, corteza de árboles, bolos de mármol, etc. Con estos materiales también podemos cubrir la maceta para ocultarla dentro de una funda.

El cuidado de las plantas de interior

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